Sentencia con valor pedag¨®gico
Los argumentos de la condena al futbolista Dani Alves por violaci¨®n suponen un avance en los derechos de las mujeres
La sentencia que ha condenado al futbolista Dani Alves a cuatro a?os y medio de c¨¢rcel por violar a una joven de 23 a?os representa un valioso ejemplo del avance producido en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y de los cambios legales y sociales necesarios para su consecuci¨®n. La Audiencia de Barcelona considera probado que Alves agredi¨® sexualmente a la v¨ªctima y que adem¨¢s lo hizo usando la violencia en los lavabos de un reservado de la discoteca Sutton, en esa misma ciudad.
Que una sentencia incorpore el marco feminista del consentimiento ¡ªuna palabra que aparece 27 ocasiones en el texto¡ª demuestra hasta qu¨¦ punto algo ha cambiado en un pa¨ªs en el que, como en tantos otros, la ley no ofrec¨ªa a las mujeres la protecci¨®n adecuada. El reconocimiento de que la agresi¨®n no solo se desarroll¨® sin la aquiescencia de la v¨ªctima, sino con el ¡°uso de la violencia¡± ilustra c¨®mo avanzar en el derecho resulta necesario para que las mujeres puedan defender tanto su integridad f¨ªsica como su libertad de acci¨®n. ¡°Para la existencia de agresi¨®n sexual no es preciso que se produzcan lesiones f¨ªsicas, ni que conste una heroica oposici¨®n de la v¨ªctima a mantener relaciones sexuales¡±, dice la sentencia de forma elocuente.
La sentencia tiene un claro valor pedag¨®gico porque pone en el centro de su razonamiento el marco del ¡°solo s¨ª es s¨ª¡± recogido en la ley de libertad sexual, al tiempo que ilustra la decisiva evoluci¨®n de la justicia en l¨ªnea con las teor¨ªas del consentimiento. Pero tambi¨¦n porque, esta vez s¨ª, el juicio se le ha hecho al agresor y no a la agredida. Adem¨¢s de eso, se ha respetado la palabra y el anonimato de la mujer en un caso en el que el agresor era, adem¨¢s de mayor que ella, un conocido y millonario futbolista. Estos elementos han sido factores tradicionales de desigualdad que perpetuaban jerarqu¨ªas de poder y conductas abusivas de quienes se pensaban por encima de la ley.
En l¨ªneas generales, la sentencia representa el ejemplo de c¨®mo poco a poco se han ido eliminando barreras sociales y legales a la imputabilidad de responsabilidades en el ¨¢mbito del abuso sexual. Y de c¨®mo se puede avanzar hacia la consecuci¨®n de una justicia imparcial en materia de g¨¦nero dentro de una sociedad igualitaria en la que la v¨ªctima se atreve a denunciar unos hechos cometidos en un local p¨²blico que adem¨¢s cuenta con un protocolo para atenderla.
Algunas reacciones ¡ªa las que comprensiblemente se ha sumado la de la abogada de la v¨ªctima¡ª han mostrado su descontento con el hecho de que el tribunal haya impuesto a Alves pr¨¢cticamente la pena m¨ªnima que prev¨¦ la ley de libertad sexual. Tambi¨¦n se ha intentado hacer valer el prejuicio de que tal cosa se debe a que el futbolista habr¨ªa comprado parte de su libertad al contar con una fortuna suficiente como para indemnizar a la joven. Esa reparaci¨®n, sin embargo, es un derecho recogido por ley. Culpar a la v¨ªctima por haberla aceptado ser¨ªa volver al viejo paradigma de la ¡°buena v¨ªctima¡±, que dictaba el comportamiento que cab¨ªa esperar de una mujer violada para ser cre¨ªda.
Con todo, en un momento en el que se intenta demonizar el feminismo como responsable de la p¨¦rdida de privilegios de algunos hombres o del origen de su insatisfacci¨®n vital, la recepci¨®n generalizada que ha tenido esta sentencia parece mostrar m¨¢s bien a una sociedad que ha decidido combatir los estereotipos y los mitos de la violaci¨®n tanto como las posturas que promueven el escarmiento punitivista.
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