Puigdemont contra el futuro

Desde all¨ª no era dif¨ªcil convencer a la presidenta Von der Leyen del lugar que Catalu?a estaba en condiciones de recuperar como polo de desarrollo en la nueva fase de la Uni¨®n Europea tras la pandemia y cuando ya hab¨ªa empezado la guerra de Ucrania. De acuerdo que la escenograf¨ªa jugaba a favor. Aquel 6 de mayo de hace un par de a?os Barcelona resplandec¨ªa ilusi¨®n. Como escribi¨® un novelista de cuyo nombre y tal, ¡°mar alegre, tierra jocunda, aire claro¡±. Era mediod¨ªa, y en una terraza del gran hotel frente al mar la presidenta de la Comisi¨®n esperaba su momento para recibir un premio a la construcci¨®n europea. Despu¨¦s del colapso pol¨ªtico sufrido, la circunstancia era excepcional. Hac¨ªa algo m¨¢s de un lustro que los mandatarios de alto nivel internacional hab¨ªan dejado de venir a la ciudad digamos que por prudencia diplom¨¢tica. Faltaban pocos minutos para bajar al sal¨®n de actos, y Von der Leyen conversaba con Pedro S¨¢nchez. En el contexto de normalizaci¨®n institucional, el president de la Generalitat no desaprovech¨® la oportunidad. Porque ¨¦l s¨ª estaba all¨ª. Se trataba de mostrar c¨®mo aquella capital volv¨ªa a estar en condiciones de ejercer su responsabilidad con nuestros compatriotas europeos en la actual etapa de construcci¨®n de autonom¨ªa estrat¨¦gica y frente a la amenaza de la guerra. El republicano Pere Aragon¨¨s le se?alaba a la presidenta de la Comisi¨®n d¨®nde estaban las infraestructuras punteras ¡ªall¨ª el supercomputador, m¨¢s all¨¢ el Instituto de Ciencias Fot¨®nicas, el sincrotr¨®n detr¨¢s de Collserola¡ª y le comentaba las proyectos que pod¨ªan desarrollar gracias a los fondos europeos. Son activos de prosperidad. Los enumer¨® esta semana en una conferencia el actual responsable econ¨®mico del Ayuntamiento ¡ªel socialista Jordi Valls¡ª al definir con datos a Barcelona como una capital cient¨ªfica del pa¨ªs y del sur de Europa.

Esta alternativa existe. Pero en las elecciones del 12 de mayo tambi¨¦n se ofrece la tentaci¨®n del regreso al pasado. Otra vez, el personaje Puigdemont. Demostrando su talento para revitalizar una ¨¦pica sin gas, el jueves comunic¨® que encabezar¨ªa por tercera vez la lista de su partido para presidir la Generalitat. Si ten¨ªa opciones de ser investido, ahora s¨ª, s¨ª, s¨ª, se presentar¨ªa al debate gracias al marco de la amnist¨ªa. El argumento que expuso para adoptar esa decisi¨®n aceptada por aclamaci¨®n no fue que ¨¦l es el principal reclamo electoral de Junts (como en 2017, como en 2021), sino el relato legitimista que pretende convertir la restituci¨®n de su figura en el centro de gravitaci¨®n a lo largo de una legislatura durante la cual se culminar¨ªa el proc¨¦s coincidiendo con el d¨¦cimo aniversario del 1 de Octubre. La virtualidad de este relato m¨ªtico, visto desde fuera, es su capacidad para eximirle de toda responsabilidad y evitar que los propios hagan un balance honesto de su paso accidental por la presidencia de la Generalitat. Al margen de su decisi¨®n ag¨®nica de simplemente amagar con la proclamaci¨®n de independencia, lo que sin duda evit¨® la escalada del conflicto, las principales consecuencias de sus decisiones en tanto que presidente fueron las siguientes: la intervenci¨®n de las instituciones de autogobierno y la consecuente p¨¦rdida de autoridad de la Generalitat, la descapitalizaci¨®n de la econom¨ªa tras avanzar por la senda de la unilateralidad y la p¨¦rdida de inversiones estrat¨¦gicas por culpa de la inestabilidad, y, como resultado de haber tensionado los sentimientos de pertenencia de una sociedad plurinacional, el agrietamiento de los consensos sobre los que se hab¨ªa tramado la Catalu?a democr¨¢tica. Ante la tentaci¨®n de esta restituci¨®n, que avanza por la senda del declive, existen activos para que Catalu?a, en Espa?a, vuelva a poder colaborar en la fundamentaci¨®n del futuro de Europa. Se trata de decidir.