La prostituci¨®n y las redes sociales
?Las redes sociales, deben ser un lugar de libertad plena, casi sin control, como la literatura, la pintura y el teatro? ?Requieren un l¨ªmite?
El denominador com¨²n de estos dos fen¨®menos es la imposibilidad de prohibirlos. El mundo est¨¢ condenado a sufrir las consecuencias de estos comportamientos sociales. Ambas conductas necesitan reglamentaci¨®n para racionalizar sus consecuencias. Es dif¨ªcil atender la tarea. La prostituci¨®n es un contrato entre dos personas mayores de edad para prestar un servicio a cambio de una suma de dinero. Una compraventa. Prohibirlo es obligar a los infractores a la ilegalidad y a la clandestinidad poniendo en riesgo a la salud p¨²blica. Adem¨¢s, es probable que el individuo que vende su cuerpo por unos minutos, por una noche o por una permanencia, lo haga por la situaci¨®n de pobreza sin encontrar una opci¨®n diferente.
Las redes sociales son mecanismos de comunicaci¨®n a trav¨¦s de internet y forman tejidos de muchas personas en forma r¨¢pida y sin mayores l¨ªmites. La prostituci¨®n es considerada el oficio m¨¢s antiguo del mundo mientras las redes son un desarrollo del siglo XXI, aunque su origen data de 1995. Mientras la prostituci¨®n es un lastre para la sociedad, las redes constituyen un avance espl¨¦ndido de la tecnolog¨ªa. Como todo avance hist¨®rico viene con censuras. El presidente Belisario Betancur recordaba c¨®mo el cura p¨¢rroco de su pueblo, Amag¨¢, se quejaba en el p¨²lpito de la construcci¨®n de la carretera porque por cuenta de la misma iba a llegar a la poblaci¨®n la prostituci¨®n con graves consecuencias a la moralidad p¨²blica, por lo que lanz¨® una campa?a pro-contra la carretera. Las redes no se salvan. Frente a los beneficios indiscutibles del sistema no faltan los yerros. El m¨¢s repetitivo es el de las denominadas bodegas, mediante las cuales se producen opiniones que no existen. Sin embargo, parecen reales y hacen parte de estrategias dise?adas para lograr metas prefijadas non sanctas.
El debate tiene dos caras ?Las redes sociales, deben ser un lugar de libertad plena, casi sin control, como la literatura, la pintura y el teatro? ?Requieren un l¨ªmite? Por una parte, las redes digitales constituyen m¨¢s posibilidades de ser o¨ªdas para las minor¨ªas en defensa de las clases populares y en especial de las mujeres. La otra cara tiene que ver con la ¡°cultura de la cancelaci¨®n¡± que es un mecanismo para silenciar a todo aquel que, a juicio de los censores, atente en contra de los valores de lo pol¨ªticamente correcto, lo que subjetivamente se considere respetuoso. La l¨®gica indica que a las redes se les debe aplicar el mismo r¨¦gimen legal que rige para los otros medios de comunicaci¨®n social (prensa, radio, televisi¨®n). Por lo pronto el Departamento de Justicia de Estados Unidos demand¨® a Google por corrupci¨®n a la competencia. Habr¨ªa que tener en cuenta el impacto mayor del ciberacoso y de la promoci¨®n de medicamentos que causan la muerte. La experta en derecho p¨²blico y doctora Viv¨ªan Newman le dijo al diario El Espectador que la cancelaci¨®n es una manifestaci¨®n de la libertad de expresi¨®n, pero puede llegar a limitarse si se afectan desproporcionadamente los derechos del castigado. Considera tambi¨¦n que el silenciamiento es nefasto para la democracia. Ocultar, silenciar o acallar no apunta a enfrentar el problema ni sirve para avanzar los derechos. As¨ª las cosas, la libertad de expresi¨®n da para legitimar la cancelaci¨®n; tambi¨¦n da para censurarla.
Lo otro es el castigo social. Un grupo de mujeres consiguieron que un profesor acusado de cometer reiterados abusos sexuales se viera obligado a renunciar a un alto cargo diplom¨¢tico. El ¡°educador¡± result¨® castigado sin que los cargos hubiesen recibido un tr¨¢mite judicial, lo que da pie para manifestar que saltarse el procedimiento conduce a la pr¨¢ctica de la justicia privada. Por todas estas contradicciones resulta muy dif¨ªcil establecer normas positivas que le pongan orden al aguacero digital. Es frecuente escuchar los elogios y simult¨¢neamente los reproches. No queda m¨¢s remedio que seguir la f¨®rmula del Cura de Amag¨¢: una campa?a pro-contra las redes sociales. Mucho menos engorroso racionalizar la prostituci¨®n.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.