Venezuela, un hatillo y una manta
La gloriosa ret¨®rica sobre Bol¨ªvar de la que abusa el chavismo ya no sirve cuando los ciudadanos se han pronunciado para emanciparse de la servidumbre
Durante varios d¨ªas seguidos, en agosto de 2018, el mundo entero supo que los venezolanos se estaban yendo de su pa¨ªs. Las im¨¢genes eran desgarradoras; siempre lo son cuando se ve a mujeres y a hombres, a ni?os, adolescentes y ancianos, ir caminando por las carreteras para huir de la mala fortuna llev¨¢ndose cualquier cosa. En junio de 2021, la oficina del Alto Comisionado para los Refugiados, ACNUR, present¨® un informe en el que Venezuela figuraba como el segundo pa¨ªs del mundo que hab¨ªa expulsado a m¨¢s de los suyos fuera de sus fronteras. El primero era Siria, pero estaba sacudido por los efectos de una guerra. Los m¨¢s de cinco millones de venezolanos que por entonces hab¨ªan dejado atr¨¢s sus hogares no hab¨ªan salido escapando de las bombas, sino de la miseria y la falta de futuro, del ambiente irrespirable impuesto por un r¨¦gimen podrido por la corrupci¨®n, la incompetencia y el autoritarismo.
La cifra es imponente ¡ªahora llega a m¨¢s de siete millones y medio¡ª, pero no es lo m¨¢s relevante. Lo que importa son esas historias de dolor y desesperaci¨®n que palpitan en las sucesivas estampidas. La gente no abandona sus casas y su mundo por las buenas. Ahora que hay tantos palestinos vagando a la deriva, llev¨¢ndose cuatro b¨¢rtulos para empezar de nuevo vaya usted a saber d¨®nde, se entiende de inmediato que es imposible vivir bajo los cascotes que se les han ca¨ªdo encima tras los feroces ataques del Gobierno de Netanyahu. ¡°Una muchedumbre enloquecida atasc¨® las carreteras y los caminos, se desparram¨® por los atajos, en busca de la frontera¡±, contaba Aza?a en junio de 1939 para describir lo que sucedi¨® en febrero cuando las tropas franquistas avanzaban hacia Catalu?a. Los venezolanos que en agosto de 2018 ¡ªy en otras crisis de esa envergadura¡ª se precipitaban tambi¨¦n hacia las fronteras cargando con lo imprescindible, un hatillo y unas mantas, no escapaban de un enemigo que les mandaba bombas desde las alturas. Se iban porque los estaba matando un r¨¦gimen que los ten¨ªa abandonados hace ya tiempo.
Son muchos los que no han tenido m¨¢s remedio que salir, no solo unos cuantos privilegiados. Y no lo han hecho como parte de una operaci¨®n pol¨ªtica para desacreditar al chavismo. El caso es que todav¨ªa hay quienes procuran salvar a Maduro y a los suyos con la fantas¨ªa de que el heredero de aquella revoluci¨®n bolivariana que lleg¨® ¡ªsupuestamente¡ª para proteger a los m¨¢s desamparados y sacarlos de la miseria sigue aguantando firme frente a los fascistas. Y que, por tanto, est¨¢ autorizado a celebrar unas elecciones fraudulentas, esconder los resultados y perpetuarse en el poder.
En el libro que el historiador El¨ªas Pino Irrurieta escribi¨® sobre Bol¨ªvar para criticar a ¡°los pont¨ªfices que se anuncian como sucesores y continuadores del grande hombre mientras martirizan a sus pueblos y los conducen al precipicio¡±, rescata un fragmento de Venezuela heroica, la epopeya rom¨¢ntica que public¨® en 1881 el pol¨ªtico y escritor Eduardo Blanco. ¡°De s¨²bito, un grito m¨¢s poderoso a¨²n que los rugidos de la tempestad¡±, dec¨ªa ah¨ª, ¡°recorre el Continente¡±. El libertador hab¨ªa logrado inflamar a ¡°un pueblo de h¨¦roes¡± con una idea: ¡°la emancipaci¨®n del cautiverio¡±. Aunque esa ret¨®rica gloriosa tan manoseada por el chavismo pueda encender todav¨ªa los corazones, de manera m¨¢s prosaica los venezolanos votaron el a?o pasado para emanciparse del cautiverio. Y por eso hoy deber¨ªa ser sobre todo la izquierda ¡ªque se quiere defensora de los m¨¢s fr¨¢giles¡ª la que tiene que se?alarle a Maduro el camino de salida.
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