El arco inc¨®modo
El monumento erigido en 1958 junto a la Ciudad Universitaria madrile?a para conmemorar la victoria franquista en la Guerra Civil sigue siendo uno de los espacios que requieren de m¨¢s an¨¢lisis para su comprensi¨®n profunda por la ciudadan¨ªa
En el mes de agosto, el aeropuerto de Barajas est¨¢ repleto de gente, las colas de personas esperando para conseguir su tarjeta de embarque o dejar sus maletas son el paisaje habitual cuando los madrile?os dejan masivamente la ciudad. A menudo, quienes vienen no dejan de consumir algo en los restaurantes que lo pueblan. Desde all¨ª pueden verse en las pantallas disponibles por todas partes las promociones de viajes, de compa?¨ªas comerciales o de agencias inmobiliarias. La Comunidad de Madrid, en varios v¨ªdeos promocionales, da la bienvenida al lugar y muestra las ventajas de visitar la ciudad y los pueblos que componen la regi¨®n: gastronom¨ªa, naturaleza, vida nocturna, arte, parques, sol, monumentos... Im¨¢genes que se van solapando nos ense?an esos lugares con los que habr¨¢n so?ado, seguramente, quienes nos visitan cada a?o. Vemos El Escorial, el Museo del Prado, el parque del Retiro, el Palacio Real, la Puerta de Alcal¨¢... Y, casi de rond¨®n, las pantallas que promocionan Madrid en uno de los principales aeropuertos de Europa nos muestran el Arco de la Victoria, el que desde la Ciudad Universitaria da acceso y salida a Madrid por su zona noroeste, en clara invitaci¨®n a que lo visitemos como cualquier otro monumento de los que han ido apareciendo en el v¨ªdeo.
Cuesta pensar que se trate de ignorancia lo que haya llevado esa imagen hasta all¨ª, aunque en los ¨²ltimos tiempos la jactancia en el desconocimiento perezoso sea un valor de eso que quieren imponernos como el vivir a la madrile?a. El Ayuntamiento de Madrid, en su cuenta de Twitter, el pasado 23 de julio, d¨ªa de elecciones generales, animaba a los madrile?os a visitar el arco, de nuevo como un monumento m¨¢s, como un valor emblem¨¢tico de Madrid al que acercarse un domingo de sol. Nada se dec¨ªa en aquel mensaje, que la presi¨®n de tuiteros cr¨ªticos oblig¨® a retirar, de qu¨¦ supon¨ªa esa construcci¨®n enorme, inoportuna, y, para muchos visitantes, tan desconocida como indescifrable.
Desde hace unos a?os, te¨®ricos del patrimonio cultural vienen usando un t¨¦rmino que ha tardado tiempo en estar presente en Espa?a y que es ¨²til para describir el significado de un monumento como el arco. Se habla de dissonant heritage, algo que en castellano podr¨ªa traducirse como patrimonio inc¨®modo. El Arco de la Victoria, erigido en 1958, sigue siendo uno de los espacios monumentales que requieren de m¨¢s explicaci¨®n y an¨¢lisis para su comprensi¨®n profunda por la ciudadan¨ªa. En una asignatura del primer curso del Grado en Historia, pregunt¨¦ a los estudiantes si sab¨ªan lo que conmemora este arco madrile?o. Muchos, recordando que hab¨ªan visto en Par¨ªs el Arco del Triunfo de la Place de l¡¯?toile, afirmaron que nuestro arco celebraba la victoria del pueblo madrile?o contra los franceses en 1808; otros se?alaron que tal vez ten¨ªa que ver con alguna guerra carlista... Resultaba dif¨ªcil enlazar con claridad el mensaje que ofrece el monumento con alg¨²n episodio de nuestro pasado reciente ¡ªse entiende b¨¦lico y vencedor¡ª que poder atribuir a una celebraci¨®n tan aparatosa.
No resultaban demasiado extra?as las dudas de aquellos estudiantes. A¨²n cuesta pensar en la crueldad que existe detr¨¢s de este monumento ¨²nico en su categor¨ªa: se trata de un arco de triunfo que conmemora en la capital de un pa¨ªs la victoria en una guerra civil, es decir, la de una parte de su ciudadan¨ªa frente a la otra y se levanta, adem¨¢s, a escasos metros del lugar en el que el bando vencido en la guerra se rindi¨® ante los vencedores. All¨ª, entre escombros y trincheras, el 28 de marzo de 1939 el coronel republicano Adolfo Prada entregaba Madrid al coronel franquista Eduardo Losas. Los ganadores de la guerra enseguida decidieron levantar all¨ª mismo un monumento que ensalzara aquel momento de humillaci¨®n y que recordara siempre a quien pasara por all¨ª qui¨¦n hab¨ªa ganado la guerra. Las dudas de aquellos estudiantes, basadas en un desconocimiento del que no puedo culparles, persisten e inciden en una ignorancia a¨²n m¨¢s dolorosa si es exhibida por los poderes p¨²blicos que nos administran.
El arco que, junto con el monumento del Valle de Cuelgamuros, es el mejor ejemplo en Espa?a de un patrimonio inc¨®modo, salta al debate p¨²blico de cuando en cuando sin que muchas de las soluciones r¨¢pidas que se aportan, resulten ¨²tiles. Pocas apelan a la necesidad de conocimiento tal vez porque a¨²n seguimos a vueltas con la excepcionalidad espa?ola, con la dificultad de ponernos de acuerdo en un m¨ªnimo relato compartido. Derribar el arco, demanda planteada por alg¨²n sector pol¨ªtico, anular¨ªa cualquier posibilidad cr¨ªtica, formativa e ilustrativa de explicar nuestro pasado reciente. No hacer nada, como hasta ahora, dejar que el monumento se deteriore, se vandalice o, peor, se use como lugar de exaltaci¨®n de los mismos valores que lo construyeron, acabar¨¢ consiguiendo que, a la larga, cualquier soluci¨®n, por pobre o mala que sea, se acabe imponiendo porque cualquier cosa ser¨¢ mejor que la inacci¨®n.
Necesitamos investigar y conocer en profundidad el proceso de construcci¨®n del arco, sus dise?os, proyectos avanzados y tambi¨¦n desechados, los debates que supuso su construcci¨®n, los costes. Debemos documentar sus usos y tambi¨¦n la forma en el que propio r¨¦gimen franquista acab¨® por arrumbarlo. Necesitamos compararlo con otros espacios, precisamos de ideas y criterios ya empleados en otros lugares para saber qu¨¦ hacer y c¨®mo gestionar esa parte sucia de nuestro pasado.
La soluci¨®n que nos ofrece la Casa del Fascio en la ciudad italiana de Bolzano es sumamente inspiradora. En 2017 se inaugur¨® una nueva forma de leer aquel espacio, construido entre 1939 y 1942 como sede del Partido Fascista italiano y en el que se conserva un bajorrelieve con Mussolini a caballo celebrando los triunfos fascistas. A partir de una propuesta de una comisi¨®n hist¨®rica, se aprob¨® una intervenci¨®n de historizaci¨®n y contextualizaci¨®n que a?adi¨® una proyecci¨®n lum¨ªnica, en italiano, alem¨¢n y ladino, de la frase de la fil¨®sofa Hannah Arendt ¡°Nadie tiene derecho a obedecer¡± y que contrasta con la sentencia fascista, que sigue presente en el monumento, que obligaba a creer, obedecer y combatir.
Cada ma?ana, cuando acudo a mi despacho en la Universidad y cruzo el espacio del Arco de la Victoria, me reciben un par de frases en lat¨ªn cuya traducci¨®n podr¨ªa ser ¡°A los ej¨¦rcitos aqu¨ª victoriosos la inteligencia, que siempre es vencedora, da y dedic¨® este monumento¡± y, en alusi¨®n al campus universitario en el que se libr¨® la batalla de Madrid, tambi¨¦n se nos recuerda: ¡°Fundado por la generosidad de un Rey, restaurado por el Caudillo de todos los espa?oles, el templo de estudios matritense florece bajo la mirada de Dios¡±. A lo apabullante del escenario que recorremos se unen estas sentencias a las que no prestamos atenci¨®n. A fuerza de convivir con el pasado inc¨®modo se han levantado pantallas invisibles que no nos dejan percibirlo. Algunos dirigentes pol¨ªticos no sienten el menor inter¨¦s por ese pasado, no sea que atenderlo y comprenderlo suponga un esfuerzo y, sobre todo, borre narrativas que, de tan simples y planas, son ya bienes de consumo. Y as¨ª, dejando pasar el tiempo, fomentando el desprecio por el conocimiento y el detalle complejo, seguimos asumiendo riesgos como algunos espect¨¢culos de 20 de noviembre en los que, sobre los pelda?os destrozados del arco, se entonan estrofas amargas en las que algunos se reivindican como novios de la muerte. Cada vez que eso ocurre, imagino el arco con otra frase proyectada con una potente luz violeta que dice, como Lorca, que ¡°las estrellas no tienen novio¡±.
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