La salud empieza en el inodoro y 2.000 millones de personas carecen de ¨¦l
La defecaci¨®n al aire libre, unida a la falta de agua segura y h¨¢bitos deficientes de higiene, aumenta el riesgo de enfermedades como la diarrea, segunda causa de mortalidad infantil en el mundo. Guinea-Bis¨¢u se ha propuesto acabar con ella
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Cuando Mussa Sanha llega a una comunidad rural del interior de Guinea-Bis¨¢u coloca un plato con heces y otro con comida ante los vecinos congregados, casi siempre bajo la sombra de un ¨¢rbol. No pasan muchos segundos antes de que empiecen a revolotear las moscas, que van de un recipiente a otro. A continuaci¨®n, ofrece los alimentos para degustaci¨®n de los presentes. ¡°Ninguno quiere. Porque contiene caca¡±. En cambio, cuando convida a quienes no han visto la escena anterior, s¨ª aceptan. Lo mismo hace con el agua. Abre una botella y bebe. Luego mete un palo en los excrementos y lo sumerge despu¨¦s en el agua. Un meneo y ya nadie quiere consumirla.
Con este ejercicio, el director de la Asociaci¨®n de Saneamiento B¨¢sico, Protecci¨®n de Agua y Medio Ambiente (ASPAAB, por sus siglas en portugu¨¦s) muestra a la poblaci¨®n la importancia de defecar en una letrina adecuadamente construida. Para que las moscas no contaminen sus alimentos ni las heces se filtren hasta los pozos del agua que beben. Convencerles no es f¨¢cil y suele requerir de varias vistas, charlas, ejercicios. Es lo que llaman la fase del despertar para despu¨¦s pasar a la acci¨®n: que los vecinos construyan los retretes.
Ese proceso es el que han seguido en Cansantin, una aldea de las que no aparecen en los mapas, a 45 minutos en coche por caminos de tierra desde la ciudad de Bafat¨¢, donde tiene sede la ONG. En este rec¨®ndito lugar viven 11 familias en viviendas de madera, adobe, cemento, chapa y paja. Desde la primera visita de la asociaci¨®n en marzo de 2020, se han producido progresos: ahora todas cuentan con un retrete construido por los moradores con sus propios medios, sin apoyo econ¨®mico, pero siguiendo unas determinadas especificaciones t¨¦cnicas. Con materiales y mano de obra local, les cuesta unos 35 euros (22.500 francos), una fortuna en un pa¨ªs en el que el salario m¨ªnimo es de unos 145 euros (95.500 francos) y casi el 70% vive por debajo el umbral de la pobreza.
¡°Tienen que estar a m¨¢s de 30 metros de la fuente de agua m¨¢s cercana, para evitar contaminaci¨®n, y no puede excavar m¨¢s de dos metros¡±, detalla Sanha mientras recorre los ba?os ya construidos, comprobando si cumplen las normas. ¡°Le ten¨¦is que poner una tapa¡±, le comenta a uno de los vecinos y le recuerda que las moscas que entren ah¨ª, luego se podr¨¢n pasear por su comida.
En el mundo, 2.000 millones de personas carecen de un retrete y 673 millones de personas defecan al aire libre, de las que el 91% viven en zonas rurales. Una cifra que va en descenso, pero que hay que dejar a cero en 2030, tal como establece el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En Guinea-Bis¨¢u (1,9 millones de habitantes), un 10,6% de la poblaci¨®n hace sus necesidades en la calle, en el bosque, entre arbustos. El porcentaje asciende al 16,2% en ¨¢reas rurales. A la falta de saneamiento se suma la privaci¨®n de agua segura: un 33,% no tiene acceso; tasa que sube hasta un 44,6% en zonas no urbanas del pa¨ªs. Son los datos m¨¢s recientes de la encuesta nacional de indicadores m¨²ltiples, de 2020 (MICS-6). Contra esas estad¨ªsticas luchan Sanha y los dem¨¢s trabajadores de la ONG local ASPAAB. Con el apoyo de la Uni¨®n Europea, y en colaboraci¨®n con otras organizaciones internacionales como ADPP (Humana) y la portuguesa TESE, cuentan con nueve millones de euros para un proyecto de agua, saneamiento y energ¨ªa.
En el mundo, 673 millones de personas defecan al aire libre, de las que el 91% viven en zonas rurales
Lo normal es que en tres o cuatro visitas se complete el plan desde ese primer contacto hasta el ¨²ltimo seguimiento para asegurarse de que los retretes construidos son habitualmente utilizados. Un cambio de h¨¢bitos que se consigue con el apoyo de vecinos que se implican en la tarea. Son animadores locales, en t¨¦rminos de la ONG. Ramatuldi Balde, de 29 a?os, tiene cinco ni?os y es una de las integrantes del grupo de saneamiento de la aldea. Su funci¨®n es charlar con sus familiares y amigos sobre la importancia de tener y usar los inodoros. ¡°Me siento orgullosa de que ahora todo el mundo aqu¨ª tiene un retrete. Para las mujeres, defecar al aire libre es peligroso. Es m¨¢s seguro en una letrina y tambi¨¦n cuando tenemos la menstruaci¨®n y tenemos que quitarnos los pa?os¡±, comenta. Ahora, asegura la joven madre, los ni?os tienen menos diarreas.
En Guinea-Bis¨¢u, un 36,4% de ni?os padece retraso en el crecimiento; despu¨¦s de los cinco a?os, las consecuencias f¨ªsicas y cognitivas son irreversibles
Seg¨²n datos de la ¨²ltima Encuesta de Indicadores M¨²ltiples (MICS6) del pa¨ªs, el 8% de menores de cinco a?os padecieron diarrea en las dos semanas previas al sondeo, m¨¢s de la mitad no recibieron ning¨²n tratamiento ni atenci¨®n m¨¦dica profesional. Los alimentos y el agua contaminados, por falta de saneamiento, agua potable e higiene, son causantes de este mal que puede derivar en una situaci¨®n de desnutrici¨®n cr¨®nica o retraso en el crecimiento. En Guinea-Bis¨¢u, un 36,4% de ni?os registra una altura menor de la m¨ªnima para su edad. Despu¨¦s de los cinco, las consecuencias f¨ªsicas y cognitivas son irreversibles.
En el peor de los casos, los episodios agudos de diarrea pueden provocar la muerte. No es infrecuente. Esta dolencia, que en el mundo desarrollado es apenas un inconveniente y se trata f¨¢cilmente con rehidrataci¨®n, es la segunda causa de mortalidad infantil en el mundo. Solo en 2019 mat¨® a 370.000 peque?os. En las aldeas de Guinea-Bis¨¢u, en los centros m¨¦dicos y el principal hospital de la capital, no es dif¨ªcil observar a beb¨¦s indispuestos, envueltos en pa?os de tela que sus padres cambian cuando los ensucian.
Por eso, disponer de letrina es una cuesti¨®n de salud y supervivencia, adem¨¢s de seguridad para las mujeres. Tambi¨¦n lo es disponer de agua segura. Para la gesti¨®n de las fuentes y pozos en las aldeas, se crean comit¨¦s de agua, tambi¨¦n compuestos principalmente por mujeres. Su cometido es limpiar el recinto, informar sobre c¨®mo transportar el agua, sin meter ramas u otros objetos que puedan contaminarla, y que laven habitualmente el ¨²nico vaso que suelen tener en las casas. ¡°Somos tres con la misma funci¨®n, limpiamos; y un hombre que es el mec¨¢nico para los arreglos¡±, explica Taibu Balde, de 58 a?os. Ella y sus compa?eras fueron quienes pidieron a los varones de la comunidad que construyeran un murete alrededor de la fuente para que no se colaran las vacas. Una fuente de suciedad y g¨¦rmenes menos. ¡°Antes de las bombas, ten¨ªamos un pozo y un lago donde hoy lavamos y cogemos agua para el ba?o¡±, rememora.
Una de las tareas pendientes en Cansantin, indica Sanha, es la promoci¨®n de h¨¢bitos de higiene, como el lavado de manos. Otra de las pr¨¢cticas que quiere erradicar es la tradici¨®n de ofrecer agua, almacenada en vasijas en la calle y con un vaso para su consumo, a los viajeros. Esta es una costumbre de hospitalidad arraigada en los pueblos del pa¨ªs y no ser¨¢ f¨¢cil convencerles de que la abandonen, pero tampoco imposible. A Sanha le tocar¨¢ pensar una estrategia junto con el resto del equipo de ASPAAB.
Otros pueblos de los 350 en los que intervienen ADPP y ASPAAB para la promoci¨®n del saneamiento y erradicaci¨®n de la defecaci¨®n al aire libre no han experimentado un progreso favorable como Cansantin. ¡°Algunas comunidades se resisten porque creen que defecar al aire libre es mejor. A veces, despu¨¦s de 15 visitas no conseguimos convencerles de que construyan las letrinas¡±, lamenta Sanha. Es el caso de Bindur Dug¨¢l, a media hora de la ciudad de Mansoa, en la regi¨®n de Oio. Seg¨²n el registro de las ONG aqu¨ª viven 56 familias en 71 casas (casi 600 personas, de los que 80 son ni?os). Los vecinos son de la tribu balanta, que no tienen jefes, lo que dificulta la interlocuci¨®n con la comunidad. Los corrales de animales est¨¢n pegados a las casas y la higiene es deficiente. Las viviendas de este grupo sueles estar muy dispersas, adem¨¢s, con hasta tres kil¨®metros entre viviendas. Una intervenci¨®n dif¨ªcil.
En una de sus visitas, Sunlite, una de las trabajadoras de ASPAAB, explica a los congregados bajo las ramas de un bissilon que la construcci¨®n de letrinas tiene ventajas para la salud, los ni?os tendr¨¢n menos diarreas y enfermedades relacionadas con la alimentaci¨®n. Hacerlas les calificar¨¢ adem¨¢s como aldea libre de defecaci¨®n al aire libre, un requisito indispensable para acceder a otras ayudas y proyectos de desarrollo.
Julia Trapa, de 22 y madre de dos ni?os de dos y cuatro a?os, forma parte del grupo de saneamiento. ¡°Porque la comunidad no est¨¢ organizada; no tiene limpieza y necesitamos letrinas. Tampoco el agua est¨¢ limpia. Tenemos problemas de salud¡±, justifica. Despu¨¦s de que su marido falleciese en marzo de 2021 ¨D¡°le sali¨® algo grande en la garganta, luego le dol¨ªa el cuerpo y muri¨® en el hospital¡±, resume la viuda, sin compungirse¨D, Trapa volvi¨® a estudiar. Cada d¨ªa, tras preparar la comida y trabajar en la recogida del anacardo o vendiendo cosas que adquiere en la ciudad, recorre ocho kil¨®metros hasta la escuela. ¡°Estoy en 11? curso; es cansado, a veces voy sin comer, pero me gusta. Quiero continuar y ser enfermera para trabajar en el hospital¡±, detalla. Pese a sus inquietudes sanitarias, todav¨ªa no ha construido una letrina en su vivienda. La preocupaci¨®n no es suficiente y la joven carece de tiempo, apoyo y recursos.
Aul¨¦ Quandi, de 25 a?os y madre de dos hijos, s¨ª ha cavado su retrete y tiene otro en marcha ¡°para las visitas¡±. Lo est¨¢ haciendo ella misma porque su marido es muy mayor y no puede. ¡°Ya no estudio¡±, lamenta. ¡°Pero me siento bien de formar parte del grupo de saneamiento y hablar con la comunidad. Est¨¢ bien que vengan visitas importantes y nos ayuda a convencerles de que las letrinas son necesarias¡±, dice mientras recorre su vivienda mostrando los hoyos, cementados y con el tubo para la salida de gases perfectamente instalado.
¡°Este es un proyecto no subsiario; en ediciones anteriores d¨¢bamos los materiales, pero no funcionaba. As¨ª que copiamos un modelo de Banglad¨¦s: que ellos mismos lo hagan con materiales locales, sin mucho coste, y asuman la responsabilidad. Si no te apoyan para hacer una casa o comer, ?por qu¨¦ tienen que hacerlo para construir un inodoro?¡±, cuestiona Sayo Camarra, responsable de proyecto de ADPP para la regi¨®n de Oio. Pese a las adversidades, con este modelo, ¡°162 comunidades en Bafat¨¢ han abandonado la defecaci¨®n al aire libre por intervenci¨®n de ASPAAB. Es un orgullo; nos lo reconoce el Gobierno, Unicef, otras organizaciones internacionales. Es un orgullo¡±, agrega Sanha. El director de ASPAAB, que en su vida anterior fue un profesor de matem¨¢ticas que un d¨ªa decidi¨® que no pod¨ªa mirar para otro lado, se manifiesta orgulloso de los progresos del programa. Y no se achanta ante el reto que les plantea la oposici¨®n de algunas poblaciones, adonde vuelve una y otra vez. Tampoco Camarra: ¡°Ante la resistencia hay que persistir y hablar¡±.
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