Los errores que hemos cometido en la batalla contra el VIH
El sida ha provocado m¨¢s de 32 millones de muertes en cuatro d¨¦cadas y cerca de 12 millones de personas a¨²n esperan tratamiento. La lentitud en garantizar un acceso equitativo a los medicamentos ha costado muchas vidas
El D¨ªa Mundial del SIDA nos recuerda que mientras luchamos para contener la covid-19, a¨²n no hemos concluido la lucha contra la ¨²ltima gran pandemia que ha golpeado a la humanidad. Despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas y la p¨¦rdida de m¨¢s de 32 millones de vidas, la batalla contra el VIH a¨²n no se ha ganado. En 2019, 690.000 personas murieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida, mientras que se estima que 1,7 millones m¨¢s de personas se infectaron con el VIH, la misma cantidad que en 2018. Y mientras m¨¢s de 26 millones de personas est¨¢n en tratamiento, unas 12 millones todav¨ªa lo est¨¢n esperando. En algunas ¨¢reas, el progreso se ha estancado o se est¨¢ revirtiendo.
Mientras luchamos contra la covid-19, debemos aprovechar las lecciones de la lucha contra el VIH para informar sobre nuestra respuesta al nuevo virus. Quiz¨¢s lo m¨¢s importante es aprender de lo que nos equivocamos. En retrospectiva, fuimos sorprendentemente lentos para garantizar un acceso equitativo a los medicamentos que salvan vidas. Al principio, el costo del tratamiento era de m¨¢s de 10.000 d¨®lares al a?o (8.300 euros). Muy lejos del alcance de la mayor¨ªa de las personas. Pasaron m¨¢s de siete a?os hasta que lleg¨® a los pa¨ªses m¨¢s pobres. En ese tiempo, m¨¢s de 5 millones de personas se contagiaban cada a?o. M¨¢s de 3 millones estaban muriendo cada a?o antes de la creaci¨®n del Fondo Mundial y el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR), que permiti¨® que la terapia antirretroviral estuviera disponible en regiones muy afectadas como ?frica. Esa espera fue una terrible injusticia que contribuy¨® a la continua propagaci¨®n del virus.
El tratamiento comenz¨® costando 8.300 euros anuales; muy lejos del alcance de la mayor¨ªa de las personas. Pasaron m¨¢s de siete a?os hasta que lleg¨® a los pa¨ªses m¨¢s pobres. En ese tiempo, m¨¢s de 5 millones de personas se contagiaban cada a?o
Todav¨ªa hoy son demasiadas las personas que se infectan debido al acceso limitado a herramientas de prevenci¨®n como los preservativos y la profilaxis previa a la exposici¨®n (o PrEP). El mundo fue demasiado lento en reconocer hasta qu¨¦ punto los derechos humanos y las desigualdades relacionadas con el g¨¦nero influ¨ªan en la enfermedad. Cuando se impide a las personas acceder a los servicios de salud por motivos de sexualidad, identidad de g¨¦nero, consumo de drogas, trabajo sexual, raza o estado de salud, se vuelven m¨¢s vulnerables a las infecciones y enfermedades. Por otra parte, se podr¨ªa afirmar que perdimos el inter¨¦s demasiado r¨¢pido: una vez que el VIH dej¨® de ser una amenaza importante para la salud p¨²blica en los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo, desapareci¨® por completo del mapa de la seguridad sanitaria mundial y se consider¨® una cuesti¨®n humanitaria o de desarrollo.
Sin querer menospreciar la extraordinaria generosidad de los donantes que apoyan al Fondo Mundial contra el Sida, la tuberculosis y la malaria, incluido Espa?a, la realidad es que el mundo no ha comprometido suficientes recursos para llevar la lucha contra esta enfermedad hasta el final. Incluso antes de la irrupci¨®n de la covid-19, no est¨¢bamos en v¨ªas de alcanzar nuestros objetivos en materia de mortalidad y nuevas infecciones. Ahora estamos a¨²n m¨¢s lejos de ello.
La idea de que la seguridad sanitaria mundial se centre ¨²nicamente en las enfermedades infecciosas que podr¨ªan matar a los habitantes de los pa¨ªses ricos es moral y pol¨ªticamente insostenible
En la lucha contra la covid-19 no debemos repetir estos errores. Por ello, la coalici¨®n mundial denominada Acelerador (ACT), que re¨²ne a gobiernos, cient¨ªficos, empresas, miembros de la sociedad civil, fil¨¢ntropos y organizaciones mundiales de la salud, tiene dos objetivos: acelerar el lanzamiento de nuevos diagn¨®sticos, tratamientos y vacunas, y asegurar un acceso inmediato y equitativo a estas nuevas herramientas. Tambi¨¦n debemos reconocer las desigualdades que alimentan la pandemia y ser valientes y creativos a la hora de abordar sus causas fundamentales y de derribar las barreras relacionadas con los derechos humanos que obstaculizan el acceso a la salud.
Tambi¨¦n debemos aprovechar el alcance y el dinamismo de las organizaciones dirigidas por la comunidad para proteger a los m¨¢s vulnerables. Si no aprendemos estas lecciones de la lucha contra el VIH, la covid-19 se convertir¨¢ en otra ¡°pandemia residual¡±, una enfermedad que supone una amenaza limitada para la poblaci¨®n de los pa¨ªses ricos, pero que sigue matando a millones de personas en otras partes del mundo, en particular a los m¨¢s pobres y marginados.
No hay otra soluci¨®n m¨¢s all¨¢ del enfoque global
Para los que nos dedicamos a la lucha contra el sida, a?adir el coronavirus a la lista de luchas inconclusas ser¨ªa algo terrible, ya que habr¨ªa que destinar a esta parte de los ya inadecuados presupuestos en materia de salud y desarrollo. En lugar de ello, deber¨ªamos aprovechar esta oportunidad para dar un nuevo impulso a la lucha contra el VIH. Si la respuesta correcta para luchar contra la covid-19 es la adopci¨®n de un enfoque global que no deje a nadie atr¨¢s, esta ser¨¢ tambi¨¦n la respuesta correcta para luchar contra el VIH. Y la tuberculosis. Y la malaria.
La idea de que la seguridad sanitaria mundial se centre ¨²nicamente en las enfermedades infecciosas que podr¨ªan matar a los habitantes de los pa¨ªses ricos es moral y pol¨ªticamente insostenible. Tampoco es viable, porque la infraestructura y las capacidades que se utilizan para luchar contra enfermedades como el VIH y la tuberculosis son las herramientas necesarias para combatir los nuevos pat¨®genos. Las respuestas de muchos pa¨ªses al coronavirus se han basado en las capacidades establecidas para luchar contra estas pandemias anteriores. Adem¨¢s, cuanto m¨¢s tiempo se tarde en vencer las enfermedades, m¨¢s probabilidades habr¨¢ de que los pat¨®genos muten a formas m¨¢s desagradables. Deber¨ªamos tomar la tuberculosis multirresistente como una advertencia.
La respuesta mundial al VIH cambi¨® el curso de la salud mundial, ya que inspir¨® una solidaridad mundial sin precedentes, estimul¨® la realizaci¨®n de nuevos avances cient¨ªficos y cataliz¨® toda una serie de intervenciones dirigidas por la comunidad nunca vistas hasta entonces. La repercusi¨®n fue mucho m¨¢s all¨¢ del sida. Es necesario que la respuesta mundial a esta ¨²ltima pandemia tenga una repercusi¨®n transformadora similar en la salud mundial, que cambie la forma en que pensamos sobre la seguridad sanitaria, la informaci¨®n, el acceso equitativo y la innovaci¨®n. A medida que nos adentramos en la siguiente fase de la lucha contra la covid-19, deber¨ªamos comprometernos a proteger a todo el mundo. Sea quien sea. Deber¨ªamos usar la pandemia como catalizador para finalizar las luchas inconclusas contra el VIH, la tuberculosis y la malaria y para reforzar nuestras defensas contra futuros pat¨®genos.
Peter Sands es el director ejecutivo del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria
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