He sido la ruina de ambos
La pol¨ªtica de ocupaci¨®n, colonizaci¨®n, opresi¨®n y represi¨®n brutal abanderada en la actualidad por Netanyahu es una cat¨¢strofe para los palestinos y un oscuro lastre para los israel¨ªes
Hacia el final de El viejo y el mar, el pescador Santiago pronuncia la frase que titula esta columna. Ya solo queda la mitad del enorme pez que el viejo hab¨ªa logrado capturar y que trataba de llevar hasta la orilla amarrado a un flanco del bote. Los tiburones se lo van comiendo en la larga traves¨ªa de vuelta y el viejo comprende que solo llegar¨¢ a tierra su gigantesco esqueleto. ¡°Fui demasiado mar adentro¡±, dir¨¢. La conciencia de una obcecaci¨®n in¨²til que mat¨® al noble pez y casi destroza al pescador parece inundarle, sobreponi¨¦ndose al orgullo de no haberse rendido en una faena en medio de extraordinaria adversidad.
El viejo y el mar tiene rasgos de cuento mitol¨®gico, de episodio b¨ªblico, e igual que estos inspira multitud de interpretaciones. La obra maestra de Hemingway no tiene nada a que ver con el conflicto palestino-israel¨ª, pero ese instante de conciencia de Santiago es exactamente el mensaje que deber¨ªa hacer reflexionar a los l¨ªderes israel¨ªes ¡ªy a todos los amigos de Israel¡ª ahora mismo. Las decisiones que tomen en estos d¨ªas pueden conducir demasiado mar adentro, producir ¡ªde distinta manera¡ª la ruina de ambos bandos.
Es evidente que Israel ha sufrido un ataque b¨¢rbaro y que tiene derecho a replicar con la fuerza dentro de los m¨¢rgenes del derecho internacional. A todas luces, est¨¢ sobrepasando los criterios de proporcionalidad y es m¨¢s que probable que jueces internacionales considerar¨ªan como criminal la respuesta. Pero a la hora de calibrar su reacci¨®n, adem¨¢s del marco legal, Israel debe contemplar el marco pol¨ªtico. Esto requiere reflexionar sobre el contexto pasado y las perspectivas futuras.
Tiene raz¨®n el secretario general de la ONU en subrayar que los hechos actuales brotan de m¨¢s de medio siglo de una ocupaci¨®n abusiva y opresora. Ello, por supuesto, no justifica de ninguna manera la violencia de Ham¨¢s, que merece la condena m¨¢s firme posible. Pero es parte importante de su explicaci¨®n. La OLP renunci¨® hace mucho a las armas, no es una cre¨ªble amenaza de seguridad y, sin embargo, Cisjordania no solo ha seguido ocupada con m¨ªnimas dosis de autogobierno, sino que la colonizaci¨®n israel¨ª ha seguido imparable a lo largo de d¨¦cadas. Es, este, un proceso inmoral adem¨¢s de ilegal que solo responde a una l¨®gica de intereses ego¨ªstas, no a una de seguridad.
Occidente deber¨ªa haber presionado hace mucho con las notables palancas de las que dispone para que esto no ocurriera. S¨ª, se aprobaron resoluciones en la ONU. Pero no se activaron los resortes esenciales de la influencia que pod¨ªan conducir a un cambio. EE UU, aquel que m¨¢s influencia tiene, podr¨ªa haber condicionado su ayuda militar a Israel a que la colonizaci¨®n se parara. La UE, una potencia comercial, podr¨ªa haber tomado medidas econ¨®micas de mayor calado que simples cuestiones de etiquetado de productos procedentes de los territorios ocupados. Ello podr¨ªa y deber¨ªa haberse hecho reafirmando siempre el compromiso inquebrantable con el derecho de Israel de existir en paz. Esto no es sin¨®nimo de avalar abusos. Esta cuesti¨®n est¨¢ en el mismo centro del contexto esencial para entender por qu¨¦ estamos aqu¨ª y decidir qu¨¦ hacer a partir de aqu¨ª.
La perspectiva nos dice que, de seguir en esta senda, de emprender una invasi¨®n de Gaza, los riesgos son enormes. En primer lugar, por supuesto, para la ya martirizada poblaci¨®n gazat¨ª. Tambi¨¦n para Israel, que podr¨¢ verse sumido en una lucha sangrienta y muy ardua de ganar en la Franja. Y adem¨¢s porque el riesgo de escalada se multiplicar¨ªa. Israel podr¨ªa sufrir una lluvia de cohetes de Hezbol¨¢ desde el L¨ªbano. EE UU ya ha sufrido ataques en la zona, y ha respondido. Pero hay m¨¢s. Israel corre el riesgo de perder de forma mucho m¨¢s profunda que en episodios anteriores el respaldo de la opini¨®n p¨²blica occidental. La musulmana, por su parte, har¨¢ extraordinariamente complicado que pueda avanzarse en la normalizaci¨®n de relaciones entre Israel y los pa¨ªses ¨¢rabes que estaba en desarrollo. Es cierto que, en conflagraciones anteriores, la indiferencia sigui¨® a la indignaci¨®n y todo sigui¨® igual. Pero esta vez hay elementos diferentes: la magnitud de los horrores; un mundo en pleno cambio, inestable, m¨¢s proclive al conflicto.
Los amigos de Israel tienen que hacerle ver que la senda en la que navega, adem¨¢s de injusta para los palestinos, no conduce a prosperidad y seguridad, como Netanyahu y otros estuvieron vendiendo durante mucho tiempo, porque fomenta odio. Los amigos de Israel deben hacerle ver eso y actuar, presionar para un cambio con los elementos de los que disponen.
Hay situaciones en las que, colectiva o individualmente, caemos presa de obcecaciones. Por avidez de poder, por miedo, por ego¨ªsmo, por orgullo, o incluso por amor mal gestionado, perdemos el equilibrio, la br¨²jula, y de forma pertinaz nos enroscamos en un error que no sabemos o queremos ver, precipitamos la ruina de nuestros vecinos, amigos, amores y de nosotros mismos.
Hay que despertar, con voz y actos, a quienes, en una obcecaci¨®n irracional, contribuyen a la ruina de ambos, la de los palestinos en la opresi¨®n, la de los israel¨ªes lastrados por la indignaci¨®n internacional, un camino que pudre su alma democr¨¢tica.
El viejo regres¨® a la orilla con tan solo el esqueleto del enorme pez, con las manos destrozadas, consumido. Hemingway narra que, de regreso a su caba?a, se qued¨® dormido. Que so?¨® con leones. Quiz¨¢ sea una met¨¢fora de la muerte. Quiz¨¢ no. Tal vez ma?ana haya otra oportunidad para hacerlo bien.
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