El chepibe de ¡®?am¨¦rica¡¯
Mart¨ªn Caparr¨®s ha sido un periodista presente en el lugar de los hechos, porque si no se es testigo presencial no se puede voltear la realidad y verle las costuras
Mart¨ªn Caparr¨®s ha dejado su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Hay en ese legado piezas que nos muestran aspectos distintos de su vida como periodista y creador literario, pero le he dicho que falta el carnet que le extendi¨® en Buenos Aires, hace 50 a?os, el director del peri¨®dico Noticias, Miguel Bonasso, con la fotograf¨ªa del pibe de 17 a?os, de larga y abundante cabellera, que contradice su imagen de hoy, calva respetable y bigotes de manubrio, como un poderoso boxeador decimon¨®nico, de esos que peleaban a pu?o pelado.
En el diario Noticias, de ef¨ªmera vida, Mart¨ªn hab¨ªa entrado a trabajar con pretensiones de ser fot¨®grafo de planta, como cuenta en su libro de 2015 Lacr¨®nica, pero el director Bonasso lo dedicaba al aleccionador oficio de chepibe, el chico que repart¨ªa las tiras del cable y llevaba caf¨¦ a los periodistas curtidos que se afanaban tecleando en las m¨¢quinas de escribir de la sala de redacci¨®n y guardaban en una de las gavetas del escritorio la botella de ginebra, hasta que uno de esos veteranos, abrumado por el trabajo, le pregunt¨® si era capaz de escribir una nota a partir del cable de una agencia.
Fue una nota primeriza sobre un pie congelado, y que empezaba: ¡°Doce a?os estuvo helado el pie de un monta?ista que la expedici¨®n de los austr¨ªacos encontr¨®, hace pocos d¨ªas, casi en la cima del Aconcagua¡±. La nota continuaba con lo que el propio Mart¨ªn juzga hoy como ¡°detalles in¨²tiles¡±, cuando ¨¦l mismo sabe de sobra que la escritura verdadera est¨¢, precisamente, en el registro de los detalles: ¡°La pierna, calzada con bota de monta?a, que los miembros del club Alpino de Viena encontraron el pasado lunes 11, cuando descend¨ªan de la cumbre, pertenece al escalador mexicano ?scar Arizpe Manrique, que muri¨® en febrero de 1962, al fracasar, por pocos metros, en su intento de llegar al techo de Am¨¦rica¡±.
En esa nota estaba, en embri¨®n, lo que Mart¨ªn llegar¨ªa a ser como escritor a lo largo de 50 a?os de rigurosidad, imaginaci¨®n libre, fidelidad a los hechos y curiosidad desmedida. Y tuvo el privilegio de entrar en el oficio de periodista como aprendiz, desde abajo, en una Redacci¨®n de las de entonces, llena de humo de cigarrillos y donde sonaban en coro los tel¨¦fonos y sonaba el timbre del teletipo cuando iba a entrar una noticia urgente, con maestros que a la vez de periodistas eran escritores, y ense?aban que la letra con tinta entra; nada menos que tres militantes contra la dictadura militar, que hicieron de su propia vida un ejemplo:
Rodolfo Walsh, autor de un cl¨¢sico de la cr¨®nica, Operaci¨®n Masacre, publicado en 1957, el mismo a?o en que naci¨® Mart¨ªn; asesinado en 1977 tras publicarse su Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, que ¨¦l mismo sali¨® a repartir.
Juan Gelman, premio Cervantes de Literatura, exiliado muchos a?os por la dictadura militar, que secuestr¨® y asesin¨® a su hijo y a su nuera, embarazada de una ni?a dada en adopci¨®n en Uruguay, y luego v¨ªctima de la aberraci¨®n de haber sido condenado a muerte por traici¨®n por el ej¨¦rcito Montonero.
Paco Urondo, poeta tambi¨¦n, que entrevist¨® en la c¨¢rcel a los sobrevivientes de la masacre de Trelew de 1972, cuando fueron fusilados 16 prisioneros pol¨ªticos en el penal de Rawson tras un intento de fuga, y sali¨® de all¨ª su libro de 1973 La patria fusilada, otro cl¨¢sico de la cr¨®nica latinoamericana; asesinado por la dictadura militar en 1976.
Si es cierto que falta el carnet de Mart¨ªn con la foto de abundante cabellera, ha dejado depositados en la Caja de las Letras, en manos de la posteridad, un boleto de entrada a un partido de futbol en un estadio de M¨¦xico, arte, ciencia y religi¨®n sobre la que Mart¨ªn escribe con ingeniosa propiedad, igual que su par Juan Villoro, fil¨®sofos ambos que sostienen con impecable juicio dial¨¦ctico que Dios es redondo.
Y 12 libretas Moleskine que contienen apuntes, reflexiones, entrevistas, materiales todos que sirvieron para escribir de ?am¨¦rica, esa monumental cr¨®nica, de la cual deja tambi¨¦n un disco duro con todos los insumos del libro, incluyendo audios, videos, im¨¢genes y las diferentes versiones del manuscrito; y un ejemplar de la edici¨®n conmemorativa.
En la tradici¨®n que va desde Her¨®doto a Kapu?ci¨½ski, Mart¨ªn ha sido un periodista presente en el lugar de los hechos, porque si no se es testigo presencial, de guerras, ¨¦xodos, hambrunas, no se puede voltear de rev¨¦s la realidad y verle las costuras; testigo fiel del horror y la maravilla, sabiendo que se es infiel a la verdad s¨®lo cuando se imagina como novelista, una infidelidad leg¨ªtima, y que en el relato del cronista, que ve y que toca, la fidelidad queda escrita con tinta indeleble en la libreta de apuntes.
Un doble oficio, una doble pasi¨®n, el periodismo y la literatura. Y con esto, s¨®lo nos toca repetir con Gardel y Lepera: que 50 a?os no es nada.
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