Menos tecnicismos y m¨¢s solidaridad
Corremos el riesgo de abordar la reforma de la Cooperaci¨®n Espa?ola m¨¢s desde nuestros intereses econ¨®micos y pol¨ªticos que desde los de los pueblos que decimos son nuestro referente en la acci¨®n
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Se ha iniciado recientemente el proceso sobre la necesaria reforma de la Cooperaci¨®n Espa?ola y, pronto, se abrir¨¢ tambi¨¦n el debate sobre la correspondiente a la Cooperaci¨®n Vasca. Las posiciones se van definiendo. Por ahora, principalmente, en comparecencias parlamentarias y escritos en prensa. Desde luego, los diferentes actores e intereses pol¨ªticos y econ¨®micos van fijando sus posturas. Se abre la veda para tratar de incidir en esas reformas, tras los llamamientos a la necesaria mejora de la Cooperaci¨®n Internacional y su adecuaci¨®n a los tiempos que vivimos. Y aqu¨ª nos encontramos en una disyuntiva evidente y constante en este tipo de reformas.
O maquillamos profundamente, pero maquillaje al fin, la Cooperaci¨®n en el marco estricto del sistema, o profundizamos en una real transformaci¨®n de la misma que, verdaderamente, pueda generar los mecanismos, v¨ªas y determinaciones para, a su vez, aportar a transformar sociedades y circunstancias radicalmente injustas para las grandes mayor¨ªas. Lo que hemos hecho hasta ahora, bajo los par¨¢metros de las grandes directrices del sistema, y que ha primado m¨¢s los intereses geoestrat¨¦gicos, comerciales o financieros que los reales de la solidaridad y los derechos humanos, los conocemos; la oportunidad de dar primac¨ªa a estos ¨²ltimos sobre los primeros, est¨¢ sobre la mesa.
En ese marco, qu¨¦ duda cabe, hay posiciones m¨¢s o menos antag¨®nicas. Se leen textos en los medios y se escuchan comparecencias en las que el lenguaje dominante es altamente significativo. Hagamos un m¨ªnimo repaso, siempre desde el respeto a las diferentes posturas.
Arquitectura institucional, eficacia y operatividad, disfuncional, atenuaci¨®n del riesgo, agentes diversos, alianzas p¨²blico-privadas, ecosistema de cooperaci¨®n, estimular la inversi¨®n emprendedora, marcos regulatorios, financiaci¨®n. Por momentos no sabemos muy bien de qu¨¦ se puede estar hablando exactamente. Da cierto v¨¦rtigo esa terminolog¨ªa, aunque no negamos radicalmente su valor.
Parece ser que es sobre cooperaci¨®n, pero podr¨ªa ser igualmente sobre cuestiones econ¨®micas propias de alguna reestructuraci¨®n del sistema financiero, o de la salida de la crisis pand¨¦mica por su afecci¨®n a la econom¨ªa. Nada por el contrario, y esto es lo preocupante, ni una palabra que hable de solidaridad, organizaciones sociales, transformaci¨®n social, derechos humanos, empoderamiento de las mujeres, libertades democr¨¢ticas, autodesarrollo, redistribuci¨®n de la riqueza o justicia social. En algunas intervenciones y escritos aparecen de modo marginal y, parece m¨¢s por cubrir el expediente que por un verdadero convencimiento sobre su valor y urgencia.
Lo dec¨ªamos anteriormente. En un asunto como es la cooperaci¨®n entre las personas y pa¨ªses, que nos exigir¨ªa abordar, siempre mediante el consenso, las causas de las diferentes crisis, afrontarlas desde la solidaridad y la b¨²squeda de la justicia, reconociendo a las organizaciones y pueblos del Sur global como los sujetos pol¨ªticos de derechos y, por lo tanto, protagonistas de su presente y futuro, las posiciones muestras visiones en gran medida antag¨®nicas aunque, ojal¨¢ que no irreconciliables. Los lenguajes as¨ª lo denotan y no es una simple cuesti¨®n de forma; esos lenguajes son el reflejo innegable de las diferencias de fondo que subsisten en los planteamientos de reforma que se van colocando en el debate.
Corremos el riesgo de abordar la reforma urgente de la Cooperaci¨®n m¨¢s desde nuestros intereses econ¨®micos y pol¨ªticos que desde los de los pueblos que decimos son nuestro referente en la acci¨®n de la solidaridad. Somos conscientes de que este otro discurso ser¨¢ enfrentado desde t¨¦rminos que ubiquen sus conceptos b¨¢sicos como trasnochados, como poco efectivos y que no sirven para abordar las causas y consecuencias que la cooperaci¨®n dice siempre querer enfrentar.
Pero, ?c¨®mo abordamos una reforma de la Cooperaci¨®n espa?ola, o vasca, si no es desde esos par¨¢metros? ?C¨®mo podemos no tener como ejes de redefinici¨®n de la pol¨ªtica de cooperaci¨®n t¨¦rminos y conceptos como que esta debe de ser transformadora en lo social, que denuncie la criminalizaci¨®n de la protesta social frente a la injusticia y la violaci¨®n de los derechos humanos, que desarrolle sus enfoques y orientaciones en par¨¢metros de derechos, de procesos de medio largo plazo para lograr cambios reales, que incida en una visi¨®n feminista y ecologista para rebasar los marcos del g¨¦nero y del ambientalismo en un salto ya necesario, o que centre esfuerzos en una real coherencia de las pol¨ªticas p¨²blicas de todas las administraciones?
Las soluciones a las crisis, sean humanitarias, clim¨¢ticas o sociales, radican en el polvo de los caminos del Sur
Lo decimos con todo el respeto, pero, si queremos abrir verdaderamente el debate, es necesario se?alarlo. En demasiadas ocasiones en estos procesos de reforma suelen primar m¨¢s los an¨¢lisis t¨¦cnicos y econ¨®micos, con evidente carga pol¨ªtica profunda, que aquellos otros que se hacen desde el terreno, m¨¢s centrados en la solidaridad. Caminar a?os de la mano de las poblaciones y sus organizaciones nos da una visi¨®n, como ONG para el desarrollo, m¨¢s real de los problemas y nos ense?a que, en demasiadas ocasiones, las soluciones se encuentran m¨¢s de la mano de estas personas que de aquellas que se definen solo en los despachos de Madrid, Vitoria o Bruselas.
Pero, no se?alamos lo anterior desde la ingenuidad. Somos muy conscientes, y as¨ª lo hemos mantenido por d¨¦cadas, que los problemas del llamado desarrollo radican precisamente, y en gran medida, en las decisiones que se toman en estos ¨²ltimos despachos antes citados. Por eso, cuando decimos que las soluciones a las crisis, sean humanitarias, clim¨¢ticas o sociales, radican en el polvo de los caminos del Sur, sabemos tambi¨¦n que las mismas deben de ser acompa?adas, que no teledirigidas, por las necesarias decisiones pol¨ªticas y econ¨®micas que se toman en el Norte global.
No sirve avanzar en la mejora de las condiciones de vida de la poblaci¨®n si, las decisiones econ¨®micas siguen abriendo los territorios de estas poblaciones a los grandes proyectos que los esquilman. No sirven las reuniones para salvar el planeta, si no se toman medidas que condicionen las inversiones en grandes infraestructuras o simplemente se pinta de verde el accionar de empresas responsables del cambio clim¨¢tico. No es efectivo seguir primando intereses econ¨®micos, sean financieros, comerciales o geoestrat¨¦gicos, por encima del hecho de escuchar las demandas de las personas del Sur global y de poner la vida en el centro.
Por eso, las decisiones de reforma de la Cooperaci¨®n y sus instrumentos deben de abordar esta realidad. Lo hemos dicho anteriormente, no negamos el valor de una terminolog¨ªa y acci¨®n t¨¦cnica, pero nos preocupa que solo esta aparezca en los discursos y escritos, porque estaremos invisibilizando, negando, el valor de la solidaridad. Esa que realmente hace que la cooperaci¨®n sea un toma y daca, una interrelaci¨®n verdaderamente humana, equitativa, horizontal y democr¨¢tica. La oportunidad est¨¢ aqu¨ª y esperamos no dejarla pasar.
Jes¨²s Gonz¨¢lez Pazos es responsable de ?rea de la ONG Mugarik Gabe.
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