En medio de la barbarie
La violencia que se inici¨® hace un a?o en Oriente Pr¨®ximo se est¨¢ convirtiendo en una espiral ciega y llena de odio que destruye toda esperanza
Hace un a?o unos j¨®venes que bailaban en un festival fueron sorprendidos por la violencia de grupos armados que los persiguieron, dispararon contra ellos, los mataron y los secuestraron. Poco despu¨¦s cientos de familias fueron atacadas desde las alturas y sus casas se derrumbaron, murieron los suyos y los que quedaron iniciaron un largo peregrinaje hacia ninguna parte. Quiz¨¢ sea a veces importante no ponerles apellidos, ni nacionalidad alguna, ni religi¨®n, ni marcas de identidad de ning¨²n tipo a quienes est¨¢n sufriendo porque su sufrimiento no es una categor¨ªa abstracta, es algo concreto, real, se cuela por los huesos, destruye las mentes, emponzo?a los corazones, destruye toda esperanza.
Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil entender lo que est¨¢ ocurriendo en Oriente Pr¨®ximo, o igual resulta muy f¨¢cil: demasiado odio acumulado, demasiadas historias de p¨¦rdidas y dolor, una pesadilla permanente de la que resulta imposible despertar desde hace d¨¦cadas y d¨¦cadas. Si se rasca un poco en lo que ocurre no hay otro plan entre los que ahora mandan que la destrucci¨®n total del enemigo: borrar del mapa a Ham¨¢s (y a todos los que est¨¢n alrededor: los palestinos) y tambi¨¦n a Hezbol¨¢ y a sus aliados, por parte de unos; por parte de los otros, destruir a Israel.
Un a?o ya asistiendo desde lejos a la macabra repetici¨®n del horror cotidiano de las explosiones, los tiros y la metralla, los cascotes, los cad¨¢veres, y las caravanas de desahuciados. Pankaj Mishra dijo en una conferencia reciente, publicada en las p¨¢ginas de este peri¨®dico, que Occidente no se entera de nada. Lo que desde luego hace Occidente es dividirse tambi¨¦n por la mitad en esa l¨®gica perversa del odio, con unos o con otros, y quiz¨¢ lo hace ¡ªes posible¡ª sin enterarse de nada. Lo ¨²nico cierto es la impotencia; no hay manera de parar esa violencia. Es complicado entender el plan que ten¨ªan quienes atacaron Israel el 7 de octubre del a?o pasado, qu¨¦ pretend¨ªan que ocurriera, qu¨¦ c¨¢lculos hicieron, cu¨¢l es el balance de su ofensiva. Netanyahu dijo desde el primer momento que iba a ¡°cambiar Oriente Pr¨®ximo¡± y lo procura hacer a trav¨¦s de una espiral diab¨®lica de guerra total y m¨¢xima destrucci¨®n que solo generar¨¢ m¨¢s odio. Estados Unidos sigue apoyando a Israel. Los pa¨ªses ¨¢rabes miran a otra parte, como si los palestinos hubieran dejado de ser sus hermanos. No se sabe bien hasta d¨®nde llegar¨¢ Ir¨¢n. Lo ¨²nico cierto es la fragilidad y el pavor de las personas que padecen los ataques, su desolaci¨®n.
De vuelta a Pankaj Mishra, en un libro que public¨® en 2012, De las ruinas de los imperios (Galaxia Gutenberg), y en el que se ocup¨® de algunas figuras que hab¨ªan encarnado en Asia la rebeli¨®n contra Occidente, sigui¨® los pasos de Jamal al-Din al-Afghani, ¡°el hombre que levant¨® por primera vez la voz de la conciencia en el aletargado Oriente¡±. Dice Mishra que fue un hombre que iba armando sus ideas sobre la marcha y luchando siempre contra el imperialismo occidental, pero que no lleg¨® nunca a predicar ¡°la violencia terrorista¡±. Unos a?os antes de morir ¡ªen 1897¡ª, concedi¨® una entrevista a un periodista alem¨¢n. Le dijo: ¡°He luchado, y sigo luchando, por un movimiento reformista en el podrido Oriente, donde me gustar¨ªa sustituir la arbitrariedad por la ley, la tiran¨ªa por la justicia, y el fanatismo por la tolerancia¡±. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, es verdad, pero la arbitrariedad, la tiran¨ªa y el fanatismo que quiso combatir Al-Afghani siguen ah¨ª, de una u otra manera y en los unos y en los otros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.