La tierra de las mujeres sin ¨²tero
En el estado indio de Maharashtra, miles de cortadoras de ca?a de az¨²car se han sometido a una histerectom¨ªa para poder trabajar sin la molestia de los ciclos menstruales y los embarazos. Muchas lo hacen empujadas por contratistas y doctores
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Una cicatriz torcida que le desfigura el vientre, un dolor de espalda cr¨®nico y una deuda de 50.000 rupias ¨Cunos 600 euros¨C que ahora, con los intereses, se ha duplicado. Es todo lo que le queda a Vandana K. despu¨¦s de que un m¨¦dico de una cl¨ªnica privada le dijera que corr¨ªa riesgo de padecer c¨¢ncer de ¨²tero y se lo extrajera. Vandana ten¨ªa solo 22 a?os y su flujo menstrual era demasiado abundante y doloroso. Primero fue al hospital p¨²blico, donde solo le recetaron medicamentos y un poco de descanso, pero no quer¨ªa dejar de cortar ca?a de az¨²car. No pod¨ªa permit¨ªrselo. As¨ª que fue a una cl¨ªnica privada que le recomend¨® el mukadam, el contratista para el que trabajaba en la plantaci¨®n. El mismo hombre que luego le prest¨® las 40.000 rupias para la operaci¨®n, y otras 10.000 para tratar las complicaciones que sufri¨® posteriormente Vandana, y le cobr¨® un inter¨¦s del 60%.
Hoy la mujer se encuentra mal, constantemente. Tiene dolores en el vientre y en la espalda, y un cansancio imposible de superar. Con la esperanza de recuperar la salud, el vigor y la buena suerte, contrajo otra deuda de 20.000 rupias (220 euros) para celebrar un rito al dios elefante Ganesh, el destructor de obst¨¢culos. A Usha T., en cambio, un m¨¦dico ¨Ctambi¨¦n de una cl¨ªnica privada¨C le diagnostic¨® que su ¨²tero estaba hinchado. Algo despu¨¦s, a los 28 a?os, se encontr¨® en la mesa de operaciones, despertando sin ¨²tero y con una vejiga da?ada que ahora frena su trabajo en la plantaci¨®n porque tiene que ir al ba?o cada media hora. Sitabai Z. se someti¨® a una histerectom¨ªa cuando ten¨ªa solo 19 a?os y hoy, a los 28, lucha contra una osteoporosis feroz y una pobreza absoluta: cada rupia que ten¨ªa la ha gastado en operaciones y medicamentos.
¡°Un aspecto muy triste es que muchas de ellas ni siquiera se dan cuenta de que son v¨ªctimas de abusos¡±, dice la fotoperiodista francesa Chloe Sharrock, que document¨® estos estragos en su obra Sugar Girls, presentada en el prestigioso festival Perpignan Visa Pour l¡¯Image. Una de sus fotos m¨¢s conmovedoras es la de dos ni?as en la ventana, mudas y envejecidas, que pronto dejar¨¢n la casa y la escuela para ir a ayudar a su madre en una plantaci¨®n de ca?a de az¨²car porque ella, despu¨¦s de la operaci¨®n, ya no tiene fuerzas. Chloe Sharrock, que recogi¨® los testimonios de las tres v¨ªctimas citadas arriba, incluso le mostr¨® a un m¨¦dico franc¨¦s algunas ecograf¨ªas de las cortadoras de ca?a de az¨²car y asegura: ¡°No hab¨ªa nada anormal en su ¨²tero¡±.
En el estado indio de Maharashtra, el segundo mayor productor de az¨²car del pa¨ªs, son demasiadas las mujeres sin ¨²tero especialmente en el distrito de Beed, una tierra pobre afectada por una sequ¨ªa cr¨®nica, con 2,5 millones de habitantes. Cada a?o, entre octubre y noviembre, despu¨¦s de la fiesta hind¨² de Diwali o Deepavali, 500.000 personas emigran al ¡°cintur¨®n de la ca?a de az¨²car¡±, m¨¢s al sur, o al estado de Karnataka, para trabajar durante seis meses en las plantaciones.
El mukadam contrata a la pareja, marido y mujer, pagando por adelantado una cantidad que va desde las 80.000 hasta las 120.000 rupias para toda la temporada (aproximadamente entre 940 y 1.400 euros). La menstruaci¨®n y los embarazos ralentizan la recolecci¨®n, por lo que est¨¢ muy extendida la pr¨¢ctica de la histerectom¨ªa, sugerida por los mukadam a mujeres analfabetas y muchas veces desesperadas, que terminan enredadas en una serie id¨¦ntica de acontecimientos: cuando van al m¨¦dico por dolores o incluso infecciones triviales, tarde o temprano se les recomienda la extirpaci¨®n del ¨²tero como soluci¨®n permanente. Ya tienen hijos, por lo que no les preocupa perder la fertilidad, pero nadie les informa de que esta amputaci¨®n in¨²til les ocasionar¨¢ desequilibrios hormonales debido a una menopausia no natural, deficiencia de calcio y dolores permanentes, en muchos casos. Por no hablar de las imprevisibles complicaciones de salud como consecuencia de una operaci¨®n mal hecha.
A todas las remiten a cl¨ªnicas privadas con tarifas arbitrarias y alt¨ªsimas, que han convertido la histerectom¨ªa en un negocio rentable y seguro. Mientras tanto, las v¨ªctimas caen en una espiral de deudas y enfermedades.
Las estad¨ªsticas oficiales de Maharashtra muestran que, entre 2016 y 2019, 4.605 mujeres se sometieron a histerectom¨ªa en 99 cl¨ªnicas privadas en el distrito de Beed. Pero las organizaciones de derechos civiles aseguran que las cifras reales son al menos 14 veces m¨¢s altas. La mayor¨ªa de estas mujeres tienen entre 35 y 40 a?os; algunas, menos de 25. Incluso hay un peque?o pueblo, Vanjarwadi, donde la mitad de las mujeres no tienen ¨²tero.
Cuando van al m¨¦dico por dolores o incluso infecciones triviales, tarde o temprano se les recomienda la extirpaci¨®n del ¨²tero como soluci¨®n permanente
Si se puede contar esta cruel historia es gracias a un reportaje publicado el a?o pasado por el diario indio Hindu Business Line, titulado Por qu¨¦ hay en Beed tantas mujeres sin ¨²tero. A pesar de que las histerectom¨ªas ilegales se llevan practicando desde la d¨¦cada de 1990, hasta 2019 no surgieron estas historias de mujeres cuyos cuerpos fueron intervenidos con ¨¢nimo de lucro, v¨ªctimas del abuso debido a la ignorancia y la misoginia.
Despu¨¦s del esc¨¢ndalo desatado por Hindu Business Line, se supo que la violencia est¨¢ siendo alimentada por m¨¦dicos y mukadam sin escr¨²pulos que se llevan un porcentaje por las intervenciones. Las ¡°chicas del az¨²car¡± son un blanco perfecto porque son totalmente invisibles y est¨¢n indefensas: empleadas en negro, sin seguro m¨¦dico, ignoradas por la ley y los sindicatos.
Las ¡°chicas del az¨²car¡± son un blanco perfecto porque son totalmente invisibles y est¨¢n indefensas: empleadas en negro, sin seguro m¨¦dico, ignoradas por la ley y los sindicatos
Presionado por organizaciones feministas, en junio de 2019 el Parlamento de Maharashtra estableci¨® una Comisi¨®n de siete miembros que, sin embargo, hasta el momento, se ha limitado a publicar fr¨ªas pautas, 140 p¨¢ginas sin medidas concretas, y sobre todo sin sanciones, para los culpables de los hechos. ¡°A¨²n no est¨¢ claro si el documento ha sido presentado al Consejo Legislativo o si se ha aprobado¡±, explican activistas de la organizaci¨®n Makaam, que defiende los derechos de las mujeres indias empleadas en la agricultura. ¡°Tampoco hay informaci¨®n p¨²blica sobre si se ha tomado alguna medida punitiva contra los m¨¦dicos que han cometido errores y si se han realizado evaluaciones cl¨ªnicas¡±.
En India, los cuerpos de las mujeres han sido durante mucho tiempo un tema tab¨². Al menos hasta que, en 2012, estallaron protestas en Nueva Delhi tras la horrenda violaci¨®n en grupo y el asesinato de una estudiante en un autob¨²s. Y por fin el tema de la protecci¨®n de las mujeres entr¨® en el debate p¨²blico, lo que llev¨® al Gobierno central a promulgar, en 2013, una ley para prevenir, prohibir y sancionar el acoso sexual en el trabajo. Pero no parece que la situaci¨®n haya mejorado mucho. La ¨²ltima investigaci¨®n de la Fundaci¨®n Thomson Reuters sobre los pa¨ªses m¨¢s peligrosos del mundo para las mujeres coloca a India en primer lugar, combinando varios indicadores como el derecho a la salud, las tradiciones culturales, la violencia y la trata de seres humanos.
Mientras que en el ?ndice de Igualdad de G¨¦nero del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP), el subcontinente se encuentra en el puesto 129? de 162 pa¨ªses del mundo. Adem¨¢s, un informe de Human Rights Watch publicado en octubre, se?ala que las mujeres indias empleadas en negro ¨Cque seg¨²n las estad¨ªsticas del Ministerio de Desarrollo de la Mujer y la Ni?ez son 195 millones, el 95% de las trabajadoras del pa¨ªs¨C siguen siendo v¨ªctimas de abusos, muchos de car¨¢cter sexual, y, seg¨²n Meenakshi Ganguly, director de Human Rights Watch para el sur de Asia, ¡°siguen siendo invisibles¡±.
Las ¡°chicas del az¨²car¡± que estorban
¡°Existe un perverso acuerdo cultural sobre el hecho de que las mujeres tienen poco valor¡±, escribe la soci¨®loga india Deepa Narayan, autora del superventas Chup: Breaking the silence about India¡¯s women [Chup: Romper el silencio sobre las mujeres de la India]. ¡°A las ni?as hay que ense?arles a comportarse como si no existieran, a reducir al m¨ªnimo su personalidad a fin de sobrevivir, a servir a los hombres y a no molestarlos¡±.
Incluso las ¡°chicas de az¨²car¡± del Beed mortifican su feminidad para no perturbar el ritmo del trabajo. Pero, ?hay alguien que est¨¦ haciendo algo por ellas? Una red de activistas por los derechos de las mujeres, liderada por la asociaci¨®n Makaam, acaba de publicar el informe Esperanzas rotas para presionar a las autoridades con el fin de devolverles la dignidad. Las 1.042 mujeres entrevistadas en ocho distritos del estado de Maharashtra, incluido Beed, declaran que no tienen m¨¢s remedio que emigrar al ¡°cintur¨®n azucarero¡±, ya que no disponen de otros medios de vida. El 72% de ellas afirma que trabaja hasta 18 horas al d¨ªa, sin descansar nunca. No se lo permiten ni siquiera durante una enfermedad, la menstruaci¨®n, el embarazo o despu¨¦s del parto. Viven en p¨¦simas condiciones higi¨¦nicas, en tiendas y chozas sin agua ni ba?os.
Durante el ciclo menstrual, a falta de compresas, utilizan trapos que lavan, pero luego no tienden a secar por pudor, y ¡°esta es una de las causas del agravamiento de sus problemas de salud reproductiva¡±, escriben los activistas de Makaam. Estas a?aden que ¡°el 70% declara haber experimentado varios problemas despu¨¦s de la histerectom¨ªa, desde fatiga constante hasta dolores de espalda y de vientre¡±.
Sin embargo, seg¨²n la asociaci¨®n, el horror de la histerectom¨ªa masiva no es m¨¢s que la punta del iceberg de la explotaci¨®n rayana en la esclavitud, la marginalidad y el patriarcado que sofocan la vida de estas mujeres: ¡°Sus vidas est¨¢n marcadas por el matrimonio precoz¡±, escriben los expertos de Makaam, ¡°por la falta de educaci¨®n, la carga de trabajo, el abandono de la salud, especialmente en el campo de la salud reproductiva, y la violencia dom¨¦stica y laboral. Las mujeres recurren a las instituciones en busca de apoyo, pero lamentablemente, no parecen beneficiarse de ning¨²n programa gubernamental. Se las ha privado de cualquier beneficio en lo que respecta a salud, seguridad alimentaria, suministro de agua, saneamiento, educaci¨®n y otras medidas de seguridad social. Tampoco consiguen ning¨²n trabajo en sus aldeas y, por tanto, se ven obligadas a emigrar para ganarse la vida. Y, aunque hay leyes contra la violencia dom¨¦stica y el acoso sexual en el lugar de trabajo, existen pocos mecanismos para garantizar la seguridad y protecci¨®n de las mujeres¡±. Al Gobierno indio le queda mucho que hacer por ellas.
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