El cansancio entierra el ¡®proc¨¦s¡¯
Catalu?a ha acabado de superar el proceso rupturista este 12-M. Pero sus consecuencias van a estar aqu¨ª durante mucho tiempo
El proc¨¦s muri¨® en enero de 2018, pero, como el Cid, sigui¨® ganando batallas y definiendo la realidad pol¨ªtica (afortunadamente ya no la social) en Catalu?a. Hasta este domingo, cuando el electorado catal¨¢n decidi¨® finalmente enterrar el cad¨¢ver de lo que hab¨ªa sido un movimiento sostenido para la consecuci¨®n de la independencia, que ha tenido al pa¨ªs embrujado a lo largo de los ¨²ltimos seis a?os, con altibajos. Por momentos pareci¨® que el proc¨¦s reviv¨ªa, como en noviembre de 2019, o despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones generales. Pero fueron fogonazos, estertores. Desde 2018, con excepciones puntuales, las movilizaciones han congregado a cada vez menos gente, la ilusi¨®n ha dejado paso a la desorientaci¨®n, primero, y al cansancio, despu¨¦s. Los indultos cortaron el pen¨²ltimo hilo emocional que manten¨ªa parte de la base de lo que hab¨ªa sido un movimiento que congreg¨® de manera sostenida a dos millones de personas a lo largo de cinco a?os.
En las elecciones de 2021, unos 700.000 votantes independentistas se quedaron en casa. Esta era la clave de las elecciones al Parlament de ayer. Y la respuesta ha sido inequ¨ªvoca, acrecentada por la ca¨ªda de ERC y de la CUP. No as¨ª Junts, que ha mantenido sus posiciones de hace tres a?os. Pueden alegrarse, pero su resultado de ayer queda a a?os luz de los de la antigua CiU.
En este sentido, se podr¨ªa decir que el proc¨¦s siempre vuelve, por muy muerto que uno lo considere. Entre los independentistas ha ganado Puigdemont, por lo tanto, ha ganado el proc¨¦s. Pero eso no es cierto. El Puigdemont que este domingo se alz¨® con la victoria en el campo independentista no es el del proc¨¦s. Es otra cosa.
Para estas elecciones, ERC hizo una apuesta obvia de superaci¨®n del proc¨¦s, entendiendo el resultado de 2021 como la constataci¨®n de que aquel hab¨ªa acabado, que el impulso que lo vio nacer se hab¨ªa agotado. La apuesta de ERC desde que Aragon¨¨s asumi¨® la presidencia fue la de volver al carril de la gobernabilidad para, de este modo, arrinconar a Junts en la nostalgia procesista, algo que el propio Junts le facilit¨® abandonando el Govern en el oto?o de 2022.
Pero entonces lleg¨® el 23-J y su endiablado resultado. El cansancio independentista era evidente. Una parte significativa de ese voto acab¨® en el saco del PSC. El proc¨¦s estaba definitivamente acabado, pero los independentistas consegu¨ªan una posici¨®n determinante en el Congreso. Todo apuntaba a que la apuesta de ERC por enterrar el proc¨¦s ten¨ªa todo el sentido. Pero el 23-J devolvi¨® al centro de la escena el ¡°factor P¡±, que hac¨ªa tiempo que hab¨ªa quedado fuera de foco, como una figura espectral y lejana en la pol¨ªtica catalana.
La vuelta de Puigdemont significa la vuelta de la l¨®gica del proc¨¦s, la resurrecci¨®n del president en el exilio. En el oto?o de 2023, en plenas negociaciones para la investidura de S¨¢nchez, el sondeo del Instituto de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales catal¨¢n (ICPS) lo muestra en toda su crudeza: el 19% del voto de ERC preferir¨ªa a Puigdemont como pr¨®ximo president. Es la puntilla a la estrategia de ERC, que ya ven¨ªa renqueando por culpa de disensiones internas. Se puede decir que la candidatura de Puigdemont ha dado la estocada final a Aragon¨¨s, pero el actual president ya ven¨ªa sufriendo. Su valoraci¨®n y la de su Gobierno nunca han sido muy positivas. Seg¨²n los bar¨®metros del Centro de Estudios de Opini¨®n (CEO), nunca super¨® el umbral del 5 en valoraci¨®n. Pero tampoco se le correspondi¨® internamente con el liderazgo que se le supon¨ªa en la Generalitat. En ERC, Aragon¨¨s es simplemente ¡°coordinador nacional¡± y ha sido en esta campa?a el ¨²nico candidato que ha tenido que compartir cartel electoral, con Oriol Junqueras (y su alargada sombra) y con la vicepresidenta de la Generalitat.
El resultado de ayer de Puigdemont, sin embargo, no significa el retorno del proc¨¦s, ni siquiera en su versi¨®n fantasmal. La clave la dio Xavier Trias en las elecciones municipales de mayo pasado en Barcelona. La suya fue una apuesta de superaci¨®n del proc¨¦s desacomplejada, lo que le vali¨® el apoyo de una extensa coalici¨®n de votantes. Tan extensa, que hubo quien vot¨® a Trias en mayo y a Alberto N¨²?ez Feij¨®o en julio.
Puigdemont tom¨® nota. Su propuesta pol¨ªtica en estas elecciones ya no era la independencia a cualquier precio en un plazo corto, sino ¡°presionar a Madrid¡±, algo que ERC no hab¨ªa hecho, seg¨²n Junts. Y que no pod¨ªa hacer el PSC, tildado de mera correa de transmisi¨®n del PSOE. Aires de 1980, escribi¨® ayer Enric Juliana. El objetivo es defender Catalu?a frente a ese Madrid que ¡°sangra a los catalanes¡±. El nuevo Puigdemont es CiU con anabolizantes, el retorno del viejo paradigma convergente de votar un Gobierno para ¡°plantar cara¡±. As¨ª, el voto independentista, al menos el que queda, ha seguido la cl¨¢sica l¨®gica pujolista y ha respondido a la pregunta que le formulaba Puigdemont: ?qui¨¦n te va a defender mejor ante Madrid? ?Qui¨¦n le va a poner las peras a cuartos a Pedro S¨¢nchez? La respuesta de lo que queda del voto independentista ha sido inequ¨ªvoca.
ERC (y hasta cierto punto el PSC) hab¨ªan cre¨ªdo que estas elecciones iban de gobernar Catalu?a, que el electorado catal¨¢n hab¨ªa pasado p¨¢gina del proc¨¦s y que se mover¨ªa en funci¨®n de las cosas: la sanidad, la sequ¨ªa, la educaci¨®n. Pero el 23-J hab¨ªa reordenado la baraja y lo que sali¨® de ella no fue el retorno del proc¨¦s, sino una nueva metamorfosis del partido m¨¢s camale¨®nico del pa¨ªs, el que pari¨® el proc¨¦s como f¨®rmula de no ser arrastrado por el cambio de la nueva pol¨ªtica, la corrupci¨®n, la competencia de ERC y la fatiga de materiales del sistema, acrecentado por las pol¨ªticas austericidas en 2012. El partido que llev¨® a su base electoral del nacionalismo al independentismo literalmente de la noche a la ma?ana y que ahora les promete volver a lo de antes.
Ayer, Catalu?a acab¨® de enterrar el proc¨¦s. Pero sus consecuencias van a estar aqu¨ª por mucho tiempo. Por el camino, un PP renacido con la ense?a de echar a S¨¢nchez, aunque se vote para una junta de vecinos; un Vox que vuelve a demostrar, como ya hizo en Andaluc¨ªa y en Madrid, que el incremento del voto al PP no afecta significativamente a sus resultados, y la extrema derecha xen¨®foba independentista ense?ando los dientes, una herencia evidente del descaro con el que el proc¨¦s ha permitido abordar situaciones que antes quedaban restringidas al ¨¢mbito dom¨¦stico y residual.
Salvador Illa y el PSC pueden proclamarse netamente ganadores de estas elecciones. Suya es la iniciativa a partir de ahora. El fantasma del proc¨¦s ha sido enterrado, se inicia una nueva etapa en Catalu?a, que llevaba posterg¨¢ndose seis a?os, desde que el proc¨¦s, despu¨¦s de muerto, continuaba dominando el baile pol¨ªtico catal¨¢n. No va a ser tarea f¨¢cil. El contexto espa?ol y el europeo no animan a ser muy optimistas. A Illa los n¨²meros le dan para armar una mayor¨ªa progresista que d¨¦ apoyo a un Govern distinto a los que han regido los destinos de Catalu?a a lo largo de esa ¡°d¨¦cada perdida¡± que denunciaba el candidato socialista durante la campa?a.
Tal vez haya llegado el momento de volver a la gobernabilidad, a las cosas del comer, y abandonar la ¨¦pica y el griter¨ªo. Este domingo una parte del electorado catal¨¢n ha respondido afirmativamente a esa propuesta. Incluso aquellos que han votado por la propuesta aparentemente rompedora de Puigdemont puede que tambi¨¦n lo crean. Pero lo de ayer tambi¨¦n nos dice otra cosa. Las l¨ªneas que traz¨® CiU en su largo tiempo de gobierno siguen rigiendo las corrientes profundas en Catalu?a, siguen marcando los l¨ªmites y el lenguaje, el marco mental en el que se mueve una parte sustancial del electorado, y buena parte de la informaci¨®n que transmiten los medios, sobre todo el monopolio de facto en el que est¨¢n obligados a vivir los catalanohablantes. Cuando Catalu?a despert¨®, Pujol segu¨ªa estando all¨ª.
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