La dura gesta de las mujeres de Argelia para entrar en pol¨ªtica
Yasmina, Nadia y Ferida, tres argelinas que desafiaron las tradiciones para dedicarse a aquello que les gustaba, explican las demandas de las mujeres de su pa¨ªs y las dificultades que atraviesan para lograr una igualdad de g¨¦nero efectiva
En la Argelia rural las mujeres brillan por su ausencia en las calles y en la vida p¨²blica. Parece que su ¨²nica misi¨®n en la vida es la de quedarse en casa y cuidar a su familia. Ellas ya antes de la pandemia viv¨ªan confinadas, confiesa Yasmina Bousba, concejala de Asuntos Sociales en el Ayuntamiento de Sidi Ladjel, una peque?a localidad argelina ubicada a 150 kil¨®metros al sur de la capital. Para muchos de su aldea, Bousba no es m¨¢s que un marimacho y una intrusa en un trabajo que solo corresponde a los hombres: la pol¨ªtica. Su destino, como el de la mayor¨ªa de las que viven en zonas rurales, era casarse y tener hijos.
Se esforz¨® para estudiar. Ten¨ªa que recorrer muchos kil¨®metros para asistir a clase y, desde entonces, ya comenz¨® a estar en boca de todos. Que una chica joven se desplazase sola no estaba bien visto por sus vecinos. Logr¨® matricularse en Derecho en la universidad, pero su sue?o se frustr¨®: le hab¨ªan concertado un matrimonio.
¡°Mi ambici¨®n era mucho m¨¢s que ser ama de casa. No pod¨ªa hacerme a la idea y no lograba imaginarme todos los d¨ªas encerrada entre cuatro paredes. Me divorci¨¦ enseguida, despu¨¦s de haber tenido a mi primer hijo¡±, relata. Solo pod¨ªa independizarse trabajando y haci¨¦ndose cargo de su ni?o. Entonces se ofreci¨® como auxiliar de ense?anza en un colegio; era la ¨²nica empleada en el centro. No le gustaba lo que hac¨ªa, pero era consciente de que era un acto revolucionario que le permitir¨ªa romper las cadenas de la imposici¨®n de tener que ser sumisa.
Desde entonces, el camino ha sido largo. ¡°Desde el primer d¨ªa que decid¨ª salir de mi casa e ir a trabajar y convertirme en la primera mujer electa de mi pueblo¡±, comenta. Convenci¨® a su padre para presentarse en una de las listas de las elecciones locales. ¡°No pod¨ªa presentar mi candidatura, necesitaba la autorizaci¨®n de un tutor¡±, argumenta Bousba desde el otro lado de la pantalla, con mirada vivaz, de ojos grandes y negros, y amplia sonrisa.
¡°La m¨ªa es una aldea machista. No ves a mujeres en las calles. Ahora, en los ¨²ltimos a?os, ya hay alguna que trabaja en la escuela o en el ambulatorio. Pero somos muy pocas. Las calles son para ellos y la casa para nosotras¡±, dice en tono indignado. Asegura que en las reuniones es la ¨²ltima que tiene la palabra y que, al principio, cuando iba casa por casa para ver las necesidades de las familias, hab¨ªa hombres que no le abr¨ªan la puerta y le dec¨ªan que ellos no trataban con mujeres.
A la pregunta de cu¨¢ndo ser¨¢ alcaldesa, antes de responder, sonr¨ªe y enseguida dice: ¡°?En una zona rural? Todav¨ªa es muy pronto¡±. Se queda pensativa y reitera: ¡°Es muy pronto; no sabr¨ªa decirte cu¨¢ndo¡±. Actualmente ejerce su segundo mandato y es la responsable de Asuntos Sociales del consistorio.
La situaci¨®n de la argelinas mejora a medida que nos acercamos a las grandes ciudades. Desde Argel, la abogada y activista por los derechos de las mujeres Nadia Ait-Zai, achaca la responsabilidad de la discriminaci¨®n femenina en el entorno rural a los partidos pol¨ªticos y se lamenta: "Hoy ¡°solo hay cuatro municipios presididos por mujeres. Son muy pocos, ya que tenemos m¨¢s de 4.500 en todo el pa¨ªs¡±.
Ait-Zai es fundadora y presidenta del Centro de Informaci¨®n y Documentaci¨®n sobre los Derechos del Ni?o y la Mujer (CIDDEF), y explica que su organizaci¨®n est¨¢ planteando revisar la aplicaci¨®n de la Ley de Cuotas de 2012, que obliga a la asignaci¨®n del 30% de mujeres en los ¨®rganos nacionales e incentiva econ¨®micamente a los partidos pol¨ªticos por cada elegida. Esto permiti¨® la elecci¨®n de 146 para la Asamblea Nacional en los comicios legislativos de 2012. ¡°Algunos nos dicen que este mecanismo es contrario a la igualdad, que hay que apostar por la competencia de las mujeres, pero les respondemos que la igualdad constitucional es virtual, pero que luego se construye mediante leyes y mecanismos que se ponen en pr¨¢ctica¡±, explica.
Bousba se atrevi¨® a dar un primer paso despu¨¦s de participar en un proyecto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bajo el t¨ªtulo Apoyo a la participaci¨®n efectiva y duradera de las mujeres en las asambleas electas. Asegura que en este programa recogi¨® todas las herramientas que le permitieron entender en qu¨¦ consist¨ªa su trabajo, pero sobre todo obtuvo la certeza de que era capaz de hacerlo ¡°igual o mejor que ellos¡±.
La discriminaci¨®n tambi¨¦n existe dentro de la pol¨ªtica; su g¨¦nero la convierte en objeto de cr¨ªtica para sus adversarios. Lo que m¨¢s le pesa es que nadie tacha su trabajo, ni sus gestiones: ¡°Hablan mal de m¨ª por ser mujer, dicen cosas tan absurdas como 'no es normal y sale por la noche sola¡±. Reconoce que lo que ha vivido es ¡°violencia contra las mujeres en la pol¨ªtica¡±. Bousba ha sufrido muchos ataques y piensa a menudo en tirar la toalla cada vez que le dicen: ¡°A m¨ª no me representan las mujeres, t¨² no hables, vosotras no habl¨¢is¡±. O cuando le hicieron sentir como una delincuente por querer ejercer la pol¨ªtica y le repet¨ªan una y otra vez que era ¡°vergonzoso¡±. Pero ella resiste.
En el informe de la Relatora Especial de la ONU para la Violencia contra la Mujer (SRVAW) de 2018, se asegura que la violencia contra ellas en pol¨ªtica ¡°a menudo se normaliza y se tolera, especialmente en contextos donde el patriarcado est¨¢ profundamente arraigado en la sociedad¡± y que puede ser ¡°cualquier acto o amenaza de violencia que provoque da?os f¨ªsicos, sexuales, psicol¨®gicos o sufrimientos, que les impiden ejercer y hacer realidad sus derechos pol¨ªticos¡±. Pueden ser agresiones aisladas, ¡°perpetradas por un miembro de la familia, un miembro de la comunidad y/o por el Estado¡±.
La participaci¨®n de las mujeres en la pol¨ªtica es clave, pero no siempre garantiza un avance en derechos y libertades para la poblaci¨®n femenina, asegura la letrada Ait-Zaid: ¡°Muchas son militantes de su partido pol¨ªtico y primero defienden la l¨ªnea pol¨ªtica del mismo, que no es necesariamente favorable a sus derechos¡±. La evoluci¨®n, en materia legislativa, subraya, ¡°no se ha logrado gracias a los pol¨ªticos, sino al esfuerzo de las mujeres¡±.
Argelia ocupa el puesto 120 en el ranking de Mujeres en Pol¨ªtica de la Uni¨®n Interparlamentaria de 2020. Seg¨²n este listado, el pa¨ªs cuenta con cinco ministras frente a 33 ministros varones. En la Asamblea Nacional, ellas ocupan el 25,5% de los asientos, y en el Senado, tan solo el 6,8%.
Nadia Ait-Zaid es una de las impulsoras del Art¨ªculo 40 de la nueva Constituci¨®n aprobada el pasado domingo 1 de noviembre, donde se eleva a rango constitucional la prohibici¨®n de la violencia contra las mujeres. La enmienda fue aprobada a trav¨¦s de un refer¨¦ndum que ha batido el r¨¦cord en abstenci¨®n, con un 23,70% de participaci¨®n. Lo que el Gobierno ven¨ªa anunciando como ¡°la nueva Argelia¡± se ha encontrado con la tajante oposici¨®n del Hirak, un movimiento de protesta masiva que pide cambios estructurales en el sistema pol¨ªtico vigente desde 1963, que la considera como un ¡°cambio de fachada¡±.
Las feministas se han apuntado esta fecha de 2020 en el calendario. El Art¨ªculo 40 es un hito, pues incluye ¡°consagrar la protecci¨®n de las mujeres contra las formas de violencia que se ejercen contra ellas en los ¨¢mbitos p¨²blico, profesional y privado¡±. Ait-Zaid explica que con ello, ¡°el Estado expresa una voluntad pol¨ªtica de protegerlas, pero sobre todo, sienta la base constitucional para los art¨ªculos del c¨®digo penal que ya tipificaban como delito estos actos desde el 2015¡±.
Desde la ciudad de Or¨¢n, la joven activista Ferida Bouchenaf, defensora de los Derechos Humanos y rostro durante las manifestaciones del Hirak que desencadenaron en la renuncia del expresidente Abdelaziz Bouteflika, explica que se abstuvo y que no sali¨® a votar en el refer¨¦ndum. Reconoce que puede que este sea un paso importante, pero denuncia que ¡°es una instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica¡± y un lavado de imagen: ¡°?C¨®mo es posible que, en 2020, un Estado que se hace llamar democr¨¢tico, no proteja a las mujeres?¡± La activista lamenta que en su pa¨ªs siga teniendo peso un C¨®digo de Familia ¡°obsoleto¡± que, en su opini¨®n ¡°es el origen de la violencia y la discriminaci¨®n que sufren las argelinas¡±.
Bouchenaf denuncia la incongruencia: ¡°Seg¨²n la Constituci¨®n, somos iguales, pero el C¨®digo de Familia nos trata como seres inferiores. La mujer en Argelia puede ser parlamentaria, incluso presidenta, puede comprar una casa, pero no puede casarse sin tutor legal, es siempre menor de edad¡±. Bouchenaf enumera los desaf¨ªos reales a los que se enfrentan d¨ªa a d¨ªa. ¡°El testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre, ellos pueden divorciarse con repetir tres veces ¡®talaq, talaq, talaq¡¯ (divorcio)¡±. Sin embargo, ¡°si una mujer quiere divorciarse tiene que ir ante el juez y demostrar por qu¨¦, tiene que dar explicaciones y traer testimonios con cuestiones, a veces, muy dif¨ªciles de demostrar¡±. Y a diferencia de ellos, ¡°ninguna mujer puede decir que est¨¢ insatisfecha sexualmente¡±.
Frente a la impaciencia de las j¨®venes por lograr nuevos avances, la reconocida abogada mantiene la esperanza en cada peque?o paso dado. En lo que va de 2020 se han producido, seg¨²n la plataforma Feminicidios Argelia, 43 asesinatos machistas cometidos por el c¨®nyuge o el ex c¨®nyuge. Nadia Ait Zaid se pregunta si los argelinos aceptan esta realidad. ¡°No podemos decir que la sociedad no est¨¦ reaccionando. A falta de encuestas y sondeos, son las redes sociales las que nos dan un panorama del posicionamiento de la ciudadan¨ªa, que condena estos cr¨ªmenes¡±, se?ala. Por su parte, Bousba es consciente de que no tienen elecci¨®n: ¡°Las mujeres tenemos que entrar en el juego, porque nosotras sabemos jugar y, tambi¨¦n, sabemos todo lo que nos jugamos¡±.
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