El Dios triste y violento de la extrema derecha no cabe en la Navidad
Aqu¨ª en Brasil estamos luchando por deshacernos del l¨²gubre Dios bolsonarista, el de la violencia, el machista por excelencia, el del placer por las armas
Hoy sabemos c¨®mo nacieron los dioses. Surgieron del miedo a los fen¨®menos desconocidos de la naturaleza y para exorcizar la muerte. M¨¢s tarde, Dios fue femenino, el de la fecundidad y la vida. La historia de la Humanidad, se dice, es la historia de las guerras, pero tambi¨¦n la de las religiones.
No debe ser una casualidad que en este momento hist¨®rico en el que se recrudece la violencia y aumentan las guerras que podr¨ªan ser devastadoras, tambi¨¦n los dioses vuelven a ser violentos y monopolizados por la extrema derecha.
En estos d¨ªas de Navidad que evocan la vida, la ternura, los deseos de paz y reconciliaci¨®n familiar, crea un cierto malestar o¨ªr pronunciar el nombre de Dios a una extrema derecha mundial que apuesta por la violencia y el desgarro.
Habr¨ªa qu¨¦ preguntarse por qu¨¦ la llamada nueva extrema derecha, que es lo m¨¢s viejo que existe, siente la necesidad de abrazarse a Dios como a su escudo protector. ?Qu¨¦ Dios? No escondo que escuchando a Milei, el nuevo guerrero de la venganza, pedir en p¨²blico ¡°que Dios bendiga al pa¨ªs¡± y hablando de libertad, aunque subrayada por su ¡°?carajo!¡±, siento un mal escondido desasosiego.
Y en mi Espa?a, en la que yo sufr¨ª un catolicismo franquista en el que Dios infund¨ªa pavor y emulaba la venganza medieval, veo que empieza tambi¨¦n a resucitar con la nueva extrema derecha, el Dios de la llamada vieja guardia, el del tristemente famoso: ?Viva la muerte!
Aqu¨ª en Brasil estamos luchando por deshacernos del l¨²gubre Dios bolsonarista, el de la violencia, el machista por excelencia, el del placer por las armas, el que siente miedo y desprecio por todo lo femenino. El de las nostalgias de las torturas y las ejecuciones sumarias.
El expresidente bolsonarista tambi¨¦n hab¨ªa hecho de Dios su escudo y su arma. ¡°Dios por encima de todo¡± era su lema. Y confesaba que hab¨ªa llegado a la jefatura del Estado porque Dios lo hab¨ªa premiado tras haber sufrido un navajazo en el vientre durante su campa?a electoral.
Que por lo menos en estos d¨ªas navide?os, en los que creyentes o no se sienten imbuidos de sentimientos de vida y no de muerte, de esperanza y de perd¨®n, olvidemos a los que el papa Juan XXIII, que abraz¨® a todas las religiones, llamaba ¡°profetas de desventuras¡±.
Aquel Papa, como hoy Francisco, apost¨® por la vida, por el amor, por el abrazo sin ideolog¨ªas, por la sencillez franciscana en un mundo devorado por un capitalismo que nos ahoga y nos impide disfrutar de las delicias de la simplicidad, de lo original, de la naturaleza a¨²n no sofocada por un materialismo que todo lo devora.
Alguien dir¨¢ que el mundo siempre fue as¨ª, que siempre se ha columpiado entre la vida y la muerte, entre la religi¨®n como escudo y no como liberaci¨®n, en la victoria de los fuertes contra los d¨¦biles. Es verdad. Pero hoy, tras siglos de oscurantismo pol¨ªtico y religioso, vivimos d¨ªas de conquistas que parecen milagros, en un tiempo en que la vida nos ha ense?ado a distinguir entre la barbarie y la civilizaci¨®n. Entre la libertad y las nuevas tiran¨ªas.
En esta Navidad no deber¨ªamos arrodillarnos ante los dioses de la muerte y s¨ª ante el viejo y alegre pesebre del Nacimiento creado por Francisco de As¨ªs que, despojado del peso muerto de la alienaci¨®n capitalista, supo entonar un canto a la sencillez y a la alegr¨ªa de vivir en libertad sin arrastrar las cadenas del odio o del desamor.
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