Sistemas alimentarios al l¨ªmite
No importa cu¨¢ntos comestibles produzca el mundo; el hecho de que no se resuelvan los desequilibrios de poder har¨¢ que el hambre persista e irrumpan m¨¢s enfermedades transmitidas por alimentos
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La pandemia de la covid-19 ha expuesto de manera despiadada las deficiencias del sistema alimentario global, y hoy nos enfrentamos a una gigantesca crisis de hambre que no para de crecer. Una cuarta parte de la humanidad carece de un acceso seguro a alimentos, mientras que una de cada diez personas est¨¢ afectada por inseguridad alimentaria severa y 811 millones de habitantes padecen hambre. Otra cuarta parte de la poblaci¨®n mundial sufre diversas formas de malnutrici¨®n, entre ellas obesidad, con inmensos efectos negativos en la salud.
Ambas tendencias est¨¢n en aumento, y ambas est¨¢n directamente conectadas con la injusticia y la pobreza. No importa cu¨¢ntos comestibles produzca el mundo; el hecho de que no se resuelvan los desequilibrios de poder en el sistema alimentario global har¨¢ que el hambre persista y las enfermedades transmitidas por alimentos exploten.
Muchos esperan que la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios en septiembre sea un catalizador para un cambio real. Pero es m¨¢s probable que el encuentro legitime y cimiente el modelo desigual de producci¨®n alimentaria industrializada de hoy.
Eso ser¨ªa una mala noticia para la gente que padece hambre en el mundo, que en su mayor¨ªa ¡ª418 millones de personas¡ª vive en Asia. M¨¢s de 282 millones de personas viven en ?frica, donde el hambre cr¨®nica afecta a una de cada cinco personas y aumenta m¨¢s r¨¢pido que en cualquier otra regi¨®n.
El hambre es, esencialmente, un problema de accesibilidad. La gente la sufre no porque haya alimentos insuficientes en el mundo, sino porque es pobre. Si no fuera por la injusticia y la desigualdad, la producci¨®n global r¨¦cord de trigo en 2020-21 podr¨ªa alimentar, en teor¨ªa, a 14.000 millones de personas. Pero los productos agr¨ªcolas van a parar a manos de quienes tienen la mayor capacidad para pagar ¡ªincluso en la industria alimentaria y el sector de energ¨ªas renovables¡ª y no en las de la gente m¨¢s vulnerable. El poder de mercado supera a la soberan¨ªa alimentaria.
El hambre es esencialmente un problema de accesibilidad. La gente la sufre no porque haya alimentos insuficientes en el mundo, sino porque es pobre
Los conflictos violentos, el clima extremo debido al cambio clim¨¢tico, la p¨¦rdida de biodiversidad y la agitaci¨®n econ¨®mica causada por los confinamientos por la covid-19 han empeorado la situaci¨®n de los m¨¢s vulnerables. Y el agua se vuelve cada vez m¨¢s escasa para los peque?os agricultores cuando los inversores m¨¢s grandes la usan en proyectos de irrigaci¨®n intensiva.
Todas estas crisis limitan la capacidad de la gente m¨¢s pobre para comprar alimentos o producir lo suficiente como para autoabastecerse. Como resultado de ello, 155 millones de personas en 55 pa¨ªses padecieron hambre severa en 2020, 20 millones m¨¢s que en 2019.
Desde la Revoluci¨®n Verde en los a?os 1960 y 1970, hemos o¨ªdo constantemente que aumentar la productividad agr¨ªcola es la clave para combatir el hambre y alimentar a la poblaci¨®n del mundo. Hoy, corporaciones globales como Corteva (anteriormente la unidad agr¨ªcola de DowDuPont), Bayer/Monsanto y ChemChina/Syngenta promueven la productividad a trav¨¦s del uso de pesticidas qu¨ªmicos, fertilizantes artificiales y semillas h¨ªbridas alteradas gen¨¦ticamente o cultivadas comercialmente que no se pueden reproducir. Pero esta agricultura intensiva no sirve a quienes carecen de lo esencial para una producci¨®n segura: tierra, agua y conocimientos de las caracter¨ªsticas de su regi¨®n.
Mientras tanto, casi dos mil millones de personas a nivel global hoy son obesas. M¨¦xico, donde alrededor del 73% de la poblaci¨®n tiene sobrepeso, es un caso particularmente preocupante. Si los h¨¢bitos alimenticios actuales persisten, el 45% de la poblaci¨®n del mundo podr¨ªa sufrir esta condici¨®n en 2050. Esto resultar¨¢ en un estallido de los costes de la atenci¨®n m¨¦dica: se estima que el gasto sanitario relacionado con la dieta y vinculado con la mortalidad y las enfermedades no transmisibles exceder¨¢ los 1,3 billones de d¨®lares por a?o en 2030.
Una vez m¨¢s, esta tendencia est¨¢ siendo alimentada por poderosos intereses econ¨®micos. La industria de alimentos y bebidas se beneficia enormemente con la venta de productos procesados y bebidas azucaradas poco saludables. Despu¨¦s de todo, la grasa, el az¨²car y los carbohidratos combinados con mucha sal son las calor¨ªas m¨¢s baratas. En 2019, las cinco compa?¨ªas de alimentos y bebidas m¨¢s grandes del mundo ¡ªNestl¨¦, PepsiCo, Anheuser-Busch InBev, JBS y Tyson Foods¡ª obtuvieron unos ingresos combinados de 262.700 millones de d¨®lares.
Las dietas saludables son mucho m¨¢s caras, de modo que la obesidad muchas veces es producto del poder adquisitivo bajo de las poblaciones m¨¢s pobres. La Organizaci¨®n de Las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura estim¨® que una dieta con suficientes calor¨ªas costaba 0,67 euros por d¨ªa en 2017, mientras que una dieta con suficiente nutrici¨®n costaba 1,97 euros diarios y una dieta saludable costaba 3,2 euros ¡ªlo que la torna inaccesible para m¨¢s de tres mil millones de personas.
Las dietas saludables son mucho m¨¢s caras, de modo que la obesidad muchas veces es producto del poder adquisitivo bajo de las poblaciones m¨¢s pobres
Cient¨ªficos de todo el mundo han propuesto que los sistemas alimentarios futuros protejan la salud tanto de los seres humanos como del medio ambiente. La Comisi¨®n EAT-Lancet, por ejemplo, ha demostrado que es posible ofrecer una dieta saludable para diez mil millones de personas en 2050 sin destruir el planeta, y aconseja duplicar el consumo de frutas, verduras, frutos secos y legumbres, y reducir el consumo de carnes rojas y az¨²car en m¨¢s del 50%.
Lo que falta son l¨ªderes pol¨ªticos que entiendan la urgencia de la crisis de los sistemas alimentarios e inicien las transformaciones necesarias. Al hacerlo, deber¨ªan enfrentarse a los poderosos intereses econ¨®micos y centrase en las necesidades de los m¨¢s vulnerables.
La pandemia ha acelerado las demandas de un modelo m¨¢s resiliente y diverso de agricultura y producci¨®n de alimentos. Las iniciativas populares basadas en decisiones comunitarias y en ideas de acceso abierto pueden ayudar a desarrollar sistemas alimentarios locales que no sean v¨ªctimas de la apropiaci¨®n empresarial, como cocinas comunitarias, centros de nutrici¨®n e iniciativas de agricultura urbana. Alrededor de 300 granjas urbanas influyeron en las decisiones alimenticias en Johannesburgo, Sud¨¢frica, en 2020.
Desafortunadamente, la inminente Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios parece destinada a consolidar el status quo. La agenda deja poco espacio para cuestiones estructurales cruciales que est¨¢n arraigadas en desequilibrios de poder y en la econom¨ªa pol¨ªtica. Y el lobby de la agricultura industrial bien puede buscar diluir la discusi¨®n de los temas cient¨ªficos importantes en la agenda, entre ellos el acceso a semillas adaptadas localmente, las consecuencias de pesticidas altamente peligrosos y la regulaci¨®n de la tierra y el agua.
Lo que necesitamos es una Cumbre de Sistemas Alimentarios popular que apunte a poner fin al hambre y la malnutrici¨®n, proteger los ecosistemas y ofrecer a los peque?os agricultores una subsistencia decente. Los m¨¢s afectados por las consecuencias negativas de nuestros sistemas alimentarios actuales deber¨ªan desempe?ar un papel vital en la discusi¨®n de c¨®mo transformarlos.
Barbara Unm¨¹?ig es presidenta de la Fundaci¨®n Heinrich B?ll, una organizaci¨®n alemana que trabaja por los derechos humanos y la protecci¨®n del medio ambiente.
Copyright: Project Syndicate, 2021.
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