No es nada personal, son solo negocios
La disoluci¨®n de las Cortes paraliza las reformas legislativas en marcha para penalizar cualquier forma de proxenetismo y la trata de mujeres
?A qui¨¦n le importa una mujer migrante, sin papeles, que no puede votar, pobre y puta? Esta es la cara del grueso de la prostituci¨®n en nuestro pa¨ªs. Mujeres que llegan de territorios con graves situaciones pol¨ªticas y sociales, como Colombia, Venezuela, Paraguay o Brasil. Son explotadas dentro de nuestras fronteras por proxenetas en clubes, pisos y rotondas, y usadas por hombres que, en la mayor¨ªa de los casos, podr¨ªan tener sexo sin pagar, pero entonces solo ser¨ªa sexo, y no poder. ¡°Te he pagado, as¨ª que vas a hacer lo que a m¨ª me da la gana¡±.
?Hay mujeres libres, felices y contentas en contexto de prostituci¨®n? S¨ª, las hay, pero es una cifra residual comparada con la mayor¨ªa de las mujeres que llegan a Espa?a huyendo de unas condiciones de vida brutales, y es precisamente de esta vulnerabilidad de la que se aprovechan los delincuentes para explotarlas sexualmente, casi siempre, en r¨¦gimen de cautiverio.
La reforma de la ley org¨¢nica para penalizar cualquier forma de proxenetismo, para que nadie pueda lucrarse con la prostituci¨®n ajena, supuestamente, estaba lista en el Congreso, al igual que la ley integral contra la trata. Pero las Cortes est¨¢n disueltas y, por lo tanto, no hay actividad legislativa, as¨ª que ahora ya no es posible.
Una vez m¨¢s, este tema no est¨¢ en el centro del discurso ni parece importante o urgente condenar a los que se enriquecen de este crimen contra las mujeres. Porque esto no va de moral, ni siquiera de sexo, sino que va de violencia sistem¨¢tica, de esclavitud, de vulneraci¨®n de todos y cada uno de los derechos fundamentales. Por ello, es inaceptable la comparaci¨®n con otras actividades con mucho desgaste f¨ªsico, como el trabajo en la construcci¨®n, la miner¨ªa o el campo.
No he visto a ning¨²n alba?il en pleno mes de enero a seis grados bajo cero trabajando en una zanja en la calle, cubriendo su cuerpo ¨²nicamente por un tanga de leopardo y encima de unos tacones-andamios de 15 cent¨ªmetros. En Madrid, pocos d¨ªas despu¨¦s de la gran borrasca de nieve Filomena, las mujeres prostituidas en el Pol¨ªgono Colonia Marconi regresaban d¨®cilmente y desnudas de cuerpo y derechos a sus trocitos de acera alquilados a sus chulos, rodeadas de un paisaje de monta?as de hielo. Tampoco he escuchado que a los mineros se les obligue a ¡°vivir¡± y a pagar el alquiler de la mina, una vez finalizada su jornada laboral, o incluso que se les impida salir a la superficie. Las mujeres duermen en las mismas camas donde durante 15 horas al d¨ªa, siete d¨ªas a la semana, muchos hombres las han usado, insultado y pegado (un porcentaje muy elevado de los homicidios de mujeres en contexto de prostituci¨®n han sido a manos de ¡°clientes¡±).
No me suena que a un recolector de hortalizas le pidan, antes de empezar a trabajar cada d¨ªa, 80 euros en concepto de ¡°plaza¡± que deben pagar las mujeres antes de arrancar la jornada de abuso sexual. No creo que el contratista de estos gremios u otros se quede con la mayor parte de la paga de sus trabajadores, o los coaccione, los pegue o los insulte, les imponga multas, los obligue a consumir alcohol y drogas, o amenacen con hacer da?o a su familia si no rinden lo suficiente¡ Est¨¢ claro que estas mujeres, mayoritariamente extranjeras en situaci¨®n irregular, son tan tontas que les gusta que las traten peor que a los animales y dar su dinero a un tercero.
Legislar en contra de cualquier forma de lucro de la prostituci¨®n ajena supondr¨ªa una p¨¦rdida importante de dinero. El INE estima que la prostituci¨®n aporta 4.100 millones de euros, el 0,35% del PIB. Esta reforma legislativa (que no necesita de una dotaci¨®n presupuestaria), por tanto, supondr¨ªa la p¨¦rdida de una fortuna, y no solo para los proxenetas. Espa?a se ha convertido en un destino de turismo sexual. Nuestras costas, islas y algunos lugares como La Jonquera son aut¨¦nticos parques tem¨¢ticos de prostituci¨®n. Este ¨²ltimo es el burdel del sur de Francia. Pero claro, como esto solo afecta mayormente a mujeres miserables explotadas en el puter¨ªo, no pasa nada. Es lo de siempre: ¡°ellas lo hacen porque quieren, les gusta y ganan much¨ªsimo dinero¡±.
Y si realmente no ganan dinero y estas mismas mujeres, para poder comer y dar alimento a sus hijos, decidieran vender sus ¨®rganos, ?qu¨¦ pasar¨ªa? Sus ri?ones, al fin y al cabo, son suyos, como su vagina. Podr¨ªan venderlos si ese fuera su deseo: libertad para ser puta, libertad para vender las v¨ªsceras. Pues bien, las leyes y los derechos humanos lo impedir¨ªan, porque de no ser as¨ª, los ricos vivir¨ªan m¨¢s a?os a costa de los ¨®rganos de las personas m¨¢s vulnerables. Ning¨²n Gobierno consentir¨ªa el tr¨¢fico de ¨®rganos o la trata para la extracci¨®n de ¨®rganos, ?pero por qu¨¦ esa mirada para otro lado con la explotaci¨®n sexual? Seguramente no es nada personal hacia las m¨¢s indigentes de vestimenta y derechos, sino que, sin m¨¢s ¡ªy como dec¨ªa Coppola en la saga de El padrino¡ª solo son negocios.
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