Correr y correr sin saber ad¨®nde
La clave del momento en que vivimos es el tiempo y c¨®mo se ha acelerado, para que quepan con la mayor naturalidad una cosa y su contraria
Hace un mes de las elecciones gallegas que iban a condicionar el ciclo y apenas nadie se acuerda ya. Ser¨¢ porque preferimos antes vivir en las expectativas que en la realidad, que prende al momento: poco despu¨¦s de aquellas elecciones ya ten¨ªamos hechos los an¨¢lisis y, en cuanto a algo le encontramos una explicaci¨®n, lo quemamos enseguida. Al cabo, qui¨¦n quiere entender lo que sea si puede entregarse al placer de pronosticarlo. Ser¨¢ por eso que hayan alargado tanto el enigma de Kate Middleton, porque habr¨¢ historia mientras haya misterio.
El escenario pol¨ªtico espa?ol est¨¢ siempre por definir, como si nunca bastara con lo que hay. Ahora el calendario trae nuevas expectativas con las elecciones de abril en Euskadi y las europeas de junio y, en especial, con las catalanas de mayo, que son las que el Gobierno querr¨¢ hacer pasar por una especie de refer¨¦ndum que avale la amnist¨ªa a la que ellos mismos se negaban antes de concederla. El Gobierno no lo quiere recordar, porque de aquello han pasado varios meses; o sea, una eternidad.
La clave del momento en que vivimos es el tiempo y c¨®mo se ha acelerado, para que quepan con la mayor naturalidad una cosa y su contraria. Se suceden tantas noticias tan r¨¢pidas que es imposible acordarse de todas, o acordarse de alguna. La aceleraci¨®n es m¨¢s que un rasgo que nos defina: es una inercia y casi una estrategia en la que resulta imposible digerir y asimilar lo que nos pasa. Hay tanto donde mirar que cuesta llegar a ver.
Semanas atr¨¢s ¨Des decir, en el pasado remoto¨D, todo era amnist¨ªa y nada m¨¢s, y el Gobierno urg¨ªa a cambiar de pantalla cuanto antes. Luego estall¨® el caso Koldo y el Gobierno, al que se le hab¨ªa atragantado la amnist¨ªa, la acab¨® usando como sin¨®nimo de la estabilidad que los Presupuestos no le dan. A todo correr, el PP ha ido graduando las veces que apelaba a la amnist¨ªa, a la que ha vuelto en plena pol¨¦mica por el caso que afecta a Isabel D¨ªaz Ayuso y por el que su jefe de gabinete amenaz¨® con el cierre a los periodistas de Eldiario.es. Ocurren hechos muy graves que, a esta velocidad, parece que caduquen o se olviden.
Fue con las primeras informaciones del presunto fraude de la pareja de D¨ªaz Ayuso cuando Pere Aragon¨¦s rompi¨® de nuevo el tablero de los tiempos y adelant¨® las elecciones al Parlament en un nuevo giro del foco de nuestras atenciones, que lleva un ritmo de v¨¦rtigo y que nos tiene de espectadores de un partido de tenis interminable. Quiz¨¢, sin que nadie lo busque de manera expresa, eso es lo que se busca en general: que vayamos a tal ritmo que solo nos llegue un galimat¨ªas que difumina las formas. Vivimos en una especie de serie televisiva ¨Ddesde luego, televisada¨D en la que pierdes pie si te saltas un episodio y empieza a haber m¨¢s trazos de ficci¨®n que de verdad en una realidad que desfasa el tiempo y lo tritura.
Ser¨¢ imposible prestar la atenci¨®n que necesita cada asunto si cuando vamos a interesarnos por ¨¦l ya estamos a otra cosa. Ser¨¢ imposible si pretendemos entender lo que sucede sin apriorismos de partido o ideol¨®gicos ¨Dsin prejuicios, vaya¨D, combinados con una toxicidad que mezcla los hechos con tuits que hablan de perros y de fruta. De eso se nutre la caldera: de una cascada de tuits y de titulares que se van echando a una hoguera que no se detiene porque la locomotora no puede frenar. La locomotora corre sin filtro, como si tuvi¨¦ramos que escapar de alguien. Corre y corre sin que se sepa muy bien ad¨®nde.
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