Madrid no es Espa?a; las Cortes, s¨ª
Los lectores escriben sobre las cr¨ªticas de Feij¨®o al Congreso, los problemas de la sanidad p¨²blica, la adicci¨®n al m¨®vil y la desaparici¨®n de especies de aves
M¨¢s de 40 millones de espa?oles ni vivimos ni trabajamos ni votamos en Madrid. Muchos ni siquiera deseamos vivir all¨ª. Ocasionalmente, paseamos por la villa por transbordos en viajes o por exposiciones, amigos, teatros, museos, manifestaciones y cosas as¨ª. Sin embargo, a diario sufrimos en los medios de comunicaci¨®n las ocurrencias de gobernantes en el espacio de Madrid que no nos representan, pero s¨ª nos intoxican generando segmentos de realidad alucinatorios. Gobierno de la naci¨®n aparte, cuyos edificios oficiales est¨¢n en Madrid, los ¨²nicos de la capital que nos representan a todos son el Congreso y el Senado: diversos, complejos y dif¨ªciles, como Espa?a misma desde Ceuta hasta Ir¨²n. Quien cuestiona la legitimidad de esas Cortes est¨¢ reconociendo su propia ineptitud para gobernar sin mayor¨ªas reconfortantes dentro y fuera de nuestras fronteras. Consecuentemente, deber¨ªa irse a su casa o apagar el micr¨®fono.
Carmen Campello Ant¨®n. Valencia
Cultura del esfuerzo
El s¨¢bado pasado, se celebr¨® el examen MIR de acceso a la formaci¨®n m¨¦dica especializada. Una de las preguntas describ¨ªa a un m¨¦dico de Atenci¨®n Primaria sobrepasado por su carga laboral y exig¨ªa elegir un diagn¨®stico entre varias enfermedades psiqui¨¢tricas. Adem¨¢s de la evidente falta de respeto a estos profesionales, subyace una idea perversa: se dice a los futuros m¨¦dicos de la sanidad p¨²blica que, si llegan a encontrarse en esa situaci¨®n, el problema son ellos, quitando el foco, una vez m¨¢s, de la crisis estructural del sistema y poni¨¦ndolo sobre el individuo bajo la cultura del esfuerzo.
Elisa Riera Gonz¨¢lez. Madrid
Hacia nuestra estupidez
Vivimos en sociedades que idolatran el dinero y desprecian valores m¨¢s edificantes. Bombardeadas cada d¨ªa con alucinantes despliegues de comodidad basados en lo trivial, las nuevas generaciones ven en el rid¨ªculo oportunidades de hacer dinero, subestimando el cultivo del intelecto. La tecnolog¨ªa favorece, pero tambi¨¦n conduce a la humanidad hacia su perdici¨®n. ?D¨®nde est¨¢ el libro? Cubierto de polvo en la biblioteca, mientras el m¨®vil seduce entre luces para se?alar un nuevo tipo de ocio que puede convertirnos en est¨²pidos.
Carlos Andr¨¦s Romero L¨®pez. Elche (Alicante)
?D¨®nde est¨¢n los p¨¢jaros?
Todos los d¨ªas paseo con mi perro por prados y me meto en bosques de robles, fresnos y casta?os. D¨ªa tras d¨ªa me embarga una preocupaci¨®n constante: no oigo ni veo p¨¢jaros. A?o tras a?o he comprobado que cada vez se ven menos ¡ªo directamente no se ven¡ª las especies que antes eran comunes en estas fechas: zorzales, bisbitas, reyezuelos, chochines, currucas, jilgueros, carboneros... Se ve alg¨²n petirrojo cuidando su territorio, son muy territoriales, para que su pareja vuelva en primavera y se puedan dar algunos piquitos en su zona de confort. Y me preocupa igualmente que no se publique en los medios de comunicaci¨®n, al menos a los que accedo yo, casi ninguna noticia al respecto. Aunque parezca un tema menor, yo le doy la m¨¢xima importancia, porque esas peque?as cosas tejen nuestro bienestar.
Jos¨¦ Ramon Iribar Argote. San Sebasti¨¢n
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