El terremoto semanal de Podemos
La cadena de dimisiones en la formaci¨®n morada muestra que generar conflicto es una buena t¨¢ctica para ganar relevancia y cohesionar a los tuyos, hasta que te estalla dentro
Cuando Yolanda D¨ªaz estaba en pleno despegue como candidata, a?o 2022, Podemos advirti¨® que muchos de sus cuadros podr¨ªan abandonarles con la leve excusa de ir a por sal al piso de al lado. Para evitar una fuga en masa decidieron convertirse en una f¨¢brica de conflicto y crear un l¨¢tigo comunicativo para mantener prietas las filas. Y tuvieron ¨¦xito: casi nadie os¨®, p¨²blicamente, moverse del sitio. Dejarse arrastrar por la inercia de la guerra es condici¨®n necesaria para ganarla; saber parar a tiempo, la clave para no convertirte en el coronel Kurtz de Francis Ford Coppola, incapaz de distinguir amigos de enemigos de tanto vivir en el apocalipsis.
Generar conflicto es una buena t¨¢ctica para ganar relevancia y cohesionar a los tuyos hasta que te estalla dentro. Cuando tras un reguero de dimisiones estos ¨²ltimos meses se te juntan los abandonos de Juan Carlos Monedero y Lilith Verstrynge, diferentes razones, mismo resultado, es que algo est¨¢ fuera de control. Podemos queda como un experimento para comprobar si los fieles de las redes sociales, vistiendo guayaberas blancas en un campamento de la Guyana, valen un esca?o en el Parlamento Europeo para Irene Montero.
Mientras, ??igo Errej¨®n, que hace cinco a?os protagoniz¨® el primer gran cisma entre los morados, que hace nada parec¨ªa desahuciado tras perder el liderazgo sobre su propio partido al imponerse el poder madrile?o de M¨®nica Garc¨ªa sobre su exigua posici¨®n en las Cortes, consigue alzarse como hombre fuerte dentro de Sumar. La derrota acompa?ada de paciencia e inteligencia puede volverse una victoria. Quien siempre minusvalor¨® el trabajo como vector de movilizaci¨®n ser¨¢ ahora portavoz en el partido de la ministra de Trabajo.
Xi Jinping tiene dos hom¨®logos en Espa?a. El primero es Felipe VI, como jefe de Estado. El segundo, Enrique Santiago, como jefe del Partido Comunista. El aforismo, que circula por las filas de izquierda cuando se pregunta por el l¨ªder del PCE, funciona, m¨¢s que como un an¨¢lisis serio, como una manera simp¨¢tica de describir que la experiencia y las tradiciones siguen siendo un grado. La portavoc¨ªa suplente que Santiago ha conseguido en Sumar acarrea contar con firma propia para presentar iniciativas. Conseguir parcelas de decisi¨®n a la inversa de la opci¨®n que eligi¨® Podemos: muchas nueces, poco ruido.
Los equilibrios de poder dentro de Sumar no ser¨¢n s¨®lo nominales, sino tambi¨¦n ideol¨®gicos, entre aquellos que entienden que la acci¨®n pol¨ªtica va enfocada a que el individuo pueda emprender en un contexto desigual y los que entienden que esa desigualdad procede de las estructuras econ¨®micas. No es un laberinto te¨®rico, es lo que diferencia repartir cheques a repartir los papeles en el proceso productivo, es lo que diferencia las batallas culturales de subir el SMI. No son decisiones excluyentes, pero hasta ahora lo han sido, m¨¢s por una necesidad de asentar las posiciones propias que por una incompatibilidad f¨¢ctica. Ser¨ªa milagroso que en el congreso fundacional de Sumar se despejara esta ecuaci¨®n, pero al menos no estar¨ªa de m¨¢s admitir estas especificidades para que no se acaben convirtiendo en diferencias.
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