Turqu¨ªa: c¨®mo atender a una poblaci¨®n rota por el terremoto cuando el sistema de salud se ha derrumbado
En toda la provincia de Hatay no queda ni un hospital p¨²blico operativo. La falta de agua corriente y la escasez de v¨¢teres favorecen los contagios y las epidemias a las que tratan de hacer frente los m¨¦dicos locales y extranjeros desde sus hospitales de campa?a, mientras se multiplican los problemas de salud mental
Junto al cementerio nuevo de Antioqu¨ªa, donde la tierra aparece fresca, reci¨¦n removida, pues se sigue enterrando a destajo, sin tiempo para rituales, decenas de personas hacen fila ante un cami¨®n cisterna. Los rostros cansados y sucios, varias garrafas de pl¨¢stico en cada mano, esperan un agua que ya no brota del grifo. De las calles de alrededor se levantan nubes de polvo: las excavadoras trabajan retirando escombros y demoliendo edificios que se aguantan en pie por poco.
Al caer la noche, la oscuridad se adue?a de Antioqu¨ªa. La red el¨¦ctrica a¨²n no se ha recuperado, y en aquellos pueblos del sur de la provincia de Hatay en los que el tendido hab¨ªa sido reparado tras los terremotos de magnitud 7,8 y 7,4 del pasado 6 de febrero, ha resultado da?ado por un nuevo se¨ªsmo. Tampoco hay agua corriente y escasean los v¨¢teres port¨¢tiles, alimentados por dep¨®sitos que recargan los camiones cisternas y muchos instalados junto al Orontes, para desaguar al r¨ªo. El sistema sanitario se ha derrumbado, literalmente. En toda la provincia no queda un hospital p¨²blico abierto: algunos se han venido abajo y otros han sufrido da?os considerables, por lo que han sido desalojados. Junto al riesgo creciente de contagios, afloran problemas de salud mental entre los damnificados.
Los terremotos han dejado sin hogar a m¨¢s de dos millones de personas en Turqu¨ªa que, desde hace casi 20 d¨ªas, pernoctan en tiendas de campa?a, casas-container, polideportivos o en hogares de parientes que se han mantenido en pie. M¨¢s de medio mill¨®n de personas han sido evacuadas a otras provincias, fundamentalmente del oeste del pa¨ªs, donde han sido acogidas en hoteles, residencias universitarias y casas particulares.
Al caer la noche, la oscuridad se adue?a de Antioqu¨ªa: la red el¨¦ctrica a¨²n no se ha recuperado
De Antioqu¨ªa, donde el Ayuntamiento calcula que el 90% de sus edificios han sido destruidos por el terremoto, quien ha podido ha puesto tierra de por medio. Pero quedan muchos viviendo en el campamento establecido por AFAD, la agencia de gesti¨®n de desastres del Gobierno turco, en torno al estadio del equipo local de f¨²tbol, o en campamentos improvisados por diversos partidos pol¨ªticos y organizaciones sociales en los parques a lo largo del r¨ªo Orontes. Por si fuera poco, la tarde del pasado lunes la tierra volvi¨® a temblar en un se¨ªsmo de magnitud 6,4 con epicentro al sur de Antioqu¨ªa, seguido por fuertes r¨¦plicas, lo que arroj¨® a mucha gente fuera de sus hogares, presa del p¨¢nico, incrementando la necesidad de nuevas tiendas y refugios.
¡°Es muy dif¨ªcil hablar sobre la atenci¨®n sanitaria a la poblaci¨®n cuando mucha gente a¨²n carece de tiendas de campa?a. Lo primero que necesita la gente es un lugar bajo el que cobijarse, ba?os, agua limpia, un lugar donde se sientan seguros. Por desgracia, la gesti¨®n [del Gobierno] est¨¢ siendo tan mala como lo fueron las labores de rescate los primeros d¨ªas¡±, denuncia Onur Naci Karahanci, miembro del consejo directivo de la Uni¨®n de M¨¦dicos de Turqu¨ªa (TTB) y que, durante las ¨²ltimas semanas, ha visitado varias provincias afectadas para establecer las necesidades de la poblaci¨®n: ¡°En Antioqu¨ªa todos los centros de atenci¨®n primaria han quedado destruidos, porque el Gobierno los hab¨ªa sacado de los edificios p¨²blicos para colocarlos en los bajos de edificios. Y uno de los hospitales de la provincia de Adana, al que estaban siendo evacuados los enfermos de Hatay, tambi¨¦n ha sufrido da?os en el terremoto de esta semana y ha sido desalojado¡±.
Hay miedo a que el hacinamiento y la imposibilidad de mantener las condiciones de higiene lleven a epidemias. Al otro lado de la frontera, en Siria, ya se hab¨ªan detectado brotes de c¨®lera antes del terremoto y, en Turqu¨ªa, hay incremento en diarreas, infecciones respiratorias, sarna y otras enfermedades cut¨¢neas. La Asociaci¨®n Turca del T¨®rax ha advertido de que la exposici¨®n constante al polvo de los edificios derruidos, algunos de los cuales contienen asbesto, o a las hogueras con las que los damnificados tratan de luchar contra las bajas temperaturas y que son alimentadas con lo primero que se encuentra, pueden desembocar en enfermedades como asma, obstrucci¨®n pulmonar y c¨¢ncer. El ministro de Sanidad, Fahrettin Koca, inform¨® el pasado domingo de que en la zona del terremoto se ha detectado un caso de varicela y un incremento en las infecciones agudas del sistema digestivo, pero, asegur¨®, de momento no hay indicios sobre posibles epidemias. Eso s¨ª, advirti¨® de que ¡°hasta nuevo aviso¡± no se debe beber agua del grifo en las 10 provincias afectadas por el terremoto y pidi¨® que utilice agua embotellada incluso para lavarse los dientes.
En el hospital de campa?a establecido por la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n (AECID) en el municipio de Arsuz, a las afueras de la ciudad de Alejandreta, confirman que ya han detectado varios casos de sarna entre los damnificados. Junto al hospital, en lo que era un recinto de exposiciones, las personas duermen en antiguos bares y restaurantes, entre mesas, asientos y tiradores de cerveza. Como las paredes son de cristal, cuelgan mantas de las sillas para garantizarse una m¨ªnima intimidad. Llevan semanas sin poder darse una ducha.
¡°Atendemos todo tipo de casos. Hemos tenido un parto y vienen muchas mujeres embarazadas a consultas, porque el estr¨¦s de estas situaciones suele hacer que los partos se adelanten¡±, explica Paco Sig¨¹enza, del equipo coordinador del hospital espa?ol, con 82 efectivos, la mayor¨ªa m¨¦dicos del Sistema Nacional de Salud. ¡°Tambi¨¦n vino una ni?a que ten¨ªa una herida en el brazo bastante grave producto del terremoto y que solo hab¨ªa recibido una cura de emergencia. Su madre se empez¨® a quejar de que le dol¨ªa mucho un costado y resulta que ten¨ªa dos costillas rotas¡±. Pese al tiempo pasado desde el primer terremoto, hay personas heridas que no se han acercado a los centros m¨¦dicos: ¡°Puede ser porque est¨¢n estables en casa de un familiar, o no tienen medio para desplazarse porque la casa se ha ca¨ªdo sobre su veh¨ªculo. O todav¨ªa no saben que estamos aqu¨ª. La situaci¨®n de estr¨¦s que est¨¢ viviendo la poblaci¨®n es muy grande¡±.
El principal reto, m¨¢s all¨¢ de atender a los 108.000 heridos por el terremoto, es ¡°reconstruir el sistema de atenci¨®n primaria¡±Onur Naci Karahanci, miembro del consejo directivo de la Uni¨®n de M¨¦dicos de Turqu¨ªa (TTB)
Como los espa?oles, una veintena de pa¨ªses han levantado hospitales de campa?a que se unen a los 77 establecidos por el Estado turco en las diez provincias afectadas. La coordinaci¨®n de estos centros m¨¦dicos extranjeros con el Ministerio de Sanidad y otros centros de la zona funciona bien en general, explican fuentes del hospital espa?ol. En sus instalaciones, reciben pacientes derivados de los hospitales p¨²blicos de Alejandreta, que han quedado inutilizables, y comparten material en un cercano hospital privado que se ha mantenido en pie y ha sido intervenido por el Gobierno.
Pero, a veces, prestar estos servicios sanitarios choca con la polarizaci¨®n pol¨ªtica que vive Turqu¨ªa y la competici¨®n entre administraciones y formaciones de diverso signo en un a?o electoral (por ejemplo, varios militantes del Partido Comunista de Turqu¨ªa fueron detenidos en la ciudad de Osmaniye cuando repart¨ªan ayuda bajo la acusaci¨®n de ¡°mostrar la debilidad del Estado¡±). El 15 de febrero, un alto cargo del partido gubernamental AKP visit¨® el hospital de la AECID y, enfadado por ver en la puerta una ambulancia del Ayuntamiento de Bodrum (una ciudad del suroeste de Turqu¨ªa en manos del partido centroizquierdista CHP), orden¨® que abandonase el lugar, pese a que ayudaba a los espa?oles con los traslados de enfermos. Posteriormente, se han enviado diversas ambulancias de otras instituciones para colaborar con el hospital de campa?a.
Ataques de p¨¢nico y ansiedad
El principal reto, m¨¢s all¨¢ de atender a los 108.000 heridos por el terremoto, es ¡°reconstruir el sistema de atenci¨®n primaria¡±, afirma Karahanci. ¡°Hay cientos de miles de ni?os sin hogar, lo que supone un gran riesgo de contagio de enfermedades infecciosas. Debido a los cortes de electricidad, la cadena de fr¨ªo se ha roto y las vacunas se han echado a perder, as¨ª que hemos tenido que pedir nuevas. Solo a partir de la segunda semana se empez¨® a vacunar a ni?os, y a los adultos contra el t¨¦tanos¡±, explica. La Asociaci¨®n de Farmac¨¦uticos ha desplegado unidades m¨®viles de entrega de medicamentos y TTB ha establecido varios puntos de atenci¨®n m¨¦dica en contenedores de obra.
Frente a la primera tienda del hospital de la AECID espera un grupo de personas. Es el lugar donde se hace el triaje y de ah¨ª se deriva a los diferentes especialistas. ¡°Tenemos patolog¨ªas de todo tipo. El sistema sanitario de Alejandreta se ha venido abajo y mucha gente ha perdido sus casas. Es decir, la gente no puede seguir sus citas rutinarias, as¨ª que la gesti¨®n diaria de la salud tambi¨¦n la hacemos aqu¨ª¡±, explica Sig¨¹enza. El d¨ªa 13, cuando el hospital abri¨® sus puertas, los m¨¦dicos espa?oles atendieron a 150 pacientes, al final de esa semana, ya eran m¨¢s de 250 por jornada; y, tras el nuevo terremoto, ha aumentado hasta 400, el doble de la capacidad del hospital, lo que ha obligado a traer m¨¢s material con el relevo llegado esta semana.
¡°Estamos viendo muchos casos de ansiedad, ataques de p¨¢nico... Much¨ªsimo insomnio. Hiperreactividad a los est¨ªmulos ambientales. Ante el m¨ªnimo movimiento, aunque no sea de la tierra, enseguida desarrollan estados de ansiedad, que a veces interpretan como problemas f¨ªsicos, del coraz¨®n o respiratorios. Vienen con muchos s¨ªntomas psicosom¨¢ticos que al final son una traducci¨®n del malestar que tienen¡±, explica Silvia Cervero L¨®pez, una de los dos psic¨®logos con los que cuenta el equipo espa?ol. A la barrera idiom¨¢tica ¡ªque se solventa con la ayuda de traductores¡ª se unen algunas culturales: ¡°Es una sociedad que tiene mucha tendencia a guardarse las emociones, a no expresarlas, a no llorar para no molestar a los ni?os o al resto de la familia¡±. Por eso, muchas veces los psic¨®logos se pasean por un cercano campamento de damnificados, se toman un t¨¦ tras otro con sus ocupantes para crear confianza, y organizan talleres con los ni?os para ayudarles a sobrellevar la situaci¨®n.
La dimensi¨®n del desastre es tal, en un pa¨ªs que ha vivido tantas migraciones internas, que hay pocos que no tengan a un pariente o conocido entre los afectados: la zona del terremoto era hogar de 13,5 millones de personas, es decir, uno de cada seis ciudadanos de Turqu¨ªa. Pero el trauma de quienes lo han sufrido directamente es inconmensurable. Viven en un estado de shock, arrastrando una losa de dolor insoportable.
En Osmaniye, capital de la provincia vecina a Hatay, las labores de b¨²squeda de supervivientes y extracci¨®n de cad¨¢veres concluyeron la semana pasada. La mayor¨ªa de los edificios derruidos son ya solamente un pu?ado de cascotes y un hueco en el suelo. Como los Apartamentos Bilge, un bloque de nueve plantas que sepult¨® a 110 personas. ?nicamente tres fueron rescatadas con vida.
Los muertos han sido inhumados r¨¢pidamente para evitar la propagaci¨®n de enfermedades, muchas veces en entierros colectivos. Ahora, junto a lo que fueron los apartamentos Bilge hay un montoncito de objetos rescatados de entre sus ruinas: una sillita de beb¨¦, im¨¢genes de bodas, varios bolsos y prendas de ropa, una colecci¨®n de CD de rezos isl¨¢micos, libros de preparar oposiciones, una bolsa de tela de una visita a Grecia, la foto de un abuelo subiendo a su nieta en una moto en los a?os noventa, un dibujo hecho por la mano de un ni?o dedicado a Harry Potter, calendarios con fechas marcadas¡ El portero, que reconoci¨® uno a uno todos los cad¨¢veres que fueron saliendo de entre los escombros, recoge ahora algunas fotograf¨ªas para entreg¨¢rselas a los familiares. Se acerca un hombre acompa?ado por un amigo y observa el vac¨ªo dejado por el edificio. Luego rebusca entre los objetos del mont¨®n. Musita que perdi¨® a su mujer y a sus hijos. Y uno no puede preguntar nada m¨¢s, porque la forma en que agarra una peque?a sudadera infantil y la aprieta contra su pecho lo dice todo.
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