La ¨²ltima comedia de Feij¨®o

Alberto N¨²?ez Feij¨®o, el hombre que elev¨® al sanchismo a categor¨ªa pol¨ªtica vertebradora de un diab¨®lico proyecto para hundir Espa?a y prometi¨® su derogaci¨®n, acude ahora a Pedro S¨¢nchez para intentar resarcirse de su fracaso. Feij¨®o repite una y otra vez que ha ganado las elecciones, pero propone la reducci¨®n a dos a?os de su mandato. O sea, reconoce que no alcanza para gobernar con normalidad. En el actual clima de crecimiento del autoritarismo posdemocr¨¢tico en toda Europa, Feij¨®o no tuvo reparo en colocar al PP en esta l¨ªnea, apostando por la alianza con Vox, genuino representante de la extrema derecha, al que blanque¨® sin escr¨²pulos. Los buenos resultados en las municipales contribuyeron a que Feij¨®o se instalara en su fantas¨ªa. La furia en la derogaci¨®n del sanchismo subi¨® de tono. Jaleado por una parte importante del poder econ¨®mico y medi¨¢tico, convencido de que el triunfo de la derecha en las generales era inexorable, entreg¨® a Vox un poder pol¨ªtico auton¨®mico y local sin precedentes. Los ciudadanos se dieron cuenta de que el PP hab¨ªa cruzado una l¨ªnea roja. Y se produjo la reacci¨®n democr¨¢tica.

Parece que a Feij¨®o no se le hab¨ªa ocurrido que una parte de los votantes optar¨ªan por el voto ¨²til socialista frente a la amenaza del autoritarismo posdemocr¨¢tico. Ni siquiera hab¨ªa pensado que el electorado espa?ol, como ha destacado la prensa europea, pudiera ser el primero en romper las inercias autoritarias que circulan ahora mismo por Europa. Y el triunfo que se daba por garantizado qued¨® en una enorme frustraci¨®n.

El derogador sali¨® derogado. Y acude a S¨¢nchez no para encontrar una ayuda que sabe que no tendr¨¢, sino para tratar de salvar su imagen y evitar ser desahuciado por su propio partido, aun a costa de alargar el proceso de investidura y bloquear la normalidad institucional. Ya no le queda otra que insistir en un discurso catastrofista, como si Espa?a estuviese en una terrible encrucijada, buscando teatralizar un encuentro con el adversario a derogar convertido s¨²bitamente en interlocutor principal. La comedia no ha durado ni una hora. Nos deja una infantil carta a S¨¢nchez s¨²bitamente convertido en rey mago: d¨¦jeme mandar dos a?os con seis pactos sin contenido preciso para evitar que el partido me pase a la reserva. Y todo ello amparado en el gastado y recurrente discurso de la derecha sobre la salvaci¨®n de Espa?a de sus enemigos eternos.

No s¨¦ si S¨¢nchez conseguir¨¢ o no la investidura. Quiz¨¢s ya lo sabr¨ªamos si Feij¨®o no hubiese decidido perder un mes a la mayor gloria de su ego, con la hipot¨¦tica esperanza de que el PP le perdone el fracaso. S¨ª sabemos que cualquier combinaci¨®n ganadora para Feij¨®o lleva consigo a la extrema derecha ¡ªque es lo que moviliz¨® en su contra a la ciudadan¨ªa¡ª. Al candidato no le queda otro argumento que la satanizaci¨®n de los independentistas, a los que, por otra parte, est¨¢ reconociendo con sus intentos de ganarse la abstenci¨®n de Junts per Catalunya, con quien dice compartir pulsiones derechistas. Con tanto meneo, poca autoridad tiene para criticar a S¨¢nchez por sus acuerdos pol¨ªticos.

La realidad es la que es. Hubo un choque en 2017 que puso a prueba las relaciones de fuerzas. Que cada cual aprenda de esta experiencia. Ni a unos ni a otros les conviene la confrontaci¨®n abierta, por m¨¢s que la derecha espa?ola, amparada en la fuerza represiva, pueda pensar que le favorece. Ciertamente, ahora mismo la independencia no est¨¢ en el orden del d¨ªa, por razones obvias que solo desde el entumecimiento mental que provoca cualquier fe, ya sea en el cielo o en la tierra, se pueden negar. Se trata, por tanto, de buscar acuerdos pol¨ªticos que favorezcan la salida de la l¨®gica de excepci¨®n. Y es lo que ha intentado t¨ªmidamente S¨¢nchez, durante cuyo mandato el conflicto se ha distendido. El PNV, siempre con su habitual sentido de la oportunidad, ya est¨¢ moviendo ficha: un pacto por un Estado plurinacional.

La cuesti¨®n independentista sirve de coartada para todos, porque ayuda a esconder la cuesti¨®n de fondo que explica el desencanto democr¨¢tico que vive Europa. Michael Sandel lo enuncia as¨ª: ¡°Desterrar del debate las cuestiones moralmente pol¨¦micas no hace que estas queden sin dilucidar; solo significa que ser¨¢n los mercados, presididos por los sectores m¨¢s ricos y poderosos de la sociedad, los que decidir¨¢n estas cuestiones por nosotros¡±.

Ante lo cual no es de extra?ar que el discurso pol¨ªtico suene a hueco, que la polarizaci¨®n crezca, m¨¢s a¨²n con el refuerzo del simplismo digital, que la ret¨®rica nacionalista sea el recurso que lo cubre todo, que los ciudadanos desorientados y agobiados por un capitalismo que agranda las desigualdades y abre enormes brechas sociales, puedan acabar acogi¨¦ndose a las falsas promesas del autoritarismo posdemocr¨¢tico. Aqu¨ª, la ciudadan¨ªa fren¨® el primer intento. Y este es el mandato que emana de estas elecciones. Y que Feij¨®o no quiere asumir.