Soy autista, y claro que no lo parezco
Hay que normalizar que no todos somos iguales, ampliar la idea de realidad para acabar con el estigma, e incluir a quienes no saben c¨®mo funciona esa realidad que, en el fondo, hemos inventado
Lo desconocido est¨¢ ah¨ª para que lo conquistemos, no para que lo temamos, dice Dakota Fanning en un momento dado de Larga vida y prosperidad (Ben Lewin, 2017). No lo dice en realidad ella, sino que es una l¨ªnea del guion que su personaje ha escrito para participar en un concurso de Paramount Pictures relacionado con Star Trek. En Larga vida y prosperidad, Dakota Fanning es Wendy, una chica con autismo que vive en un centro para j¨®venes como ella ¡ªlejos de su hermana, que se ve incapaz de cuidarla¡ª y que, convencida de que puede ganar el concurso, ha escrito un guion hermos¨ªsimo, profundo, solipsista, monumental ¡ªtiene 450 p¨¢ginas¡ª en el que Spock y el capit¨¢n Kirk est¨¢n solos en un planeta moribundo, y el primero se atreve, por fin, a sostenerle la mirada al segundo.
Y lo hace porque, en ese mundo, en el mundo que dibuja el guion de Wendy, Spock, y ella ¡ªporque ella es Spock ah¨ª dentro¡ª, han aprendido a liberar sus sentimientos. A ser como el resto, siendo ellos mismos. Hay en la pel¨ªcula de Lewin un elemento valioso, y no es ¨²nicamente esa l¨ªnea de guion ¡ªese lo desconocido est¨¢ ah¨ª para que lo conquistemos, no para que lo temamos¡ª, sino la forma en que evidencia de qu¨¦ manera el esfuerzo ¡ªpor entender el mundo en el que vive¡ª proviene siempre de un ¨²nico lugar: Wendy. Y todo lo horrible que le ocurre en ese viaje en autob¨²s sola a Los ?ngeles ¡ªel robo, la crueldad en los mostradores, en el propio autob¨²s, la desconsideraci¨®n en el hospital¡ª le ocurre porque nadie est¨¢ siquiera plante¨¢ndose que Wendy podr¨ªa no ser como ellos.
¡°Soy autista, y claro que no lo parezco¡±, leo en un muro, siempre cambiante, en la sala de espera de la consulta a la que llevo a mis dos hijos, de 15 y 10 a?os, diagnosticados ambos hace cinco con trastorno del espectro autista (TEA). ?l tiene un asperger de altas capacidades con TDH. Ella, que aprendi¨® a hablar a los seis, y a¨²n hoy puede tardar una importante colecci¨®n de minutos en completar una frase, tiene una discapacidad del 33%. Ninguno de los dos entiende bien c¨®mo funciona el mundo. Pero, ?saben qu¨¦? Yo tampoco lo he entendido nunca. Porque, ?saben una cosa de la que nunca se habla cuando se habla de autismo? El autismo es hereditario y, s¨ª, las madres y los padres de la sala de espera lo saben, pero no siempre lo admiten. A veces ni siquiera lo aceptan. Y he aqu¨ª, para m¨ª, una de las razones por las que el estigma ¡ªoh, qu¨¦ palabra tan horrible¡ª se perpet¨²a.
Vuelvo a Wendy, y a la manera en que no recibe un solo gesto de empat¨ªa por parte de aquellos que supuestamente nacen con ella, esto es, los neurot¨ªpicos, y me digo que si pudiese verse de alguna forma lo que Wendy est¨¢ sintiendo ¡ªlo que siente mi hija cuando saluda a sus compa?eras y nadie le devuelve el saludo, o cuando una supuesta amiga le pide que cierre los ojos en el tobog¨¢n y lo baje de pie¡ª, nadie se atrever¨ªa a tratarla as¨ª. ?Y saben c¨®mo podr¨ªa verse? Si, por una vez, el otro lado, el lado supuestamente emp¨¢tico, hiciese un esfuerzo por entender que tal vez esa persona que te ha preguntado tres veces por su asiento puede estar necesit¨¢ndote. Que tal vez hay otro tipo de ser humano, profundamente humano, que jam¨¢s va a hacerte da?o porque no sabe c¨®mo hacerlo. Pero t¨² s¨ª puedes hac¨¦rselo a ¨¦l. Y no es divertido.
Leo en un titular, en este mismo peri¨®dico, que el Ministerio de Derechos Sociales ha presentado un plan que contar¨¢ con 40 millones de euros ¡°para desterrar la discriminaci¨®n hacia el colectivo¡±. Y tambi¨¦n que el desempleo y el acoso escolar son ¡°las luchas pendientes de las personas con autismo¡±. El acoso escolar fue la raz¨®n por la que descubrimos el autismo de nuestro hijo, que solo supo que estaba siendo acosado despu¨¦s de que los Mossos d¡¯Esquadra se pasasen por el colegio para explicar en qu¨¦ consist¨ªa y ?saben? el resto de sus compa?eros s¨ª sab¨ªan que estaba siendo acosado; lo sab¨ªan todos menos ¨¦l. ?Y saben qui¨¦n podr¨ªa solucionar una cosa y la otra? ?Saben qui¨¦n las provoca? Como dir¨ªa Raymond Carver, ¡°todos nosotros¡±.
Empecemos a nombrar y a aceptar. Empecemos a normalizar que no todos somos iguales. Ampliemos la idea de realidad para incluir a aquellos que no saben c¨®mo funciona esa realidad que, en el fondo, hemos inventado. Porque la realidad es ampliable, y no deber¨ªa ser ¨²nica. Aprovechemos tambi¨¦n esa diversidad. La neurodiversidad. Porque es nuestra. Como todas las dem¨¢s. No hay que encerrarla en un colectivo. Lo primero que hizo mi hijo cuando cambi¨® de colegio fue informar a sus compa?eros de que era un ni?o con asperger. Les dej¨® claro que no le gustaba el ruido, que no entend¨ªa las bromas y que siempre que dec¨ªa algo, lo dec¨ªa en serio. Que no sab¨ªa mentir. Que no le gustaban las mentiras. Que a veces no sab¨ªa lo que pasaba, y que pod¨ªa hablar sin parar sobre algo que pod¨ªa interesarle ¨²nicamente a ¨¦l.
?Y saben qu¨¦? Le fue bien. Cuando alguien hac¨ªa una broma, y ¨¦l no la entend¨ªa, alguien se la explicaba. Hab¨ªa quien le recordaba todo lo que pod¨ªa haberse olvidado de apuntar en la agenda. Y empez¨® a levantar la mano en clase para hablar de eso que le obsesiona: los planetas, el espacio, los agujeros negros, como dec¨ªa de ni?o, ¡°todo lo que ya estaba aqu¨ª cuando lleg¨® el ser humano¡±. Fue ganando tal confianza en s¨ª mismo que, durante una excursi¨®n, se atrevi¨® a plantarle cara a la chica m¨¢s popular de la clase y a decirle todo lo que no le gustaba de la manera en que se comportaba con ¨¦l. ¡°Fue un momento m¨¢gico¡±, nos dijo su tutor. ¡°Ella le pidi¨® perd¨®n, y le dijo que no se hab¨ªa dado cuenta de hasta qu¨¦ punto le estaba haciendo da?o¡±, nos dijo. ¡°Yo me lo tomo todo en serio¡±, nos dijo que le hab¨ªa dicho ¨¦l, y tambi¨¦n que ella lo sab¨ªa, ¡°y t¨² lo sab¨ªas, o deber¨ªas saberlo¡±.
Lo desconocido est¨¢ ah¨ª para que lo conquistemos, no para que lo temamos, me digo, y tambi¨¦n que la conquista pasa, en este caso, por crear un mundo en el que nadie quede fuera, en el que toda diferencia ¡ªtambi¨¦n la neurol¨®gica, la base de todo lo que somos¡ª se contemple como una posibilidad, una distinta, una nueva, que ha estado aqu¨ª desde el principio y que merece ser incluida en esa realidad que puede y debe ser m¨²ltiple, que lo ha sido siempre. La conquista pasa, me a?ado, por el conocimiento, por el destierro definitivo del estigma. El estigma, d¨¦jenme decirles, se ha construido a conciencia, y de una forma descuidadamente cruel. El autista es el raro. Y qu¨¦ f¨¢cil es llamar raro a alguien y apartarse de su camino. Lo dif¨ªcil, lo humano, es quedarse porque sabes que no es raro sino diferente, y que no ha elegido serlo, como no se elige el color de la piel.
¡°Un mismo espectro, infinitos matices¡± era este a?o el lema de la campa?a por el D¨ªa Mundial del Autismo. Y es un lema excelente. Habr¨ªa que llevarlo a cada rinc¨®n del pa¨ªs. Al bar de la esquina. A todas las clases de los institutos del mundo. A aquel vag¨®n de tren donde me encontr¨¦ con una chica que, me dije, podr¨ªa ser mi hija durante su primer viaje lejos, sola. Nada exteriormente te dec¨ªa que estaba perdida y asustada. Pero lo estaba. Miraba todo el tiempo una libreta con instrucciones y su billete. Sab¨ªa que no iba a pedir ayuda, as¨ª que le pregunt¨¦ el n¨²mero de su asiento y la llev¨¦ hasta ¨¦l. Le mostr¨¦ el ba?o de camino y le dije cu¨¢nto duraba el trayecto y por qu¨¦ lado deb¨ªa bajar. La vi sentarse aliviada. Y volv¨ª a mi sitio pensando en que ojal¨¢ mi hija, en el futuro, se encontrase con alguien que la viese as¨ª.
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