La jungla digital de Telegram, ante la ley
El pulso judicial de Francia a la plataforma ataca el descontrol en la moderaci¨®n de contenido delictivo
La actuaci¨®n de la justicia francesa contra el fundador de la aplicaci¨®n de mensajer¨ªa digital Telegram, P¨¢vel D¨²rov, puede marcar el inicio de una nueva era en la lucha de las autoridades europeas contra la desinformaci¨®n y el discurso del odio, un debate fundamental en el nuevo orden democr¨¢tico que va dibujando la sociedad digital.
D¨²rov fue detenido el pasado s¨¢bado al bajar de su avi¨®n privado en un aeropuerto de Par¨ªs. El juez lo puso el mi¨¦rcoles en libertad bajo fianza de cinco millones de euros y sin posibilidad de abandonar Francia, al considerar que la aplicaci¨®n de mensajer¨ªa, que funciona a la vez como una red social, es c¨®mplice en la comisi¨®n de delitos como la distribuci¨®n de pornograf¨ªa infantil o el tr¨¢fico de drogas. Lo acusa de negarse a colaborar con la justicia cuando se lo han requerido. En paralelo, Bruselas investiga si Telegram ha falseado el n¨²mero de usuarios de su aplicaci¨®n en Europa (41 millones, seg¨²n la compa?¨ªa) para evitar una regulaci¨®n m¨¢s estricta sobre moderaci¨®n de contenidos y la obligaci¨®n de compartir datos con la Comisi¨®n Europea, como ya hacen Instagram, Google o TikTok.
La laxitud con la moderaci¨®n de contenidos, bajo el presunto paraguas de la libertad de expresi¨®n, es precisamente una de las claves del ¨¦xito de Telegram. Desde su fundaci¨®n en 2013, la aplicaci¨®n ha presumido de ser un espacio de comunicaciones encriptadas, pol¨ªticamente neutral y al margen de interferencias de ning¨²n Gobierno. Pero lo cierto es que nadie sabe muy bien c¨®mo funciona. Por ejemplo, nadie sabe si sus responsables pueden acceder a los servidores de sus centros de datos, que aseguran guardar durante mucho tiempo y est¨¢n distribuidos por todo el mundo, y descargar archivos almacenados.
No es habitual que un multimillonario con tres pasaportes (franc¨¦s, ruso y emirat¨ª) sea detenido al bajar de su avi¨®n privado. Tampoco responsabilizar al presidente ejecutivo de una compa?¨ªa de lo que los usuarios hacen en su aplicaci¨®n. La reciente Ley de Servicios Digitales europea obliga a las plataformas a detallar las medidas que adoptan contra la desinformaci¨®n o la propaganda y establece nuevas protecciones para los menores, pero no cabe duda de que la iniciativa francesa supone una jugada arriesgada, precisamente por la popularidad de la aplicaci¨®n. El arresto de D¨²rov sirve, como m¨ªnimo, para hacer un test de fuerza de las leyes en la jungla digital.
La ofensiva tiene adem¨¢s un componente geopol¨ªtico que no se puede ignorar. El arresto de D¨²rov, ruso de nacimiento, ha hecho saltar las alarmas en el Kremlin. El multimillonario abandon¨® el pa¨ªs en 2014, tras negarse a colaborar con las autoridades para identificar a los opositores de las protestas del Euromaid¨¢n ucranio, y Telegram fue vetada por las autoridades rusas. Hasta que ese veto se levant¨® de pronto en 2020 y el Kremlin sustituy¨® otras aplicaciones occidentales de mensajer¨ªa, como WhatsApp o Skype, por la red creada por D¨²rov. De hecho, hasta el s¨¢bado Telegram era la principal red de comunicaci¨®n para el control de las tropas en el frente ucranio y en todos los niveles de la Administraci¨®n rusa. El pulso de Francia a Telegram es la primera salva de una batalla con repercusiones a¨²n desconocidas que no ha hecho m¨¢s que empezar.
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