Tractores ultras
Por arte de birlibirloque, todo el campo pol¨ªtico europeo ha girado a la derecha con el riesgo de que, para satisfacer las demandas de los agricultores, se socave o paralice la agenda verde
Son tiempos inciertos, ya lo saben, y es dif¨ªcil distinguir entre los problemas reales y su explotaci¨®n pol¨ªtica, aunque alguna pista haya. Miremos las protestas de los agricultores. Su miedo existencial es bien real y sus reivindicaciones hablan de las dificultades de la transici¨®n ecol¨®gica, pero asunto distinto son los ropajes con los que se presentan. ?Qu¨¦ pensar¨ªan si les dijera que, seg¨²n el Financial Times, las manifestaciones de Bruselas las organiz¨® el autodenominado think tank h¨²ngaro MCC Brussels? Lo han adivinado: nacido para ¡°agitar el debate europeo¡±, est¨¢ financiado por el Gobierno ultra de Orb¨¢n y busca inocular ¡°una narrativa alternativa a la de la burbuja europea¡±. Y aunque es cierto que el contexto difiere en los distintos pa¨ªses de la UE, los grupos de agricultores ya han conseguido crear una coalici¨®n europea impulsados por esa narrativa reaccionaria que aprovecha y explota las contradicciones de todo problema complejo. Por eso hablan de ¡°la c¨®lera de los agricultores¡±, para enfrentar la imagen falsa del honrado campesino al fr¨ªvolo urbanita, el buen pueblo frente a las ¨¦lites de Bruselas, la nostalgia de una falsa autenticidad perdida que anuncia el inevitable repliegue proteccionista, la promesa de recuperar el control: puro Brexit.
?Recuerdan aquello que dijo la Dama de Hierro casi en su lecho de muerte? ¡°Mi gran logro fue Tony Blair¡±. Thatcher nos dec¨ªa que su principal legado fue construir la hegemon¨ªa ideol¨®gica que consigui¨® descafeinar la socialdemocracia. Del mismo modo, y aunque Nigel Farage se lamente de la desaparici¨®n de su partido tras el Brexit, su gran triunfo fue inocular el veneno del minoritario UKIP en toda la pol¨ªtica brit¨¢nica, con consecuencias que a¨²n vemos hoy. Desconoc¨ªamos hasta qu¨¦ punto su ideario hab¨ªa infectado la sangre de toda la ultraderecha europea, desde Hungr¨ªa hasta Alemania, pasando por Italia, Francia o Espa?a. ?Pero por qu¨¦ salir de la UE si pueden hacerse fuertes dentro y conseguir sus objetivos? De momento, han colocado su agenda en el coraz¨®n de la campa?a para las elecciones europeas y aprovechan la ¡°c¨®lera¡± de los agricultores para atacar lo que m¨¢s les molesta, junto con la inmigraci¨®n: el pacto verde. Por arte de birlibirloque, todo el campo pol¨ªtico europeo ha girado a la derecha, con el riesgo de que, para satisfacer las demandas de los agricultores, se socave o paralice la agenda verde.
?Cu¨¢l es, entonces, su secreto? Para purgar las ideas liberales, el activismo conservador ha entendido que debe dar la batalla del lenguaje y lo hace francamente bien. Tanto tiempo pregunt¨¢ndonos c¨®mo era posible que el clima no estuviese en el centro de la agenda pol¨ªtica y hete aqu¨ª que por fin ocupa el coraz¨®n de nuestros debates electorales, pero en manos de a quienes nada les importa el clima ni quienes lo sufren. Inmersos en discusiones bizantinas, ni siquiera hemos intentado implicar a los agricultores en la soluci¨®n del problema, d¨¢ndoles los medios para ello y reconociendo el papel clave de la agricultura en cualquier estrategia de lucha contra los efectos del cambio clim¨¢tico. Es otra ocasi¨®n perdida en la urgente tarea de generar una nueva narrativa de esperanza ante la crisis m¨¢s grave de nuestro tiempo, un relato que construya y apele a esa ¡°nueva clase ecol¨®gica¡± de la que hablaba Bruno Latour y que hoy, tristemente, permanece atrapada en las poderosas garras de la melancol¨ªa y el miedo.
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