Evitar un genocidio
La demanda de Sud¨¢frica contra Israel en el Tribunal de La Haya abre un debate clave para la justicia internacional

El objetivo es parar esta guerra. Este es el sentido de la demanda de Sud¨¢frica contra Israel ante el Tribunal Internacional de Justicia por vulneraci¨®n de la Convenci¨®n de Naciones Unidas para la Prevenci¨®n y Sanci¨®n del Genocidio. A falta de otros instrumentos para presionar al Gobierno de Netanyahu, el Ejecutivo de Pretoria ha recurrido a una convenci¨®n ¡ªno solo firmada, sino impulsada por el Israel reci¨¦n fundado en 1948¡ª para obligar al Estado jud¨ªo a detener su operaci¨®n de asedio, bombardeo e invasi¨®n de Gaza en respuesta a los criminales ataques de Ham¨¢s del 7 de octubre.
La vista celebrada ayer y anteayer en La Haya no pretend¨ªa a¨²n enjuiciar si en la Franja se est¨¢ cometiendo un genocidio. Lo que deber¨¢n determinar con la m¨¢xima urgencia los 17 jueces que componen el tribunal es si hay que imponer medidas cautelares al Estado denunciado para evitar que se siga cometiendo tal delito. M¨¢s tarde, en meses o quiz¨¢s a?os, se pronunciar¨¢ sobre el fondo de la demanda. La mera denuncia y la vista ante la opini¨®n p¨²blica mundial constituyen un rev¨¦s pol¨ªtico para Israel y, sobre todo, para el Gobierno de Netanyahu, puesto que refuerzan los argumentos de quienes se oponen a la guerra y subraya su aislamiento diplom¨¢tico y el de su principal aliado: Estados Unidos.
No es un detalle menor que el denunciante sea el actual r¨¦gimen multirracial de Sud¨¢frica, fundado por Nelson Mandela y miembro del grupo de los BRICS. Sud¨¢frica termin¨® en 1991 con el apartheid organizado por una minor¨ªa blanca que tuvo precisamente en Israel uno de sus ¨²ltimos y m¨¢s s¨®lidos valedores internacionales. Con la presentaci¨®n de la demanda, el Gobierno de Cyril Ramaphosa no solo lidera el sur global frente a Israel y EE UU, sino que pasa facturas hist¨®ricas al sionismo conservador de Netanyahu.
No resulta f¨¢cil la tipificaci¨®n de un delito que exige demostrar la intenci¨®n de exterminar a un determinado grupo humano, pero son abrumadoras las pruebas, minuciosamente recogidas en la demanda, en forma de llamamientos al exterminio de la poblaci¨®n de Gaza por parte de responsables gubernamentales israel¨ªes. Es dif¨ªcil desvincular esos llamamientos, como hizo la defensa, del devastador balance de destrucci¨®n y del elevad¨ªsimo n¨²mero de v¨ªctimas palestinas, el uso indiscriminado y desproporcionado de la fuerza, el car¨¢cter de castigo colectivo, la desprotecci¨®n de la poblaci¨®n civil y, sobre todo, del temor a una nueva ocupaci¨®n de Gaza y la correspondiente expulsi¨®n de su poblaci¨®n. Todas ellas son acciones que pueden implicar cr¨ªmenes de lesa humanidad como los que incluye el Estatuto de Roma establecido en 1998 por el Tribunal Penal Internacional, aunque sea dif¨ªcil incluirlas en la figura exacta del genocidio.
Esta demanda abre un debate jur¨ªdico extremadamente trascendente para el futuro del orden y de la justicia internacionales. Ni siquiera es seguro que una medida cautelar vaya a ser atendida por el ¨²nico ¨®rgano ejecutivo de Naciones Unidas ¡ªel Consejo de Seguridad¡ª puesto que EE UU cuenta con un derecho de veto que ya ha utilizado dos veces para no obligar a Israel a decretar un alto el fuego definitivo. Sin embargo, incluso sin medidas cautelares, a la vista est¨¢ que el Gobierno de Netanyahu ha ejercido su derecho a la leg¨ªtima defensa empleando un m¨¦todo indiscriminado que, lejos de conseguir la paz, est¨¢ sembrando entre sus vecinos la semilla de la discordia futura y ha convertido nada menos que a Israel en un Estado sospechoso de cometer un crimen de genocidio.
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