C¨®mo despolitizar la desinformaci¨®n
No podemos centrarnos solo en los contenidos. La informaci¨®n falsa es una econom¨ªa de servicios con su propia cadena de distribuci¨®n. Cambiar de contenidos es gratis pero cambiar de cadena, no
Existen medios creados con el ¨²nico prop¨®sito de distorsionar la realidad, manipular los procesos democr¨¢ticos y convencer a la ciudadan¨ªa de cosas que no son ciertas. Esto no se disputa. La cuesti¨®n es c¨®mo identificarlos de forma limpia, sin oportunismo ni sesgo pol¨ªtico. No podemos crear una m¨¢quina que separe la verdad de la mentira porque la verdad, a diferencia de un bulo, no es un objeto, como un ¨¢rbol o una silla, que podamos detectar con algoritmos. Pero la campa?a de desinformaci¨®n tiene un comportamiento caracter¨ªstico. Ah¨ª est¨¢ la oportunidad.
Los ¡°pseudomedios¡± no funcionan solos; son parte de una estructura que propaga desinformaci¨®n. Esta constelaci¨®n presenta comportamientos ¨²nicos. En an¨¢lisis de redes, esos comportamientos se llaman ¡°inaut¨¦nticos¡±. Son los que usan los forenses digitales para detectar, denunciar y prevenir la desinformaci¨®n.
Hay muchas formas de ser inaut¨¦ntico. Los medios creados por agencias de desinformaci¨®n y granjas de contenido imitan a los medios de comunicaci¨®n, pero no contratan periodistas de prestigio, no hacen trabajos de investigaci¨®n, no pagan a agencias o fot¨®grafos y por lo tanto no producen contenido original. Lo que hacen es robar contenido de otros medios, que manipulan para distorsionar su sentido. Esta caracter¨ªstica es una oportunidad perdida. Si los medios de comunicaci¨®n hubiesen protegido su copyright de la misma forma que lo hacen las discogr¨¢ficas, desinformar habr¨ªa sido mucho m¨¢s caro. Las plataformas habr¨ªan tenido que trabajar con peri¨®dicos, revistas, radios y televisiones para proteger su propiedad intelectual. Ahora es probablemente demasiado tarde. Los modelos generativos de IA son una lavadora de infracciones de propiedad intelectual.
Los equipos que estudian las redes no son verificadores ni cazadores de bulos. No identifican contenidos falsos y caminan hacia atr¨¢s, siguiendo el rastro de su distribuci¨®n. Son cient¨ªficos de datos y forenses digitales que reconocen las formas, mecanismos y comportamientos que preceden o se?alan la existencia de una campa?a de intoxicaci¨®n. Su trabajo es identificar esas se?ales y exponer los nodos que la difunden; las t¨¦cnicas que utiliza para viralizar contenidos. Son vigilantes de tr¨¢fico. La biopsia viene despu¨¦s.
Necesitamos biopsias. El trabajo de los verificadores es insustituible, no solo para entender la desinformaci¨®n y su impacto sino para estudiar el estado mental y emocional de la ciudadan¨ªa. Para salvar vidas necesitamos detectar la presencia de un c¨¢ncer, para erradicarlo necesitamos saber en qu¨¦ condiciones se produce. Pero, sin herramientas que nos adviertan lo antes posible su presencia en el sistema, no podemos predecirlo, prevenirlo ni erradicarlo. No podemos centrarnos solo en los contenidos. La desinformaci¨®n es una econom¨ªa de servicios con su propia cadena de distribuci¨®n. Cambiar de contenidos es gratis pero cambiar de cadena, no.
No tenemos m¨¢quina de la verdad pero existen soluciones. La democracia necesita un ecosistema medi¨¢tico limpio que nos ayude a superar este ambiente de escepticismo, cinismo e incredulidad general que desgasta tanto a las personas y favorece la manipulaci¨®n. El principal obst¨¢culo es que requiere la colaboraci¨®n honesta y genuina de sus principales actores: partidos, plataformas tecnol¨®gicas, empresas de marketing y medios de comunicaci¨®n. La soluci¨®n debe ser transparente y bipartisana o no ser¨¢.
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