Qu¨¦ importa el amor si est¨¢ la ira
Hemos normalizado que el mundo pueda entenderse si se habla del odio y del resentimiento, pero otras emociones positivas parecen proscritas de la cr¨®nica pol¨ªtica
Algunas palabras parecen proscritas de las cr¨®nicas m¨¢s serias, como si con ellas solo pudieran contarse lo banal y lo accesorio; o sea, lo que de verdad importa. Sucede con el amor, por ejemplo, que no suele citarse en las p¨¢ginas de informaci¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica porque qu¨¦ va a decirnos el amor sobre la vida si tenemos a mano el PIB o la cotizaci¨®n del Ibex-35.
Hemos normalizado que el mundo pueda entenderse si se habla del odio y de la ira y del resentimiento y de un reguero de emociones siempre que sean emociones negativas, pero si prob¨¢ramos a preguntarnos por el amor o la empat¨ªa nos llamar¨ªan cursis y cosas peores, como ?o?os, que suena mal pese a llevar dos e?es.
Lo mismo le pasa a la solidaridad, que se ha vuelto sospechosa y, a este ritmo, qui¨¦n sabe lo que acabar¨¢ ocurriendo con el amor. A nadie le extra?a, en cambio, que los an¨¢lisis m¨¢s finos y rigurosos se refieran a la ira o a la venganza porque esas son las fuerzas que mueven el mundo si no lo moviera el dinero. As¨ª nos hemos quedado: sin romanticismos ni met¨¢foras, todo es tal cual como parece.
De ah¨ª que fuera tan raro que, el domingo pasado, la palabra en cuesti¨®n apareciera en dos art¨ªculos que public¨® este peri¨®dico en sus secciones de Internacional y de Opini¨®n con apenas unas p¨¢ginas de diferencia. Al tratar la memoria hist¨®rica, la escritora Aroa Moreno calific¨® las exhumaciones de las v¨ªctimas de la Guerra Civil como ¡°un acto de amor¡±, recuperando la expresi¨®n de Esther L¨®pez Barcel¨®. Un poco antes, Thomas L. Friedman aconsejaba al equipo pol¨ªtico de Joe Biden que tuviera con el actual presidente ¡°la m¨¢s dura de las conversaciones; una conversaci¨®n de amor, claridad y determinaci¨®n¡± para pedirle su retirada. Me llam¨® la atenci¨®n, porque casi nadie habla del amor o la amistad como elementos que influyan en el debate p¨²blico ni, menos a¨²n, que propicien la retirada en una carrera presidencial.
El amor sigue explicando la condici¨®n humana y todav¨ªa es, junto al misterio, el material literario m¨¢s valioso para las novelas; pero su desaparici¨®n de las cr¨®nicas pol¨ªticas ¡ªtan entregadas al lenguaje emocional¡ª quiz¨¢ no se deba tanto a que los ciudadanos seamos m¨¢s descre¨ªdos y menos ingenuos, sino a que est¨¢ a punto de culminarse la sustituci¨®n de las ideas por el inter¨¦s. Y claro: qui¨¦n va a querer Shakespeare si tiene al Ibex-35.
Hasta la extra?a coincidencia en el peri¨®dico de este domingo, la ¨²ltima vez que el tema se hab¨ªa colado con ¨¦xito en las portadas fue aquel d¨ªa en que preguntaron a Corinna Larssen por los 65 millones de euros que le hab¨ªa transferido a su cuenta Juan Carlos I. Ella aleg¨® que hab¨ªa sido un regalo ¡°por gratitud y por amor¡±. Se olvida a veces lo cerca que quedan el amor y la venganza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.