?Bendita inmigraci¨®n!
Muchos espa?oles tienden a ver la llegada de extranjeros como un problema, pero es tambi¨¦n una soluci¨®n para muchos de nuestros grandes d¨¦ficits
Los espa?oles acaban de se?alar la inmigraci¨®n como el mayor problema del pa¨ªs. As¨ª se deduce al menos del ¨²ltimo bar¨®metro del CIS, donde hasta hace bien poco ocupaba un lugar relativamente marginal. Es una subida espectacular, que se explica por el reguero de im¨¢genes de cayucos arribando a las islas Canarias, los conatos de salto de las vallas de Ceuta y Melilla o la discusi¨®n sobre el reparto regional de la acogida de los menores extranjeros no acompa?ados. O por el griter¨ªo de los partidos europeos de la ultraderecha, entre los que nuestro Vox no se queda atr¨¢s, que la convierten pr¨¢cticamente en la ¨²nica y verdadera amenaza que nos acecha, present¨¢ndose a la vez el cambio clim¨¢tico como el cuento de la lechera. La contundencia del dato, ese primer lugar en nuestras supuestas preocupaciones, nos obliga, sin embargo, a tener que afrontar ese debate mir¨¢ndolo de cara, no dej¨¢ndolo caer como una noticia m¨¢s. Entre otras razones, porque va a seguir siendo pasto de la demagogia y la desinformaci¨®n.
Lo digo sin ambages: o tratamos de hacerlo objeto de un pacto de Estado entre los dos grandes partidos, o me temo que nuestra vida pol¨ªtica acabe sucumbiendo al visceral mon¨®logo discursivo que sobre este tema se est¨¢ extendiendo en otros pa¨ªses europeos. Para el PP puede ser adem¨¢s la v¨ªa m¨¢s directa para acabar de diferenciarse de Vox. Y la coyuntura es tambi¨¦n id¨®nea. En el centro de nuestra discusi¨®n p¨²blica se encuentra ahora mismo la cuesti¨®n de la solidaridad entre regiones, la cuesti¨®n principal emanada del posible concierto catal¨¢n. Se nos llena la boca de apelaciones a ella, pero a la hora de la verdad estamos dejando solos a los canarios con lo que es un verdadero problema humano que son incapaces de resolver por s¨ª mismos. Ahora mismo, la v¨ªa de entrada a Europa con mayor crecimiento es la atl¨¢ntica, y El Hierro se est¨¢ convirtiendo poco a poco en la nueva Lampedusa. La verdad, he sentido aut¨¦ntica verg¨¹enza ajena al ver la displicencia y la mezquindad con la que se mercadeaba con la vida de estos j¨®venes ¨Dni?os, en realidad¨D abandonados a su suerte.
Va de suyo que hay que hacer frente a la inmigraci¨®n ilegal y honrar nuestros compromisos europeos en tanto que parte de la frontera sur del continente, pero tambi¨¦n el derecho de asilo. Y no podemos perder de vista el endurecimiento que ya se atisba en algunos de estos pa¨ªses con esta cuesti¨®n. Pa¨ªses hacia los que transitaban muchos emigrantes o asilados que hab¨ªan entrado por Espa?a pronto proceder¨¢n a ¡°devolv¨¦rnoslos¡±. Esto, junto con la peligrosa combinaci¨®n de la explosi¨®n demogr¨¢fica que se espera en ?frica y las consecuencias del cambio clim¨¢tico, har¨¢ perentorio abordar esta cuesti¨®n desde premisas bien articuladas, libres de politiqueo partidista y soluciones simplistas. Porque, ojo, eso que tendemos a ver como problema en la mayor¨ªa de los casos es tambi¨¦n una soluci¨®n para muchos de nuestros grandes d¨¦ficits. El demogr¨¢fico es el m¨¢s inmediato, y de este pende la sostenibilidad del Estado de bienestar en una sociedad tan envejecida como la nuestra. Es nuestra esperanza de futuro, ni m¨¢s ni menos. Si tratamos de bloquearla activando los miedos al extra?o, estamos perdidos. ¡°Lo que m¨¢s debemos de temer es una sociedad de gente temerosa¡±, como dec¨ªa Judith Shklar.
Con motivo de la enfermedad de un familiar he tenido que pasarme estos ¨²ltimos meses entrando y saliendo de un hospital. Bastante m¨¢s de la mitad de quienes sosten¨ªan la vida hospitalaria ven¨ªan de fuera, aunque, afortunadamente, ya son tan de aqu¨ª como cualquiera. Una y otra vez me he sorprendido repiti¨¦ndome, casi como una letan¨ªa: ¡°?Bendita inmigraci¨®n!¡±.
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