Salvador Illa: vuelve la ¡°gente de orden¡±
El nuevo tiempo en Catalu?a va de caos frente a estabilidad, de orden frente a l¨ªo, de gesti¨®n frente a sectarismo
Salvador Illa y su Govern suponen un regreso a aquellos tiempos de la gent d¡¯ordre, la gente de orden, un mantra con el que la vieja Converg¨¨ncia sol¨ªa reivindicarse a s¨ª misma a frente algarab¨ªa de los Gobiernos del tripartito. Es curioso que el PSC sea hoy lo m¨¢s parecido a aquella CiU previa a 2010, mientras que su heredero Junts sea quien parece hoy un partido antisistema con Carles Puigdemont al frente. Por eso, el reto de Illa es tambi¨¦n fundacional del nuevo tiempo: una generaci¨®n entera de ciudadanos j¨®venes no tiene ning¨²n recuerdo del catalanismo moderado y de la convivencia con Espa?a; no conocen nada que no haya sido proc¨¦s, pero asisten a la oportunidad ahora de saber cu¨¢l es esa alternativa, con todos sus riesgos.
La primera pata de esa ¡°nueva normalidad¡± es la composici¨®n del Govern Illa. Se acusa al PSC de ¡°derechizaci¨®n¡± porque haya perfiles como el conseller Ramon Espadaler, de la conservadora Uni¨®, y nadie de los Comunes. De un lado, esto tiene que ver con las servidumbres electorales: es previsible que los Comunes no vayan a ponerle trabas significativas al PSC en esta legislatura, mientras que Uni¨® era parte de la coalici¨®n socialista en los comicios, y por tanto le correspond¨ªa alg¨²n puesto. Del otro, cualquier combate ideol¨®gico desde la izquierda queda rebajado por la necesidad de integrar al nacionalismo moderado en el Ejecutivo ¡ªpara favorecer los acuerdos en el Parlament¡ª. Ni el PSC ni ERC son una suerte de Podemos catal¨¢n, sino al contrario: aspiran a un cierto pragmatismo, lejos de histrionismos. En definitiva, Illa ha querido que este nuevo tripartito por la puerta de atr¨¢s no sea percibido como una afrenta contra la mitad de Catalu?a ¡ªla de los valores morales del PP y de Vox¡ª o contra la del independentismo ¡ªincluyendo incluso a alg¨²n rebotado de Junts en sus filas¡ª.
As¨ª que la Catalu?a de tothom de Illa es un producto de su contexto: el af¨¢n de pacificar los ¨¢nimos, y de inaugurar un per¨ªodo de redenci¨®n colectiva. La batalla hoy est¨¢ en convencer a la ciudadan¨ªa de 2024 de que la Catalu?a previa a 2009 era mejor que la d¨¦cada de pulsiones de ruptura. La nueva era estar¨¢ forjando imaginario frente a los que, como Puigdemont, quieren mantener viva la idea del legitimismo. Por tanto, el ¨¦xito del nuevo orden es la ¨²nica forma de lograr que el fin del proc¨¦s se relacione con la idea de bonanza y sosiego para las generaciones que suben, mientras que los 10 a?os precedentes sean le¨ªdos como una ¨¦poca convulsa e involucionista.
En ese sentido, existe un elemento capaz de reventar la nostalgia independentista: el sentimiento catalanista. Muchos afines a la ruptura a?oran la Catalu?a en que funcionaba bien el modelo de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica, donde hab¨ªa cierto apego nacional, y las instituciones no estaban en tela de juicio. Por eso, resulta llamativo que Illa haya reivindicado en sus ¨²ltimos discursos la ¡°naci¨®n catalana¡±, pese a que en la campa?a electoral lanz¨® cantidad de gui?os al votante de Ciudadanos usando top¨®nimos como Bajo Llobregat, que raramente se dicen en castellano. Pareciera como si el nuevo president hubiera llegado a la conclusi¨®n de que el catalanismo de los a?os noventa es el ¨²nico consenso que puede unir a una mayor¨ªa de ciudadanos, incluso aquellos que votan opciones de ruptura. Precisamente, muchos de estos ¨²ltimos sienten nostalgia del proyecto de pa¨ªs, de la ¡°construcci¨®n nacional¡± de Jordi Pujol, y lamentan que el proc¨¦s lo haya enterrado.
Por eso, Junts insiste en que este Govern del PSC es ¡°espa?olista¡± para seguir manteniendo viva la idea de agravio. Illa apoy¨® la aplicaci¨®n del 155, o se manifest¨® el 8 de octubre de 2017, s¨ªmbolo de que los socialistas catalanes de hoy no son iguales a los tiempos de Pascual Maragall o Jos¨¦ Montilla. Ahora bien, sus alianzas con ERC le han puesto en bandeja reconciliarse con ese pasado: si Illa logra revitalizar el uso del catal¨¢n, y alg¨²n acuerdo con el Gobierno para ampliar competencias o la financiaci¨®n, sepultar¨¢ esa impresi¨®n ¡ªque tienen la mayor¨ªa de independentistas¡ª de que este PSC es lo m¨¢s parecido a Ciutadans. Aunque est¨¢ por ver si el giro catalanista se vuelve realidad, tanto en materia educativa como de autogobierno.
La derecha necesita vender que Illa es un ¡°rupturista¡± m¨¢s. C¨®mo se habr¨¢ degradado el debate p¨²blico para creer que una figura como el conseller de Exteriores y europe¨ªsta convencido, Jaume Duch, se prestar¨ªa a eso. Y si la derecha cree que la nueva era en Catalu?a va de izquierdas o de derechas, de unionismo o de independentismo, se equivoca. El nuevo tiempo va de caos frente a estabilidad, de orden frente a l¨ªo, de gesti¨®n frente a sectarismo. Si la convivencia triunfa, y la normalidad se impone en instituciones como los Mossos d¡¯Esquadra, garantizando la sensaci¨®n de seguridad en las calles de Catalu?a, ni los votantes del PP y Vox tendr¨¢n demasiado de lo que quejarse en adelante.
Es lo que tiene el orden: no a todos emociona, no a todos seduce, pero pacifica. Hay veces en que la normalidad se acaba volviendo lo m¨¢s revolucionario, casi un acto de radicalidad pol¨ªtica.
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