Caos, discriminaci¨®n y violencia sexual dos meses despu¨¦s del incendio en Cox¡¯s Bazar
Esta es la segunda vez que los rohiny¨¢s lo pierden todo. La responsable de proyectos de acci¨®n humanitaria de Plan Internacional pide que esta cat¨¢strofe no acabe con las pocas oportunidades que le quedaban a las ni?as y adolescentes
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A finales de marzo, las llamas arrasaron varios campos rohiny¨¢s en Cox¡¯ Bazar, en Banglad¨¦s, afectando a m¨¢s de 48.000 personas y dejando a miles de ellas sin comida, agua, ropa ni un techo bajo el que resguardarse. Sin nada m¨¢s que lo que llevaban encima. Lo primero que pens¨¦ cuando ocurri¨® todo, fue en todas esas personas que he conocido en mis viajes al campamento y a las que esta situaci¨®n les ha hecho reabrir las heridas de hace cuatro a?os.
Se nota en sus miradas, en su ¨¢nimo. Muchas de las personas afectadas por el incendio ya fueron testigos en Myanmar de c¨®mo se quemaban sus casas, y el incendio les ha hecho revivir cuando, en su d¨ªa, tuvieron que huir de sus comunidades por la violencia, dejando sus hogares con nada m¨¢s que lo que llevaban puesto. Esta es la segunda vez que lo pierden todo.
Se lo contaba una mujer a uno de mis compa?eros: tuvo el mismo sentimiento que cuando lleg¨® de Myanmar. Llevaba tres a?os juntando bienes, uno a uno, pero lo perdi¨® todo por el incendio. No tiene un espacio para vivir, ni comida, ni ropa, ni utensilios de cocina. Nada.
En cuanto pudimos acceder a la zona del incendio, el caos y la incertidumbre eran m¨¢s que evidentes. Nada estaba en su sitio; era una masacre. Algunas personas lloraban a gritos, pero la mayor¨ªa estaban sin palabras. Nos encontramos a muchos ni?os y ni?as peque?os solos; sin saber d¨®nde estaban sus familiares. Hab¨ªan presenciado escenas terribles, impotentes, ten¨ªan mucho miedo. Era una situaci¨®n fantasmal.
Lo cierto es que la respuesta no est¨¢ siendo nada f¨¢cil. Antes de esta tragedia, la poblaci¨®n rohiny¨¢ ya atravesaba una situaci¨®n l¨ªmite e inimaginable para quienes nunca han visitado el campamento.
A m¨ª personalmente, Cox¡¯s Bazar siempre me ha provocado una sensaci¨®n de claustrofobia y agobio que no he experimentado en ning¨²n otro sitio. La mayor¨ªa de familias viven en espacios extremadamente peque?os en los que es imposible tener privacidad y en los que las condiciones son absolutamente precarias: sin acceso a agua potable, ba?os, instalaciones sanitarias ni apenas comunicaci¨®n. Las tiendas de campa?a est¨¢n construidas con pl¨¢sticos y bamb¨², por lo que el calor es insoportable porque el pl¨¢stico aumenta, a¨²n m¨¢s, la temperatura.
Desde que estall¨® la pandemia, hemos visto que el confinamiento y la sensaci¨®n de aislamiento, sobre todo en el caso de las ni?as, ha aumentado el estr¨¦s y la frustraci¨®n. Si ya antes, estudiar o trabajar era muy complicado, ahora es imposible porque ya no pueden ni siquiera moverse. Est¨¢n totalmente aislados y, desde hace unos meses, una valla met¨¢lica que rodea el campamento les recuerda que su mundo se limita a ese espacio. Cuando est¨¢s all¨ª, incluso a personas externas como yo, nos resulta complicado ver m¨¢s all¨¢; la sensaci¨®n de agobio es permanente.
Si ya antes, estudiar o trabajar era muy complicado, ahora es imposible porque ya no pueden ni siquiera moverse. Est¨¢n totalmente aislados
Tambi¨¦n se aprecian las tensiones entre la poblaci¨®n de acogida y la comunidad rohiny¨¢, a quienes se les percibe como transmisores de esta y otras enfermedades por la falta de higiene que hay en los campos. Esta triple crisis, que viene de un conflicto prolongado en el tiempo, los ha destrozado a nivel emocional. Antes, cuando hablabas con los y las refugiadas rohiny¨¢s, te transmit¨ªan cierta sensaci¨®n de seguridad que tras el incendio es inexistente.
Toda esta situaci¨®n ha aumentado la vulnerabilidad de las ni?as y adolescentes en una sociedad en la que las normas y roles de g¨¦nero son ya de por s¨ª muy discriminatorios hacia ellas. Ya estamos viendo que el confinamiento ha expuesto a las ni?as y adolescentes a situaciones en las que los hombres han hecho un uso desmedido del control sobre su movilidad y el acceso a algunos servicios humanitarios, con consecuencias muy negativas para ellas.
Que las ni?as estudien ya no es prioritario para muchas familias. Con el cierre de las escuelas, est¨¢ habiendo un aumento de los matrimonios infantiles, de la violencia en el hogar y del estr¨¦s. Adem¨¢s, ellas han asumido, en su mayor¨ªa, el rol de cuidados de enfermos por covid-19, lo que las ha expuesto m¨¢s al contagio. Cuando hablas con ellas, te cuentan que les estresa tener que aislarse porque no pueden cuidar de sus familiares. De hecho, en muchas ocasiones, anteponen la salud de los miembros de su familia a la suya propia.
Antes de la emergencia, las ni?as ya nos contaban que ten¨ªan miedo. Algo tan simple como ir al ba?o o a recolectar agua, por ejemplo, estaba lleno de peligros: los caminos no tienen iluminaci¨®n por la noche y las puertas de los ba?os no cierran bien para poder sentirse seguras. Ahora, hay una crisis que ha estallado dentro de otra crisis en la que todo es a¨²n m¨¢s complejo de lo habitual.
Antes de la emergencia, las ni?as ya nos contaban que ten¨ªan miedo. Algo tan simple como ir al ba?o o a recolectar agua, por ejemplo, estaba lleno de peligros [...] Ahora, hay una crisis que ha estallado dentro de otra crisis en la que todo es a¨²n m¨¢s complejo
En este momento en el que la vida de muchas personas depende de nuestra ayuda, es fundamental que las organizaciones ofrezcamos una respuesta sensible al contexto y con perspectiva de g¨¦nero, para que nadie se quede atr¨¢s. Por supuesto, debemos centrarnos en cubrir las necesidades b¨¢sicas de las personas distribuyendo comida, jab¨®n, mantas, cobijo, ropa, pero tambi¨¦n debemos seguir ofreciendo informaci¨®n sobre la pandemia, porque ellas son quienes menos acceso tienen a ella; garantizando atenci¨®n psicosocial y protecci¨®n; distribuyendo kits de higiene menstrual, para que puedan gestionar su periodo de una forma digna; establecer espacios en los que las ni?as, adolescentes y mujeres se sientan seguras y proveer de sensibilizaci¨®n sobre violencia sexual y de g¨¦nero.
Debemos contribuir a que este incendio no acabe con las pocas oportunidades que le quedaban a las ni?as y adolescentes y no conviertan a Cox¡¯s Bazar en un callej¨®n sin salida.
Leticia Hijazo es responsable de proyectos de acci¨®n humanitaria de Plan Internacional
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