La hip¨®tesis b¨¦lica
Comprendo la necesidad de una autonom¨ªa estrat¨¦gica europea o de aumentar el apoyo a Ucrania, pero ?c¨®mo de real es la amenaza rusa?
Pertenezco a esa afortunada generaci¨®n, una anomal¨ªa en la historia de la humanidad, que consigui¨® eliminar la guerra de su horizonte vital. Ni siquiera durante el periodo de la Guerra Fr¨ªa logr¨® hacerse veros¨ªmil, incluso para aquellos de nosotros que fuimos a la mili. Ni que decir tiene que los nacidos despu¨¦s la vieran como una aberraci¨®n del pasado, o como algo asociado a sociedades ajenas o la literatura y el cine apocal¨ªptico. Aunque la guerra nos aburr¨ªa hasta en el cine, como dec¨ªa Fellini. De hecho, las guerras del Golfo las vivimos como parte de una coreograf¨ªa cinematogr¨¢fica o, como dijera Baudrillard, m¨¢s como simulacro o ficci¨®n que como una realidad palpable. No era algo que tuviera cabida en nuestro mundo y menos a¨²n despu¨¦s de la ca¨ªda de los reg¨ªmenes de socialismo de Estado. Por todo ello, es verdaderamente sorprendente la facilidad con la que se est¨¢ asentando la idea de que puede volver. No ya solo como parte de un escenario ampliado de la guerra de Ucrania; tambi¨¦n en su versi¨®n nuclear, como aut¨¦ntica cat¨¢strofe.
Las razones las conocemos todos y lo dej¨® aqu¨ª por escrito el propio Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Lo de una potencial agresi¨®n rusa m¨¢s all¨¢ de Ucrania va en serio y solo podr¨¢ ser evitado mediante la disuasi¨®n; es decir, tomando conciencia de que debemos prepararnos para ella. Es lo que ya ven¨ªa manifestando Macron, que adem¨¢s ha acudido raudo a una cooperaci¨®n militar con Moldavia, uno de los pa¨ªses m¨¢s proclives a caer bajo la bota rusa, y repiten en cuanto tienen ocasi¨®n los gobernantes de pa¨ªses como Polonia o los b¨¢lticos y escandinavos. O la misma Von der Leyen. En algunos lugares vuelve a hablarse incluso de recurrir al viejo servicio militar obligatorio y en todos ellos se nos empuja a gastar considerablemente m¨¢s en armamento. O sea, que por lo pronto hemos ca¨ªdo en una variante de la famosa m¨¢xima de Carl von Clausewitz, la preparaci¨®n de la guerra como ¡°prolongaci¨®n de la pol¨ªtica con m¨¢s medios¡±. Con esa tendencia que tenemos en Espa?a de no ver m¨¢s all¨¢ de nuestros propios problemas, esta discusi¨®n no tiene la misma intensidad o centralidad que est¨¢ ocupando en otros lugares, pero en tanto que miembros de la OTAN estamos igual de afectados.
Lo que m¨¢s me inquieta de esta nueva situaci¨®n, a parte de la naturalidad con la que hemos aceptado el retorno a un estado de ¨¢nimo similar al de antes de la Primera Guerra Mundial, es su verosimilitud. Comprendo la necesidad de actuar en la l¨ªnea de una autonom¨ªa estrat¨¦gica europea una vez que ya nada nos garantiza el paraguas militar estadounidense, o la necesidad de aumentar los medios para apoyar a Ucrania, pero ?qu¨¦ tan real es la amenaza rusa? Por lo visto en el campo de batalla ucranio, no parece que Mosc¨² est¨¦ en condiciones de librar una guerra convencional de mucha mayor amplitud espacial. Por otra parte, las consideraciones pol¨ªticas internas de los diferentes l¨ªderes europeos, o las asociadas a potenciar sus industrias de armamento, no son una raz¨®n suficiente que justifique sus mensajes, siendo nulas en los dirigentes de la UE. Todo esto nos lleva a preguntarnos si hay algo que se nos est¨¦ ocultando. Lo que no sabemos es el qu¨¦. ?Hay datos de inteligencia que corroboren una potencial expansi¨®n rusa o incluso su predisposici¨®n a utilizar armas nucleares t¨¢cticas? O, como se nos dice, es la ¨²nica estrategia posible ante la imprevisibilidad de un personaje de la cala?a de Putin. Lo ¨²nico cierto es que en cuanto se habla de guerra todo se oscurece, empezando por la misma informaci¨®n.
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