Una salida a las violencias que acumulan las mujeres migrantes
La vida de las emigrantes hondure?as, forzadas a desplazarse de sus hogares, est¨¢ marcada por las experiencias de violencia machista, una amenaza que vuelven a afrontar cuando son repatriadas. La Cooperaci¨®n espa?ola ha puesto en marcha diversas iniciativas para reducir la brecha de g¨¦nero y brindar herramientas que permitan a las mujeres ser aut¨®nomas
¡°Poder compartir mi experiencia, hablar en alto lo que tanto tiempo me he callado, ha sido como volver a vivir¡±, confiesa Yulibeth Santos, la primera en alzar la voz. Son cuatro las mujeres sentadas en una mesa que, frente a un numeroso p¨²blico femenino, exponen sus testimonios, el aprendizaje adquirido a trav¨¦s del grupo de apoyo psicosocial creado en la Comunidad de Dos Caminos, en el departamento de Cort¨¦s, una de las 18 secciones que conforman Honduras.
¡°Estaba muy deprimida y me sent¨ªa muy sola antes de conocer al resto¡±, reconoce Santos antes de que su compa?era sea la siguiente en hablar. ¡°Una cree que solo le pasa a ella hasta que conoce a otras mujeres. Gracias a la red he entendido mejor lo que me pasaba, mi autoestima se ha fortalecido¡±, agrega Mar¨ªa Esperanza Garc¨ªa, exponiendo los denominadores comunes que entrelazan su historia con la del resto: la falta de oportunidades laborales, los huracanes que sumieron sus casas todav¨ªa m¨¢s al fondo de la pobreza y la violencia de la que fueron v¨ªctimas en su propio hogar.
Este espacio de escucha constituye una red de apoyo que forma parte del proyecto Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) Integra. Ha sido ejecutada por Acci¨®n contra el Hambre y de la mano con organizaciones civiles como ASONOG y municipios locales. La iniciativa ¡°busca brindar cobertura de necesidades b¨¢sicas y protecci¨®n a mujeres y menores de edad migrantes en riesgo de desplazamiento¡±, expone Mar¨ªa Castro, la responsable de la AECID en Honduras, el organismo responsable de impulsar el desarrollo y la defensa de derechos humanos en el pa¨ªs centroamericano.
¡°Es un trabajo constante que hay que hacer, porque venimos con la autoestima destrozada. Ahora s¨¦ que yo valgo, que puedo salir adelante y criar a mis hijos¡±, relata Nolvia Suyapa Jim¨¦nez Ben¨ªtez, de 28 a?os y madre de tres hijos. La mayor tiene 12, el peque?o ocho. ¡°A ¨¦l fue al ¨²nico que me llev¨¦ conmigo, al resto los dej¨¦ con mi familia¡±, cuenta esta hondure?a, una de las tantas que intent¨® en alg¨²n momento llegar a Estados Unidos y fue repatriada contra su voluntad.
¡°Es que ac¨¢ no hay trabajo, por eso una decide salir. En M¨¦xico s¨ª encontr¨¦ con qu¨¦ ganarme la vida durante un tiempo, pero tambi¨¦n pas¨¦ mucho miedo, por los coyotes y la gente mala, que se llevaron a muchas personas. Tem¨ª, sobre todo, por mi peque?o, pero sobrevivimos y llegamos Texas, all¨ª nos capturaron las autoridades¡±, detalla Jim¨¦nez, que regres¨® hace solo unos meses a Honduras.
Violencias para las que se van y para las que se quedan
La migraci¨®n forzada, fen¨®meno al que anteceden y precede la vulneraci¨®n de derechos humanos, refleja muy bien c¨®mo en el contexto de las poblaciones m¨¢s desamparadas, algunas enfrentan un doble riesgo. En Honduras, el incumplimiento de derechos humanos que enfrenan las ni?as y las mujeres se exhibe tanto para aquellas que huyen del pa¨ªs y son forzadas a regresar como para las migrantes que atraviesan el territorio con el objetivo de llegar a Estados Unidos.
Araceli Hern¨¢ndez, madre soltera hondure?aQuedarse aqu¨ª es como estancarse, no se puede avanzar hacia ning¨²n lado. Y se sufre mucha violencia, el hombre es el que manda en todo
¡°Me fui despu¨¦s de que los huracanes destrozaron la casa, all¨ª se gana m¨¢s, se vive mejor¡±, asegura Jim¨¦nez, que ha conseguido cruzar la frontera dos veces. Pocas en comparaci¨®n a los intentos de otras de las mujeres que conforman el grupo psicosocial de esta comunidad. Araceli Hern¨¢ndez, 35 a?os, madre soltera de cuatro hijos, cuenta hasta diez las veces que abandon¨® su pa¨ªs para cruzar hasta territorio estadounidense. ¡°La ¨²ltima vez me fue muy bien, trabajaba en tareas de limpieza, hac¨ªa mis propios negocios, vend¨ªa lonches [bocadillos], tamales. Cuando me reportaron, fue horrible¡±, confiesa Hern¨¢ndez, que lleva solo unos meses de vuelta en la comunidad. ¡°Quedarse aqu¨ª es como estancarse, no se puede avanzar hacia ning¨²n lado. Y se sufre mucha violencia, el hombre es el que manda en todo¡±, se lamenta.
Desde el 2015, la igualdad de g¨¦nero y el empoderamiento de las mujeres ocupan un lugar central la agenda del desarrollo sostenible. Esta perspectiva resulta fundamental en todas las acciones humanitarias llevadas a cabo en el mundo, pero adquiere car¨¢cter urgente en algunas regiones, como Honduras, un pa¨ªs con las tasas de feminicidios m¨¢s altas del mundo, y donde la misoginia escala hasta el Parlamento, seg¨²n denunciaba la coordinadora residente de la ONU en el territorio.
¡°Para hacer frente a esta realidad, las acciones afirmativas son tan esenciales como la transversalidad de la perspectiva de g¨¦nero en todos nuestros proyectos¡±, explica la responsable de la red de cooperaci¨®n espa?ola, que prioriza a la poblaci¨®n femenina en sus programas con el objetivo de reducir la brecha de g¨¦nero y atender necesidades espec¨ªficas de mujeres y ni?as.
A la hora de migrar, ellas comparten con los hombres las causas que obligan su desplazamiento: la pobreza, la falta de oportunidades y vulneraci¨®n de derechos humanos, la persecuci¨®n pol¨ªtica¡ Pero a la decisi¨®n de huir se les a?ade otra motivaci¨®n: la violencia machista. ¡°Por eso estamos impulsando acciones y procesos orientados a mejorar el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres y ni?as, para que puedan vivir una vida libre de violencia. Y para ello necesitan no depender de ning¨²n hombre¡±, se?ala Castro.
Emprender para no depender de un hombre
¡°Yo me fui de Honduras por falta de oportunidades, porque no hay. Siempre trabaj¨¦ cocinando, pero no me daba para vivir¡±, confiesa Iris Vicente, que expone el fen¨®meno que azota a su comunidad: la migraci¨®n laboral. ¡°El trabajo no llega hasta aqu¨ª porque no es una zona de inversi¨®n. Algunas mujeres se van en el d¨ªa hasta las ciudades, que no est¨¢n cerca, y regresan tardecito. Pero aun as¨ª no les alcanza¡±, afirma Karen Montalb¨¢n. Con 25 a?os reci¨¦n cumplidos es la vicealcaldesa m¨¢s joven de todo Honduras. El pasado enero gan¨® las elecciones regionales. Desde entonces lidera la comunidad rural 23 de Septiembre, situada en La Lima, territorio bananero entre San Pedro Sula ¡ªcapital industrial del pa¨ªs¡ª y El Progreso, donde se ha implementado el proyecto ¡°Escuelas de Empleo¡±, una iniciativa que para fomentar la autonom¨ªa econ¨®mica de las mujeres migrantes retornadas, brind¨¢ndoles recursos y asesor¨ªa para que puedan emprender.
¡°Estos programas son buenos, la orientan a una. A m¨ª me ha ayudado bastante¡±, cuenta Vicente, quien atiende un curso de belleza. ¡°Fue mi mam¨¢ la que me inscribi¨® en el taller y estoy muy ilusionada. Me gustar¨ªa, por fin, sentirme independiente, que ning¨²n hombre me diga lo que tengo que hacer¡±, confiesa la hondure?a.
¡°Aqu¨ª las mujeres sufren violencia de g¨¦nero en todos los ¨¢mbitos de la vida¡±, matiza Castro. ¡°Honduras es un pa¨ªs de origen, tr¨¢nsito y destino para la trata de personas y la feminizaci¨®n de la pobreza¡±, relata la responsable de la AECID. Ella ha sido testigo de c¨®mo en los pasos fronterizos del pa¨ªs, como en el resto que perfilan Am¨¦rica Latina, se repiten las historias de mujeres que dejaron sus hogares para huir de abuso f¨ªsico, sexual y psicol¨®gico y que tienen que enfrentar el doble estigma del fracaso de haber sido repatriadas. ¡°Por eso es tan importante brindarles herramientas y puedan valerse por s¨ª mismas en sus lugares de origen¡±, puntualiza.
Glenda Xiomara Ramos, madre soltera hondure?aDel padre de mis peque?os no s¨¦ nada y sobrevivo con la ayuda de Dios y la de mi familia. Por eso voy a montar mi propio negocio, y ?voy a ser aut¨®noma sin tener que depender de nadie!
¡°Quiere acabar el curso pronto y montar mi propio negocio en San Pedro Sula¡±, dice Glenda Xiomara Ramos, de 22 a?os y madre de dos ni?os de dos y seis. ¡°El a?o pasado intent¨¦ cruzar a Estados Unidos, pero solo alcanc¨¦ a llegar a Tapachula, M¨¦xico. Hice el camino sola: hambre, sed, lluvia, fr¨ªo y miedo¡ Tem¨ª que me violasen¡±, reconoce la joven, que se gana la vida recogiendo basura en otras comunidades. ¡°Del padre de mis peque?os no s¨¦ nada y sobrevivo con la ayuda de Dios y la de mi familia. Por eso voy a montar mi propio negocio, y ?voy a ser aut¨®noma sin tener que depender de nadie!¡±, afirma con determinaci¨®n.
¡°A trav¨¦s de las Escuelas de empleo, las mujeres est¨¢n entendiendo que pueden salir adelante sin la necesidad de un hombre, pero no es f¨¢cil. Aunque somos nosotras quienes sacamos a esta sociedad adelante, Honduras es muy machista¡±, apunta Montalb¨¢n. La violencia de g¨¦nero y el desempleo que impactan en su comunidad son dos de los grandes retos que tiene que enfrentar esta lideresa.
¡°Si encuentro oportunidades que me beneficien aqu¨ª, me quedar¨¦. Si no, volver¨¦ a irme, pero a M¨¦xico, donde puedo encontrar trabajo. A Estados Unidos no volver¨ªa, llegar hasta all¨ª result¨® una pesadilla. ?No, jam¨¢s volver¨¦ a intentar llegar ah¨ª! Voy a intentar ganarme la vida yo solita en mi pa¨ªs¡±, sentencia Vicente.
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