Claves de raz¨®n pr¨¢ctica (sobre pol¨ªticos y fil¨®sofos)
El deterioro moral en el ejercicio de la pol¨ªtica no es un fen¨®meno exclusivamente espa?ol. Tiene que ver con la crisis del sistema de representaci¨®n en las democracias
Encabeza este art¨ªculo el nombre del mensual que Fernando Savater promovi¨® al amparo de El PA?S desde los a?os noventa, y en homenaje a su contribuci¨®n a la historia de nuestro diario. Remedando al famoso ensayo de Kant, Cr¨ªtica de la Raz¨®n Pr¨¢ctica, el t¨ªtulo de la revista convocaba a la reflexi¨®n sobre el ejercicio de la voluntad y los valores morales. La prosa del alem¨¢n es enrevesada y algunas traducciones no muy buenas. Sin embargo, establece una m¨¢xima sobre la ¨¦tica pol¨ªtica casi inamovible desde entonces. ¡°Lo obviamente contrario al principio moral ¡ªdice¡ª es cuando la felicidad propia se convierte en motivo determinante de la voluntad¡±. Y a?ade que cualquier tramposo en el juego, aunque se enriquezca, debe despreciarse a s¨ª mismo por inmoral y no enorgullecerse de su inteligencia o habilidad para ganar haciendo trampas. No creo que el presidente S¨¢nchez haya le¨ªdo a Kant, pero deber¨ªa hacerlo.
En el barrizal de la discusi¨®n jur¨ªdica sobre el futuro de la ley de amnist¨ªa corremos peligro de olvidar el debate sobre lo m¨¢s preocupante: la deriva inmoral de un Gobierno, cuyo presidente decidi¨® pagar un precio por su investidura, en connivencia con pr¨®fugos de la justicia y delincuentes convictos y confesos, a cambio de poder mantenerse en el poder. Es lamentable que los portavoces de un partido democr¨¢tico fundamental para la democracia espa?ola como el PSOE entonen de continuo la zarabanda de estupideces que se manejan en una discusi¨®n que versa sobre cualquier cosa menos sobre un proyecto pol¨ªtico. No es hora de recapitular la cantidad de mentiras y desprop¨®sitos que el presidente y varios de sus ministros han difundido a cambio de un pu?ado de votos. Para asombro de la opini¨®n p¨²blica, la ley de amnist¨ªa la est¨¢n redactando los propios amnistiados y la presidenta del Congreso permite que se acuse de delincuentes, desde la tribuna del Parlamento, a los magistrados y fiscales que aplicaron justicia. Si la amnist¨ªa no tiene fundamento c¨ªvico, como en estas p¨¢ginas recordaba recientemente Jordi Amat, es porque tampoco tiene fundamento moral. Ni por parte de quienes se benefician de ella, que no se declaran arrepentidos de sus delitos, ni por parte de quienes la conceden en un verdadero intercambio de favores. La suposici¨®n de que el motivo es mejorar la convivencia es toda una farsa. Lo que ha generado, en cambio, en contra del pretendido inter¨¦s general es una confusi¨®n pol¨ªtica y social sin precedentes en nuestro pa¨ªs desde el comienzo de la democracia. S¨¢nchez pasar¨¢ a la historia como el presidente que m¨¢s ha dividido a los espa?oles, al frente de una impostada mayor¨ªa progresista que no es m¨¢s que un sindicato de intereses entre sus miembros, a los que primordialmente une el reclamo del poder. Tambi¨¦n la imposici¨®n de sus particulares obsesiones ideol¨®gicas, a costa del ejercicio de la libertad.
Este deterioro moral en el ejercicio de la pol¨ªtica no es un fen¨®meno exclusivamente espa?ol. Tiene que ver con la crisis del sistema de representaci¨®n en las democracias, la profesionalizaci¨®n de los propios pol¨ªticos, la traici¨®n de muchos de ellos a sus creencias en nombre de sus intereses, y el distanciamiento de las instituciones respecto a las necesidades y demandas de los ciudadanos. Que varios ministros, diputados y portavoces del actual Gobierno sean capaces de defender la impoluta constitucionalidad del proyecto de ley de amnist¨ªa, despu¨¦s de declarar lo contrario abiertamente d¨ªas antes de las elecciones, es la prueba del poco respeto que guardan hacia s¨ª mismos. Pero sin un m¨ªnimo de integridad moral en la toma de decisiones por parte del poder no ha de perdurar la democracia.
En la revista fundada y dirigida por Savater, el fil¨®sofo y activista italiano Paolo Flores d¡¯Arcais describi¨® la democracia como una excepci¨®n en la aventura humana y denunci¨® hace m¨¢s de 30 a?os ¡°la privatizaci¨®n del Estado por parte de los aparatos de los partidos y los pol¨ªticos profesionales¡±. No se puede definir mejor la actual deriva europea en este terreno, que ha alentado el triunfo de la extrema derecha en Finlandia, Suecia, Holanda, Grecia, e Italia¡ de momento. La falta de autocr¨ªtica de los dirigentes socialdem¨®cratas, incapaces de preguntarse sobre su eventual responsabilidad en esa din¨¢mica, es comparable a la permanente y sumisa aceptaci¨®n de los diputados espa?oles, siempre obedientes a recitar el voto imperativo que sus jefes imponen. Con el acuerdo de la reciente investidura, la partitocracia que hoy padecemos ha instituido y legalizado el voto de trueque que, como en todo intercambio, tiene tambi¨¦n importantes aspectos econ¨®micos. 15.000 millones de euros menos de deuda para la Generalitat al tiempo que unos pol¨ªticos perdonan a otros pol¨ªticos lo que han robado o malversado del dinero de los ciudadanos. Los partidos siguen siendo esenciales para el funcionamiento de la democracia, pero a condici¨®n de que corrijan aquello en lo que se han convertido: gigantescas m¨¢quinas burocr¨¢ticas que se alimentan a s¨ª mismas, tienen insaciable sed de dinero, y su inter¨¦s fundamental es su propia reproducci¨®n y expansi¨®n. El fil¨®sofo italiano se?ala que de no imped¨ªrselo, lejos de representar distintos intereses en conflicto, acabar¨¢n siendo ¡°portadores en primera persona de un inter¨¦s propio: la prolongaci¨®n de su propia reproducci¨®n¡±.
Flores D¡¯Arcais, como Jorge Sempr¨²n, L¨®pez Aranguren, Savater, Javier Pradera, son nombres de esa estirpe intelectual que sin renegar del compromiso pol¨ªtico no se somete a la doctrina del poder. Sus lectores eran y son conscientes de la importancia de su disidencia. Junto con escritores como Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Juan y Luis Goytisolo, Rosa Montero, Antonio Mu?oz Molina y, m¨¢s recientemente, Javier Cercas, entre tantos otros y otras, fueron fundamentales en la creaci¨®n y sostenimiento de la l¨ªnea editorial de EL PA?S, ¡°intelectual colectivo¡± de la Transici¨®n en palabras del profesor Aranguren. El PSOE de la ¨¦poca, herencia de un grupo de Sevilla, parad¨®jicamente apadrinado por un ministro democristiano de la Rep¨²blica, atrajo tambi¨¦n a una gran cantidad de intelectuales independientes, de diversas corrientes ideol¨®gicas, pero agrupados bajo el com¨²n denominador de su defensa de la libertad. Hoy, una gran mayor¨ªa de aquellos que no comulgan con las ruedas de molino predicadas por los portavoces del poder han sido expulsados o han abandonado las filas de un sedicente progresismo que no duda en aliarse con partidos retr¨®gados, identitarios y nacionalistas, y utilizan la educaci¨®n y las lenguas para adoctrinar a las gentes en vez de para ayudar a que se comuniquen entre s¨ª. De Gaulle nombr¨® ministro de Cultura a Malraux; Felipe Gonz¨¢lez a Jorge Sempr¨²n; Pedro S¨¢nchez, en un par de a?os, a dos pol¨ªticos profesionales que no han tenido ni parece que vayan a tener relevancia intelectual alguna. Todo muy coherente con las decisiones tomadas en contra de la ense?anza de la filosof¨ªa en el bachillerato.
Y no es porque no permanezcan algunos intelectuales valiosos en las filas del PSOE, como Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, Tom¨¢s de la Cuadra, Manuel Cruz o ?ngel Gabilondo. Estos dos ¨²ltimos fil¨®sofos, por cierto, mal que le pese a los responsables de Educaci¨®n. Espero que elogiarles no les granjee el rechazo del politbur¨®. Gabilondo, todav¨ªa Defensor del Pueblo, deber¨ªa protegernos tambi¨¦n del bodrio de ley de la amnist¨ªa. Y profesor de Metaf¨ªsica como es, recomiendo a quien corresponda la lectura de una cita suya por si ayuda a S¨¢nchez y sus cuates a comprender sus actuales tribulaciones:
¡°La obsesi¨®n por el poder es un s¨ªntoma de debilidad¡±.
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