?Puede Brasil contribuir a la paz en Ucrania?
La iniciativa brasile?a refleja un profundo sentimiento de frustraci¨®n y fatiga en el mundo en desarrollo ante un enfrentamiento extenso que est¨¢ generando un enorme sufrimiento
Desde su toma de posesi¨®n el pasado mes de enero, el presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva hizo de la defensa de una salida pac¨ªfica a la guerra en Ucrania una de las primeras prioridades de su pol¨ªtica exterior. El llamamiento a una soluci¨®n negociada entre todas las partes en conflicto es ahora una bandera enarbolada por Lula dentro de la narrativa de que ¡°Brasil est¨¢ de vuelta¡±. En su tercer mandato, el presidente brasile?o relanz¨® r¨¢pidamente el activismo diplom¨¢tico de Brasil para reivindicar un mundo multipolar inclusivo y comprometido con un sistema multilateral internacional revigorizado, equitativo y seguro. Lula intent¨® en un primer momento, y sin ¨¦xito, obtener el apoyo de Joe Biden a su campa?a por la paz durante su visita a Washington. Tras ese viaje, Lula aprovech¨® su visita de Estado a Pek¨ªn para establecer un paralelo entre su esfuerzo diplom¨¢tico con la iniciativa china de paz de 12 puntos ante la prolongaci¨®n de la guerra en Ucrania.
El planteo de paz de Lula no es una propuesta detallada. Su concepci¨®n est¨¢ basada en la premisa de que un esfuerzo colectivo y de vasto alcance por parte de un grupo de naciones favorables a la paz puede contribuir a poner fin a las hostilidades. En pocas palabras, defiende un alto el fuego inmediato y promueve el compromiso de que todas las partes implicadas trabajen en un plan de paz que sea justo y duradero. Para Brasil la principal preocupaci¨®n es la guerra en s¨ª misma, a lo que se suma el temor de que el conflicto en Ucrania metastatice en una confrontaci¨®n mayor con alcance mundial con devastadores da?os sociales y costos econ¨®micos incontrolables. Este fue el mensaje central llevado por el asesor internacional de Lula, Celso Amorim, a Kiev, cuando se reuni¨® con el presidente Zelensky en abril pasado.
Es fundamental entender que las reacciones del Gobierno brasile?o ante la guerra en Ucrania coinciden con las posturas manifestadas por otros gobiernos latinoamericanos. En la regi¨®n ha prevalecido un consenso en cuanto a la negativa a unirse a Estados Unidos y Europa en el env¨ªo de suministros militares a Kiev y la falta de apoyo a las sanciones contra Rusia lideradas por Occidente. Proverbialmente, Am¨¦rica Latina ha rechazado el uso de m¨¦todos coercitivos unilaterales para gestionar los conflictos internacionales. Dichas contestaciones no han contaminado los esfuerzos brasile?os por defender una narrativa equilibrada.
El historial de voto de Brasil en las Naciones Unidas, incluidos el Consejo de Seguridad y la Asamblea General, ha sido inequ¨ªvoco. Conden¨® la invasi¨®n rusa, defendi¨® el principio de soberan¨ªa y abog¨® por el cumplimiento del derecho internacional. Adem¨¢s, en febrero de este a?o, el Brasil de Lula, junto con las potencias occidentales, apoy¨® la resoluci¨®n A/ES-11/L.1 de la ONU que deploraba ¡°en los t¨¦rminos m¨¢s en¨¦rgicos¡± la agresi¨®n de Rusia contra Ucrania y exig¨ªa su inmediata retirada militar. Esta ha sido una se?al categ¨®rica de la diplomacia brasile?a que aparentemente no ha sido entendida en Washington y en las capitales europeas.
La opini¨®n de Brasil sobre la guerra en Ucrania encuentra eco en el Sur Global y es compartida por otros promotores de la paz en distintas latitudes, incluido el Vaticano. La iniciativa de paz brasile?a refleja un profundo sentimiento de frustraci¨®n y fatiga en el mundo en desarrollo ante un enfrentamiento extenso que est¨¢ generando un enorme sufrimiento humanitario, costes materiales e incertidumbre diplom¨¢tica. En ese sentido, es claro que Rusia es la ¨²nica responsable de iniciar la guerra en Ucrania, pero a estas alturas la respuesta de Estados Unidos y Europa es, a su vez, causante de patrocinar una ¡°guerra por encargo¡± (proxy war) sine die.
Las filtraciones Discord del Pent¨¢gono muestran que la OTAN est¨¢ implicada en un conflicto prolongado dentro de Ucrania con el objetivo de ganar la guerra. Estas filtraciones indican tambi¨¦n que varios pa¨ªses clave del Sur Global no comparten la perspectiva y el prop¨®sito occidentales. Es importante recordar que el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, liderado por Estados Unidos y constituido para proporcionar asistencia en materia de seguridad a Kiev, est¨¢ formado por el 26% del total de miembros de Naciones Unidas. Entre las principales potencias emergentes se ha producido una divisi¨®n m¨¢s sutil. Las que expresan su recelo ante la guerra han optado por un enfoque pragm¨¢tico de ¡°cobertura¡± (hedging) como estrategia de control de da?os. Este ser¨ªa el caso de Pakist¨¢n y Sud¨¢frica. Mientras que otros han optado por reforzar la chance de que pueda avanzar una negociaci¨®n diplom¨¢tica. Esta es, claramente, la apuesta de Brasil e India.
La mayor¨ªa de los observadores occidentales perciben el enfoque brasile?o de la guerra de Ucrania como indeseable y contraproducente. Las reacciones pol¨ªticas en Washington y Bruselas a las declaraciones de Lula se?alando las incumbencias de Estados Unidos y Europa han afectado al impulso de la pol¨ªtica brasile?a. Las opiniones cr¨ªticas de Lula han causado malestar en ambos lados del Atl¨¢ntico Norte, que teme que las posturas de Brasil encuentren m¨¢s eco en China y Rusia. Tales percepciones se incrementaron a¨²n m¨¢s despu¨¦s de que el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, hiciera escala en Brasilia durante un viaje a Am¨¦rica Latina. Adem¨¢s, esto se convirti¨® en un pretexto para una amplia condena interna por parte de diferentes segmentos pol¨ªticos de Brasil. Aunque fue una victoria para la diplomacia rusa y un rev¨¦s para la brasile?a, las reacciones oficiales de Estados Unidos alcanzaron un tono inusitado e inapropiado. Podr¨ªa merecer la pena que Washington se tomara en serio las preocupaciones y puntos de vista de Brasil, especialmente en lo que respecta a sus constructivos activos diplom¨¢ticos como potencia media democr¨¢tica.
Tras diecis¨¦is meses de violento conflicto, la guerra en Ucrania es una fuente de divisi¨®n internacional que profundiza las narrativas en disputa y pospone las soluciones alternativas. La mayor¨ªa de los gobiernos del Sur Global no se sienten obligados a involucrarse en un embrollo geopol¨ªtico de la Posguerra Fr¨ªa sin resolver y con grandes ganadores en la industria armamentista. En buena parte de los casos, las votaciones en la ONU se han debido a pol¨ªticas exteriores reactivas e individuales que condenan el uso de m¨¦todos punitivos por parte de las viejas potencias coloniales y ampl¨ªan las tendencias recesivas de la econom¨ªa mundial con efectos dram¨¢ticos sobre las sociedades, tanto en el Norte como en el Sur. Mientras algunos analistas del Sur han reivindicado un renacimiento del No Alineamiento, la diplomacia brasile?a ha seguido su propio camino, impulsada por su tradicional b¨²squeda de autonom¨ªa y desarrollo sostenible en un marco pac¨ªfico.
Es importante recordar que la paz no ha prevalecido en la era posterior a la Guerra Fr¨ªa. Las narrativas occidentales tend¨ªan en los a?os noventa a centrarse en el surgimiento de un orden mundial pac¨ªfico, basado en reglas y cada vez m¨¢s democr¨¢tico tras el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero para pa¨ªses como Brasil, la perspectiva es muy diferente.
Los conflictos recurrentes y las guerras perpetuas han sido la verdadera marca del orden mundial en la Posguerra Fr¨ªa. Desde la guerra de Irak de 1990-91, pasando por la intervenci¨®n en Kosovo en 1999, hasta la ¡°guerra contra el terrorismo¡± mundial desde 2001, Occidente ha mostrado un mayor entusiasmo por movilizar al Sur Global en sus esfuerzos por proseguir las guerras en lugar de construir la paz.
La guerra de Afganist¨¢n, que dur¨® dos d¨¦cadas, la guerra entre Georgia y Rusia de 2008, los persistentes conflictos de Siria y Yemen, la guerra entre Azerbaiy¨¢n y Armenia en medio de la pandemia de la covid-19, y la invasi¨®n ilegal de Ucrania por parte de Rusia, son ejemplos de la intensificaci¨®n de dicha tendencia. En un mundo donde parece haber una creciente fatiga con la paz, Lula ha sido categ¨®rico: ¡°El mundo necesita tranquilidad¡±. No obstante, la din¨¢mica b¨¦lica y la preferencia occidental por un conflicto largo en Ucrania parecen persistir e incluso intensificarse. En este contexto, las acciones preventivas y las iniciativas de paz resuenan como poco probables y hasta ingenuas.
En este punto, China ha surgido como la principal gran potencia que muestra inter¨¦s en la promoci¨®n de soluciones pac¨ªficas de algunos de los conflictos m¨¢s visibles y sensibles. Adem¨¢s de su plan de paz para Ucrania, Beijing est¨¢ intentando llevar la distensi¨®n a una regi¨®n conflictiva como Medio Oriente. ?sta se fue convirtiendo por d¨¦cadas en una zona en la que Occidente se ha acostumbrado a administrar el caos como un hecho habitual y favorable a sus intereses estrat¨¦gicos. China, por supuesto, no cuenta con las credenciales ¡°wilsonianas¡± tradicionales para erigirse en un nuevo palad¨ªn de la paz. Es lamentable que estas credenciales de Estados Unidos se hayan descuidado y debilitado como resultado de su propia pol¨ªtica interna. La promoci¨®n de la paz de la mano de Washington, dentro y fuera de Occidente, podr¨ªa resonar en casa y el exterior. Mostrar tal ejemplo ayudar¨ªa sin duda a despolarizar la convivencia en el mundo democr¨¢tico y abrir espacio a enfoques m¨¢s plurales del orden internacional.
Brasil cree que tiene voz y voto en el escenario del incipiente siglo XXI que necesita urgentemente encontrar m¨¢s tranquilidad: una condici¨®n indispensable para la prosperidad de todos. Las percepciones err¨®neas de Occidente sobre el activismo a favor de la paz del presidente Lula, as¨ª de otras iniciativas del Sur Global, s¨®lo conducir¨¢n a un c¨ªrculo vicioso que incitar¨¢ a m¨¢s ideas equivocadas.
En la m¨¢s reciente cumbre del G-7, una vez m¨¢s el presidente brasile?o dej¨® en claro que su diplomacia por la paz se basa en directrices aut¨®nomas irrenunciables. Lula subray¨® que el apremio de una soluci¨®n pac¨ªfica en Ucrania no debe eclipsar otras situaciones altamente conflictivas entre palestinos e israel¨ªes, armenios y azer¨ªes, kosovares y serbios, adem¨¢s de la dram¨¢tica situaci¨®n en Yemen, Sud¨¢n, Siria y Hait¨ª. El mandatario brasile?o subray¨® que su pol¨ªtica exterior est¨¢ plenamente comprometida con los valores democr¨¢ticos que comparte Occidente. Tales puntos en com¨²n deber¨ªan aceptarse como cualificaci¨®n acreditada para trabajar juntos en la consecuci¨®n de una paz duradera, justa y real en Ucrania. En definitiva, el mensaje de Lula no es ¡°dar una oportunidad a [m¨¢s] guerra¡±; la paz es crucial porque el mundo puede estar avanzando hacia el borde de una verdadera cat¨¢strofe.
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