Europa, ruega por nosotros
Los discursos y declaraciones en clave nacional han hurtado en la campa?a del 9-J muchos debates que importan a los ciudadanos
¡°El mentido robador de Europa¡± era el nombre que Luis de G¨®ngora asign¨® al gran dios Zeus. En la oscura clave po¨¦tica de sus Soledades, G¨®ngora lo llam¨® ¡°robador¡± porque, en la mitolog¨ªa griega, Zeus se encarnaba en un toro blanco y enga?aba a una joven princesa llamada Europa, que paseaba por la playa. Se la ganaba con su mansedumbre para despu¨¦s raptarla y llevarla por el mar hasta Creta. El nombre de esa princesa es el que hist¨®ricamente se us¨® para dar nombre a nuestro continente.
?Qui¨¦n nos ha robado Europa ahora? En este d¨ªa de reflexi¨®n previo a las elecciones europeas, me pregunto por la presencia de Europa en la campa?a electoral que hasta ayer vivimos, porque mucha Europa no he visto. En el sentido m¨¢s puramente discursivo, los partidos pol¨ªticos han monopolizado esta campa?a con discursos y declaraciones en clave nacional esgrimidos incluso por los cabezas de lista: discusiones en torno al proc¨¦s y la amnist¨ªa, apelaci¨®n a la imagen del fango, manifestaciones sobre la adhesi¨®n personal y supraideol¨®gica a los l¨ªderes, balance de logros locales aprovechando que se ha cumplido un a?o desde las elecciones municipales de 2023... ?D¨®nde ha quedado Europa? Esto no ha sido una visita a ciudadanos de toda Espa?a para atender sus peticiones, escucharlos y darles, si es posible, propuestas en la dimensi¨®n europea que puedan tener sus necesidades. Estamos en una perpetua campa?a nacional y no ante una verdadera y cabal campa?a electoral europea.
El fil¨®logo D¨¢maso Alonso dec¨ªa que G¨®ngora escrib¨ªa pensando en el puro placer de las formas. La elaboraci¨®n art¨ªstica y el lenguaje del poeta cordob¨¦s son dif¨ªciles y hay que saber dirimir qu¨¦ pasa por debajo de su discurso, en la trama; hacen falta explicaciones para entender que, escondido en el retorcimiento formal, hay un argumento que progresa y que apela al lector. Pero no es lo que aqu¨ª ocurre. Aqu¨ª lo grande no incluye a lo peque?o, porque lo nacional no es exactamente lo europeo en proporci¨®n reducida. Si hablamos de las convocatorias judiciales espa?olas, de las tensiones de la C¨¢mara baja o de las elecciones catalanas no estamos hablando de Europa sino de Espa?a, y esos discursos sobre problemas del pa¨ªs no est¨¢n forzosamente atravesados por el ¨¢ngulo de la pol¨ªtica continental. No hay un contenido europeo celado bajo la forma del debate dom¨¦stico. No hay sublimaci¨®n posible, a menos que pensemos en Europa como un proyector rutinario de la pol¨ªtica interna donde aburridamente nuestros parlamentarios, viejas glorias de los partidos nacionales, pasan los d¨ªas entre comisiones t¨¦cnicas menos politizadas que las que conocieron cuando frecuentaban la pol¨ªtica espa?ola.
Pienso en Europa mientras escribo este texto desde una comarca gaditana, entre el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el mar Mediterr¨¢neo. Redacto estas l¨ªneas teniendo cerca el Campo de Gibraltar. El lugar hist¨®rico excepcional donde se fundaban las m¨ªticas columnas de H¨¦rcules es hoy epicentro del tr¨¢fico de drogas y del crimen organizado. Este no es un lugar m¨¢s de Espa?a: es la frontera sur de la Uni¨®n Europea y est¨¢ frente a Marruecos; el tr¨¢fico de hach¨ªs tiene aqu¨ª una dimensi¨®n distinta a la de cualquier otro lugar de Espa?a. El desempleo roza la cifra del abuso, la desfachatez con que opera el narco en el mar est¨¢ a la altura de la impunidad con que blanquea su dinero en tierra, los cuerpos de seguridad del Estado pierden efectivos cada a?o porque los matan (quiero nombrar a David P¨¦rez, quiero nombrar a Miguel ?ngel Gonz¨¢lez), faltan efectivos judiciales. Aqu¨ª no est¨¢ premiado el decoro de la poblaci¨®n que respeta las normas, que contiene a sus hijos de la tentaci¨®n f¨¢cil de ocuparse en el trapicheo o que los educa en pol¨ªtica para que no vean en la facilidad del discurso populista la soluci¨®n r¨¢pida a una situaci¨®n compleja. Y no solo no est¨¢n premiados socialmente el civismo ciudadano y la madurez pol¨ªtica, sino que no est¨¢n acompa?ados institucionalmente. Porque aqu¨ª, a veces, las noticias hacen mucho ruido pero apenas cascan nueces pol¨ªticas. En estas elecciones europeas, otra vez poca gente se ha acordado de ellos, de un territorio que no es un lugar m¨¢s de Espa?a, sino la puerta de Europa.
Por eso, por ser la puerta de Europa, en el siglo XIV se levant¨® en Gibraltar el santuario a la virgen de Europa, una advocaci¨®n religiosa cuya devoci¨®n naci¨® en el Pe?¨®n y luego, desde Algeciras, fue difundida a otros lugares del mundo. A la protecci¨®n de esta imagen mariana se consagra el continente europeo desde la Baja Edad Media, en uno de esos sincretismos ingenuos que hizo que la vieja doncella fenicia raptada se convirtiera en virgen sedente cristiana. Y all¨ª est¨¢ la pobre virgen de Europa, sola en su santuario, con el olor lejano de los motores de las potentes narcolanchas y de las patrulleras cansadas, el ambiente cargado en el SEPE y las viejas redes de pesca arrumbadas en el ¨¢ngulo oscuro, mientras que otros se llevan los m¨ªtines y las declaraciones a sus prioridades y su agenda. El ¡°mentido robador de Europa¡± que dec¨ªa el poeta no se disfraza ya de toro blanco ni rapta princesas, pero hurta muchos debates que importan y que sospecho que seguir¨¢n siendo ignorados la semana pr¨®xima, pasadas las elecciones. Que Europa ruegue por los de aqu¨ª.
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