Las tareas por hacer de Kamala Harris
Frente a Trump, que se ha servido del insulto como su mejor arma para polarizar, la candidata dem¨®crata promete ocuparse de los problemas de su pa¨ªs
Lo de Donald Trump durante la campa?a produce desaz¨®n, se ha servido de los insultos y las descalificaciones como si fuera un ni?o gamberro e indomable que se enfrenta a unos maestros pacatos y ?o?os para decirles que basta ya de tanto serm¨®n y tanta moralina. Con unas cuantas barbaridades y una actitud prepotente y agresiva no solo ha afianzado el fervor de su cohorte de fieles seguidores sino que, por lo que se ve ¡ªy se pudo ver ya en anteriores elecciones¡ª, consigue seducir a sectores que podr¨ªan estar m¨¢s inclinados ¡ªpor sus previsibles intereses¡ª a votar a los dem¨®cratas: mujeres, hispanos, afroamericanos.
Trump ha dicho de Kamala Harris que ¡°es una izquierdista lun¨¢tica radical¡±, que tiene un ¡°cociente intelectual muy bajo¡±, la ha calificado directamente de ¡°idiota¡± o de ¡°vaga¡±, incluso se ha referido a ella como una ¡°vicepresidenta de mierda¡±. Es asombroso que uno de los candidatos a la presidencia de una de las democracias que presume de tener unas s¨®lidas instituciones utilice un lenguaje tan burdo y simple. Es como para que todos los que estuvieran escuch¨¢ndolo se levantaran y se fueran, pero resulta que no, que le celebran las ocurrencias, que lo aplauden y, diablos, que seguramente lo van a votar el pr¨®ximo 5 de noviembre.
Trump ha conectado con los agraviados y los agraviados responden a los agravios que sufren con insultos. No tienen m¨¢s armas, y se sienten reconfortados cuando alguien poderoso utiliza los improperios que utilizan ellos como una v¨¢lvula de escape a sus enormes frustraciones. Se sienten fuera del sistema, arrinconados y marginados, con la se?al del mayor oprobio ¡ªel de no haber triunfado, el de ser unos perdedores¡ª grabada en la frente, condenados a vagar por los bordes del sue?o americano sin alcanzarlo nunca. A esos hombres blancos empobrecidos lo peor que les puede ocurrir es ver cruzar por delante de sus m¨ªseros hogares a familias de negros, asi¨¢ticos o hispanos con aires de tener confianza en el futuro.
Esa l¨®gica ¡ªsi es que puede llamarse l¨®gica¡ª del desprecio a unas ¨¦lites que observan el mundo desde la atalaya de una superioridad moral que consideran incontestable es la que Trump maneja con soltura y en la que es un verdadero maestro. Por eso le basta con decir que Kamala Harris es una ¡°est¨²pida¡± y que los inmigrantes son lo peor para tener ya ganada buena parte de la carrera hacia la Casa Blanca.
A los dem¨®cratas les tocaba esta vez destruir esa din¨¢mica que divide el mundo entre triunfadores y perdedores y que ha polarizado tanto a Estados Unidos hasta el extremo de partir el pa¨ªs en dos. Kamala Harris irrumpi¨® en la campa?a con la voluntad de colocar en el centro un mensaje de esperanza y de transmitir la idea de que lo suyo es bajar a los problemas reales que preocupan a la gente en su d¨ªa a d¨ªa. Seguramente una se?al de que las cosas no le iban bien fue cuando empez¨® a llamar a Trump ¡°fascista¡±. Era una manera de responderle utilizando su mismo lenguaje y de entrar, por tanto, en el marco que a ¨¦l le favorece, el de las navajas. Este martes en su gran mitin en Washington, la candidata dem¨®crata recuper¨® su mensaje de unidad y de querer gobernar para todos y dijo que, si gana Trump, entrar¨¢ el primer d¨ªa en el Despacho Oval con ¡°una lista de enemigos¡± y que, si lo hace ella, llevar¨¢ una con las tareas por hacer. Ojal¨¢ que esos votantes que van a inclinar la balanza en los Estados decisivos sepan valorar esta ¨²ltima promesa, y voten a Kamala Harris.
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