Esta es la cuesti¨®n
No es f¨¢cil calibrar los beneficios y los costes de una amnist¨ªa de la que a¨²n no sabemos qu¨¦ forma o car¨¢cter tiene
La cuesti¨®n no es ser o no ser amnistiado. Algunos llevamos todo el verano vagando como Hamlet, con rostro fantasmag¨®rico y calavera en mano, musitando el dilema al que se enfrenta la pol¨ªtica espa?ola actual: amnist¨ªa s¨ª o no. Pero esa no es la question, sino esta: ?gana el conjunto de Espa?a m¨¢s de lo que pierde concediendo una amnist¨ªa a los encausados en el proc¨¦s?
As¨ª de simple. Y de complicado, porque no es f¨¢cil calibrar los beneficios y los costes de una medida de la que todav¨ªa, como de las bestias mitol¨®gicas, no sabemos qu¨¦ forma o car¨¢cter tiene. Sin embargo, toca hacer ese ejercicio porque, una vez el monstruo (o la s¨ªlfide) salga de la guarida, puede ser tarde para tomar posiciones.
Los costes son obvios. Una amnesia legal da?a el Estado de derecho, golpeando el principio de imparcialidad e igualdad de todas las personas frente a la ley. Adem¨¢s, erosiona la confianza en el sistema de los encargados de sostenerlo, del ¨²ltimo polic¨ªa al primer magistrado. Podemos discutir si estos costes son altos o bajos, pero no podemos negarlos. Y, por tanto, cualquier propuesta de amnist¨ªa debe ofrecer unos r¨¦ditos sustantivamente mayores. Esto lo deben entender los partidarios de la amnist¨ªa en el Gobierno. Y si no lo consiguen, solo necesitan ponerse las grabaciones de sus propias declaraciones hasta hace apenas unos meses. Si estaban radicalmente en contra de cualquier alivio penal a Puigdemont, es porque le ve¨ªan unas evidentes desventajas.
Pero los detractores en la oposici¨®n deben tambi¨¦n comprender otro punto esencial: el hecho de que PSOE, Sumar y dem¨¢s fuerzas que apoyar¨ªan esta medida hayan cambiado de opini¨®n por urgencia aritm¨¦tica no los convierte necesariamente en c¨ªnicos sin principios. Insisto en el ¡°necesariamente¡±: quiz¨¢s son unos amorales maquiav¨¦licos. Pero malpensar de entrada del pr¨®jimo es una pobre forma de moverse por la vida. Y, sobre todo, la amnist¨ªa (o como se llamase la criatura), si fuera aprobada por la mayor¨ªa del Congreso, representar¨ªa la voluntad popular.
Y el sentir ciudadano se ha movido estos meses. Gracias a un intenso debate p¨²blico, S¨¢nchez ya no puede ceder ante Junts (o ERC) a cambio de la investidura y unos Presupuestos, como quiz¨¢s pretend¨ªa la noche del 23-J. La opini¨®n p¨²blica exige que cualquier pacto con los independentistas beneficie al pa¨ªs m¨¢s de lo que cueste. Esa es la cuesti¨®n.
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