Dejarlos morir
Los que llevamos a?os dando vueltas por los pudrideros del planeta lo hemos visto con la malaria, con el chagas, con la tuberculosis, con la diarrea y con cualquier otra enfermedad que mate sobre todo negros. Y volveremos a verlo con la covid-19
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El primer s¨ªntoma de una hambruna es la subida del precio de los alimentos. Cuando el precio del ma¨ªz se dispara en los mercados locales es la se?al inequ¨ªvoca de que se espera el hambre. En 2016, cuando Malawi se preparaba para una hambruna b¨ªblica que afectar¨ªa a m¨¢s de dos millones de personas, la comunidad internacional reaccion¨® escandalizada a la venta de las reservas de grano que ten¨ªan las principales empresas locales a la vecina Zambia: el pa¨ªs era tan pobre que ni muri¨¦ndose ten¨ªa dinero para pagarlas. Meses m¨¢s tarde el precio del ma¨ªz se hab¨ªa multiplicado por diez en la regi¨®n afectada.
Al mismo tiempo centenares de miles de personas se mor¨ªan de hambre. A la pregunta de por qu¨¦ vend¨ªan el ma¨ªz diez veces m¨¢s caro, la respuesta de los mercaderes locales pod¨ªa haber coincidido con la de cualquier profesor de econom¨ªa: es la ley de la oferta y la demanda. La respuesta econ¨®mica a la escasez es el aumento del precio.
En su libro, Lo que el dinero no puede comprar, el fil¨®sofo Michael Sandel (premio Princesa de Asturias 2018) afirmaba que ¡°cuando decidimos que ciertos bienes se puedan comprar y vender en un determinado mercado, admitimos tambi¨¦n que es apropiado tratarlos como instrumentos del beneficio¡± y con ello acatamos tambi¨¦n las consecuencias que las leyes del mercado impondr¨¢n como resultado de estas transacciones. Si hablamos de comida en una emergencia las consecuencias son muertos y generaciones completas perdidas por la afecci¨®n a su crecimiento en los estadios tempranos de su desarrollo. Si hablamos de vacunas, hablaremos simplemente de muertos.
Y muertos por la covid-19 habr¨¢ muchos como resultado de la eficiente distribuci¨®n de recursos del mercado de medicamentos. En ?frica los seguir¨¢ habiendo hasta por lo menos el 2024 cuando, de acuerdo con un mapa publicado recientemente por The Economist Intelligence Unit, los pa¨ªses m¨¢s pobres del planeta tendr¨¢n la disponibilidad de la vacuna para inmunizar a su poblaci¨®n, que probablemente ya habr¨¢n alcanzado la inmunidad de reba?o por la v¨ªa del contagio.
?Qu¨¦ es desigualdad? ?Y t¨² me lo preguntas? Desigualdad eres t¨²... pic.twitter.com/aoaOta0f6B
— Borja Monreal Gainza (@Borja_Monreal) December 12, 2020
Pero no os ech¨¦is las manos a la cabeza. S¨¦ que parece muy duro que dejemos expuestos a dos tercios del planeta a morir del mismo mal que nos ha convertido en hu¨¦rfanos de los abrazos; dejar morir es uno de los principios b¨¢sicos que la aplicaci¨®n de la oferta y la demanda tiene como resultado en el ¨¢mbito sanitario. Los que llevamos a?os dando vueltas por los pudrideros del planeta lo hemos visto con la malaria, con el chagas, con la tuberculosis, con la diarrea y con cualquier otra enfermedad que mate sobre todo negros. Y volveremos a verlo con la covid-19.
Y ojo, no cre¨¢is que el problema es del mercado, ¨¦l es solo una convenci¨®n social que nos hemos inventado para generar eficiencia en la distribuci¨®n de costes y beneficios, es de los que permitimos que su funcionamiento dicte las normas de la vida y de la muerte y subcontratamos la moral al instrumento y no al cerebro que lo piensa y a la mano que lo mueve. Es de los que permitimos, de los que permitiremos, que el mapa de The Economist se cumpla como una profec¨ªa inevitable del devenir humano y no como el resultado de nuestra propia desidia.
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