Cuando el arte ense?a emociones a la IA
Resulta necesario vincular m¨¢s estrechamente los campos cient¨ªfico y creativo en el desarrollo de la inteligencia artificial, pues la expresi¨®n de los sentimientos est¨¢ inevitablemente ligada a la subjetividad humana
Uno de los grandes retos de la inteligencia artificial (IA) es aprender c¨®mo siente la especie humana. La ciencia del estudio de las emociones se ha desarrollado ampliamente a lo largo de la historia. La Ret¨®rica de Arist¨®teles ya planteaba la capacidad de persuadir a trav¨¦s del manejo emocional, y su clasificaci¨®n de siete emociones b¨¢sicas ha sido clave para la evoluci¨®n de esta ciencia. Otros investigadores, como Duchenne, Darwin o Ekman han profundizado y teorizado sobre el comportamiento emocional del ser humano. Ekman cre¨® un sistema denominado FACS (por las siglas en ingl¨¦s de Sistema de Codificaci¨®n Facial) que ha sido fundamental para el desarrollo de las aplicaciones de aprendizaje autom¨¢tico. Su idea era reemplazar el trabajo de los artistas en la representaci¨®n de la vida interior de las personas, desprendi¨¦ndola del car¨¢cter subjetivo que pudiera apreciarse en el proceso creativo.
Sin embargo, otras l¨ªneas de investigaci¨®n del comportamiento humano se han acercado m¨¢s a las pr¨¢cticas art¨ªsticas, centr¨¢ndose en la creaci¨®n de obras de arte para generar un cat¨¢logo de emociones. Por ejemplo, la Universidad de Standford ha creado una herramienta denominada ArtEmis que est¨¢ entrenada para leer expresiones emocionales de grandes obras de arte. Con una inmensa base de datos, el algoritmo se entrena para comprender que cada parte de una obra de arte puede generar una emoci¨®n distinta, y que a su vez esta puede cambiar en cada persona. Para los creadores de ArtEmis, el arte es un elemento esencial para entrenar la IA en las emociones humanas.
Tambi¨¦n los museos utilizan la IA para conocer la respuesta de sus visitantes, y los comisarios de exposiciones para generar contenidos. El arte contempor¨¢neo es otra de las herramientas utilizadas para provocar respuestas emocionales. Los experimentos en esta l¨ªnea buscan desarrollar la idea de que la IA sea capaz de provocar emociones que favorezcan determinados comportamientos humanos, como inspirar creatividad o pensamiento innovador.
Seg¨²n el profesor de Psicolog¨ªa de la Universidad de Princeton Alexander Todorov, las emociones fueron descubiertas antes por los artistas que por los cient¨ªficos. Esta teor¨ªa tiene una fuerte presencia en el desarrollo tecnol¨®gico. La Universidad de California Berkeley ha puesto en marcha un programa de trabajo con cient¨ªficos para determinar las emociones que ha generado la creaci¨®n art¨ªstica a lo largo de la historia y de las culturas. As¨ª, ha podido clasificar 25 emociones diferentes, muchas m¨¢s de las que Arist¨®teles lleg¨® a catalogar.
Pero no siempre las expresiones faciales reflejan un estado de ¨¢nimo. Es muy f¨¢cil para cualquier persona falsear una emoci¨®n o sentir algo sin expresarlo con una mueca o un gesto. Recordemos el debate hist¨®rico sobre la sonrisa de la Mona Lisa y la cantidad de especulaciones y teor¨ªas que se han llegado a publicar. Esta afirmaci¨®n pondr¨ªa en cuesti¨®n los estudios de Ekman y ha generado numerosa literatura cient¨ªfica a favor y en contra. Para el profesor Crivelli, de la Universidad Montfort de Leicester, confiar en una expresi¨®n facial para catalogar una emoci¨®n ser¨ªa como medir la masa en metros.
A pesar de la dificultad de relacionar una expresi¨®n con una emoci¨®n, el futuro reglamento europeo sobre inteligencia artificial ha clasificado el an¨¢lisis de las emociones como una tecnolog¨ªa de ¡°riesgo m¨ªnimo o bajo¡±. En cambio, las recomendaciones de compra de los algoritmos en las redes sociales han recibido la calificaci¨®n de ¡°riesgo alto¡±. Esta situaci¨®n contrasta con la preocupaci¨®n que genera en Estados Unidos el control de la poblaci¨®n a trav¨¦s de las emociones. El senador dem¨®crata Ron Wyden, uno de los legisladores responsables de la regulaci¨®n americana en este campo, ha se?alado en numerosas ocasiones el riesgo que supone para los derechos civiles una clasificaci¨®n err¨®nea de las emociones.
Relacionado con el respeto de los derechos, el uso de tecnolog¨ªas de reconocimiento facial para el control de las minor¨ªas est¨¢ siendo una de las cuestiones m¨¢s pol¨¦micas. Como ejemplo, podemos citar el plan llevado a cabo por el Gobierno chino con la minor¨ªa uigur. Ampar¨¢ndose en la pol¨ªtica de seguridad, el Gobierno chino lleva a cabo un programa de vigilancia centrado en el reconocimiento de emociones. La tecnolog¨ªa utilizada est¨¢ especializada en el reconocimiento facial con clasificaciones en base a la etnicidad de cada persona. De esta manera, se pueden generar bases de datos personales que identifiquen el comportamiento diario de cada individuo, sus inclinaciones pol¨ªticas, sus amistades, aficiones o inquietudes. Estamos ante un hecho real m¨¢s all¨¢ de cualquier distop¨ªa orwelliana.
En conclusi¨®n, es necesario vincular de manera m¨¢s estrecha los campos de la ciencia y el arte pues la expresi¨®n de las emociones est¨¢ inevitablemente ligada a la subjetividad del ser humano. La creaci¨®n art¨ªstica generada a trav¨¦s de esta experiencia es ¨²nica y no podr¨¢ ser sustituida, por lo menos en un breve plazo.
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