El candidato del pasado

Junts ha decidido jugar de nuevo la carta de Puigdemont. La disrupci¨®n ya es una tradici¨®n en este partido, que ha cambiado el pactismo pragm¨¢tico de la vieja Converg¨¨ncia por un populismo inasequible al desaliento y, sobre todo, a la fuerza de los hechos. No hay forma de conocer sus propuestas fuera de la persistencia en el camino unilateralista que ha conducido a la peor etapa de la Catalu?a democr¨¢tica. La candidatura, anunciada este jueves en Elna (Francia), se fundamenta en una imprevisibilidad que sorprende incluso a sus seguidores.

Su mejor arma es la capacidad para provocar a sus rivales en Catalu?a y en el resto de Espa?a, tan cr¨¦dulos en la materializaci¨®n de sus fantas¨ªas pol¨ªticas como lo son sus seguidores independentistas. Huido de la justicia desde hace seis a?os y medio, Carles Puigdemont se ha convertido en un adversario imprescindible para la derecha espa?ola. No admite mucha discusi¨®n su aportaci¨®n al ascenso electoral de Vox. Pocos l¨ªderes tienen tal capacidad polarizadora. Gracias a estas habilidades, su presencia act¨²a como argamasa para una formaci¨®n en declive tras el desastre de octubre de 2017, pero que pretende resucitar un proceso independentista del que la mayor¨ªa de la sociedad catalana ya ha pasado p¨¢gina. Su partido, Junts, solo fue la tercera fuerza en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas de 2021 (32 esca?os y 568.002 votos), por detr¨¢s de ERC (33 esca?os y 603.607 votos) y del PSC (33 esca?os y 652.858 votos).

Los catalanes podr¨¢n pronunciarse en los comicios del 12 de mayo no solo sobre su aventura personal ¡ªsu autoexilio belga¡ª, sino tambi¨¦n sobre la esterilidad de la etapa de rupturismo unilateralista. La inaugur¨® Artur Mas ¡ªel presidente que le nombr¨® y abri¨® las puertas al proceso independentista¡ª y ha quedado clausurada por la realidad social catalana, ajena desde hace a?os al radicalismo de una ret¨®rica soberanista reactivada por el peso de los siete esca?os de Junts en el Congreso de los Diputados.

Esta candidatura quiere evitar aparentemente que Pere Aragon¨¨s sea presidente de la Generalitat. Si hay alguna fidelidad en Puigdemont es a la competencia incansable con ERC. Pero su aut¨¦ntico adversario es el socialista Salvador Illa, frente al que pretende armar de nuevo una mayor¨ªa independentista. En un paisaje de fragmentaci¨®n e inestabilidad, Puigdemont sigue alimentando la esperanza y el victimismo del mundo pospujolista. Para la oposici¨®n a Pedro S¨¢nchez, en cambio, Puigdemont ha sido y seguir¨¢ siendo un se?uelo, m¨¢s perfecto cuanto m¨¢s ofensivo. Para la mayor¨ªa de los catalanes, finalmente, es el candidato de un pasado desdichado que medidas de gracia como la ley de amnist¨ªa deber¨ªan contribuir a superar. Pese a la ret¨®rica rupturista desplegada de nuevo este jueves, su intenci¨®n de repetir en unas elecciones al Parlament de Catalu?a demuestra la fortaleza del Estado y su asunci¨®n del marco auton¨®mico, es decir, constitucional, que quiso romper en 2017.