Dieta contra el c¨¢ncer: la ciencia

Con las dietas contra el c¨¢ncer est¨¢ sucediendo lo del cuento del lobo, que de tanto dar avisos falsos la gente se inmuniza y luego no hace caso cuando llega el de verdad. Pero s¨ª, hay tres dietas que previenen un tercio de los tumores y que incluso ayudan a pacientes ya diagnosticados. La cuesti¨®n parece importante, h¨¢ganme caso.

El Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas (CNIO) est¨¢ muy proactivo en la promoci¨®n de las dietas antitumorales. El a?o pasado organiz¨® un congreso internacional sobre el asunto y uno de sus equipos, dirigido por Nabil Djouder, acaba de publicar una revisi¨®n en Trends in Molecular Medicine. La idea central es la medicina preventiva, que es una tendencia imprescindible e imparable en el mundo desarrollado, y debe serlo en el resto del planeta. El infarto, el c¨¢ncer y la neurodegeneraci¨®n son las grandes causas de muerte y p¨¦rdida de calidad de vida en nuestras sociedades, y las t¨¦cnicas para su tratamiento son imperfectas y costosas. Si los sistemas sanitarios han de ser sostenibles, y v¨¢lgame Dios que necesitamos que lo sean, no hay m¨¢s remedio que promover la medicina preventiva, y la dieta es una parte fundamental de ella.

En el caso del c¨¢ncer, las investigaciones se han centrado en tres dietas muy concretas: la restricci¨®n cal¨®rica (comer menos de lo que te recomendar¨ªa un nutricionista actual), el ayuno intermitente (ayunar durante 12 o 16 horas al d¨ªa) y la dieta cetog¨¦nica (baja en carbohidratos, moderada en prote¨ªnas y alta en grasas). Las tres han mostrado efectos beneficiosos en animales de laboratorio, en c¨¦lulas humanas y en los incipientes ensayos cl¨ªnicos que examinan la cuesti¨®n.

Djouder explica a este diario que tanto la prevenci¨®n del c¨¢ncer como su tratamiento pueden mejorar con cualquiera de estas tres dietas. ¡°Eso est¨¢ claro¡±, dice, ¡°lo que no est¨¢ claro es por qu¨¦¡±. Su hip¨®tesis favorita es que las tres dietas son bajas o muy bajas en az¨²cares (tambi¨¦n llamados carbohidratos o hidratos de carbono). Nada de esto pretende sustituir a las terapias oncol¨®gicas, pero s¨ª complementarlas. La combinaci¨®n de la dieta con la inmunoterapia, por ejemplo, resulta prometedora. Como conocedor profundo del metabolismo humano, Djouder ha desarrollado un olfato cient¨ªfico que le dice que los az¨²cares ocupan el nodo de las transacciones energ¨¦ticas de la c¨¦lula, y est¨¢ peleando duro para entender el fen¨®meno desde sus mismos fundamentos.

Pero no siempre es necesario penetrar hondo en la naturaleza de las cosas para empezar a utilizar sus ventajas y evitar sus consecuencias nefastas. Los cient¨ªficos tienen cada vez m¨¢s claro que los excesos de ingesta, y en particular los de az¨²cares, est¨¢n detr¨¢s de las grandes causas de sufrimiento y muerte en Occidente. La medicina y la investigaci¨®n farmacol¨®gica no pueden ganar una carrera contra su propio ¨¦xito, es decir, contra el aumento de la esperanza de vida y las consiguientes enfermedades de la vejez.

?Gordofobia? Ni la tengo ni la padezco, pese a que soy un gordo de notables proporciones. Discriminar a un gordo es una vileza, pero todos, incluidos los gordos presentes o futuros, tenemos derecho a saber cu¨¢les son nuestras opciones en materia de salud. Despu¨¦s, all¨¢ cada cual con sus religiones privadas.