Los refugiados saharauis, al borde de la ¡°tragedia humanitaria¡± por falta de comida
El Programa Mundial de Alimentos ha reducido un 30% la cesta b¨¢sica que distribuye a la poblaci¨®n en los campamentos de Tinduf, en Argelia, debido a la subida de precios. Las ONG denuncian la situaci¨®n de ¡°abandono¡± y piden m¨¢s fondos
Desde hace seis meses, Hasina Mahfud Zadfi a?ade m¨¢s agua a sus guisos ¡°para que haya m¨¢s caldo¡±. As¨ª estira las raciones de comida para alimentar a su familia, ahora que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU ha reducido un 30% la canasta de productos b¨¢sicos que distribuye entre los refugiados saharauis en los campamentos de Tinduf. Los miles de familias que habitan esta tierra prestada por Argelia desde que huyeron del S¨¢hara Occidental en 1975, cuando Marruecos se anexion¨® la que hasta entonces hab¨ªa sido la provincia espa?ola n¨²mero 53, dependen casi exclusivamente de la ayuda internacional para subsistir. Su vida en este desierto, donde cultivar una hortaliza es una gesta, con condiciones clim¨¢ticas extremas y una cantidad ¨ªnfima de agua, no ha sido f¨¢cil en medio siglo de crisis. Pero la situaci¨®n ha empeorado en los ¨²ltimos seis meses y las reservas en los almacenes se agotan. De no recibir fondos adicionales, las organizaciones que trabajan en el lugar denuncian que las existencias disponibles en mayo solo garantizan sustento hasta junio.
¡°Comemos menos, estamos obligados¡±, se queja Mahfud, de 39 a?os y madre de una ni?a. Es d¨ªa de reparto en su barrio, el n¨²mero 3, de la daira de Agueinit, en la wilaya de Auserd, una de las cinco comunidades de nombre hom¨®nimo a las ciudades del S¨¢hara Occidental cuya soberan¨ªa reclaman. Un contenedor de barco es el punto de encuentro para recoger la comida; el cami¨®n que trae los sacos de arroz, lentejas, harina, az¨²car y gofio desde los almacenes del complejo administrativo de los campamentos descarga en torno a las ocho de la ma?ana y un equipo de voluntarias organiza las raciones asignadas a 50 familias que hoy acudir¨¢n a por la manutenci¨®n del mes. Dos horas despu¨¦s, el term¨®metro marca m¨¢s de 40 grados, y el objetivo es que la faena sea lo m¨¢s ¨¢gil y breve posible. Mahfud se carga a la espalda las bolsas y el sudor le brota por la frente.
De los 173.600 saharauis en los campamentos de Tinduf, casi el 90% padece inseguridad alimentaria o est¨¢ en riesgo de caer en ella
Al llegar a su vivienda de adobe, Mahfud se apresura a guardar los productos en unos bidones pl¨¢sticos en un peque?o almac¨¦n anejo. ¡°Tenemos ratones y no podemos permitirnos que nada se eche a perder¡±, aclara. Las cucarachas, hormigas y otros insectos pululan por las viviendas de los campamentos, que siguen siendo muy precarias pese a las mejoras que, poco a poco, sus moradores van realizando. ¡°Un kilo de az¨²car por persona, antes nos daban dos¡±, muestra. Hace meses que ya no le entregan aceite y en el anterior reparto de productos frescos, precisa, les procuraron medio kilo de zanahorias y dos huevos por persona para un mes. ¡°Es la mitad de lo que nos suministraban, es muy poco¡±.
Tambi¨¦n les han recortado la cantidad de jab¨®n y productos de limpieza, asegura la mujer. Y les dan menos metros de las telas para reparar la jaima (tienda de campa?a de los pueblos n¨®madas) que casi todo refugiado saharaui tiene instalada junto a su vivienda, un s¨ªmbolo de resistencia con el que lanzan el mensaje de que est¨¢n en tierra argelina de paso. ¡°Los tornados las estropean¡±, justifica Mahfud. Depende de la ayuda porque ni ella ni su marido tienen empleo estable, como el 60% de los refugiados, seg¨²n datos de la ONU, en la inf¨¦rtil e improductiva tierra de la hamada. A veces ejerce de dependienta y su esposo trabaja de alba?il, explica, mezclando el hassan¨ªa con el castellano que aprendi¨® de peque?a, durante los veranos que pas¨® en Catalu?a.
De los 173.600 saharauis que viven en los campamentos de Tinduf, hoy casi el 90% padece inseguridad alimentaria o est¨¢ en riesgo de caer en ella, seg¨²n el Plan de Respuesta (2024-2025) consesuado para esta emergencia humanitaria por un consorcio de 28 entidades de la ONU y ONG que trabajan en el lugar. El pasado marzo lanzaron una alerta por el empeoramiento de la salud y estado nutricional de la poblaci¨®n. Un deterioro que han registrado desde 2020, pero que se ha acelerado en los ¨²ltimos meses tras el recorte de las raciones por falta de fondos. ¡°Lo m¨¢s preocupante es la elevad¨ªsima tasa de anemia, que afecta a un 75% de las mujeres embarazadas y lactantes, y la desnutrici¨®n infantil, que padecen m¨¢s de la mitad de los menores de cinco a?os¡±, anota Pablo Traspas, responsable de M¨¦dicos del Mundo en los campamentos.
En 2023, 133.672 personas recibieron canastas de alimentos para sustentarse, seg¨²n el PMA. A mitad del a?o pasado se empezaron a recortar algunas raciones y se interrumpieron programas contra la desnutrici¨®n infantil por carencia de presupuesto. En noviembre, el organismo alert¨® de que reduc¨ªa la ayuda un 30% (25% menos de cebada, arroz y lentejas y un 37,5% menos de en harina de trigo fortificada). ¡°La cesta de alimentos secos es ahora de 11,17 kilos, casi el 70% de la cesta est¨¢ndar de 16,67 kilos. Esta escasez afectar¨¢ directamente la ingesta cal¨®rica de los beneficiarios, con impactos negativos a largo plazo¡±, advierte Abderezak Bouhaceine, del PMA en Argelia.
Para diciembre ya se dejaban notar los efectos: el 30% de los beneficiarios no lograba una nutrici¨®n ¡°aceptable¡± y solo uno de cada tres ni?os recib¨ªa la dieta m¨ªnima esencial para un crecimiento y desarrollo saludables, seg¨²n el informe anual del PMA. No es la primera vez que las organizaciones denuncian recortes, pero cada nueva reducci¨®n se suma a la anterior. La medida extrema de racionar una alimentaci¨®n que ya era insuficiente y muy pobre nutritivamente se ha agudizado desde que la covid-19 y la guerra en Ucrania desencadenaron el alza de los precios de productos de alimentaci¨®n en el mercado internacional, lo que provoc¨® que, sin un incremento de las donaciones, los actores humanitarios fueran incapaces de adquirir comida suficiente.
Antes de 2020, el PMA dedicaba 18,25 millones de euros al a?o para satisfacer las necesidades alimentarias m¨ªnimas de los refugiados m¨¢s vulnerables (el 77% del total). Ahora, dar de comer al mismo n¨²mero de personas le costar¨ªa 27,7 millones; unos fondos adicionales que no tiene. Pero adem¨¢s, la necesidad ha aumentado: hoy el 97,4% de los saharauis en los campamentos precisa ayuda.
Los donantes se olvidan de las crisis antiguas y con poca visibilidad en cuanto hay cualquier guerra o cat¨¢strofe natural. Somos la segunda v¨ªctimaBuhubeini Yahia, presidente de la Media Luna Roja Saharaui
¡°Los donantes se olvidan de las crisis antiguas y con poca visibilidad en cuanto hay cualquier guerra o cat¨¢strofe natural¡±, subraya Buhubeini Yahia, presidente de la Media Luna Roja Saharaui. ¡°Hay donantes estables, pero con la inflaci¨®n, no da. Somos la segunda v¨ªctima de las grandes crisis. No se habla de la tragedia humanitaria aqu¨ª¡±, se indigna, en medio de uno de los almacenes casi vac¨ªos en Rabuni, el complejo administrativo de los campamentos. ¡°El PMA no tiene nada aqu¨ª¡±, se?ala a los escasos montones de sacos. ¡°El stock de la Cruz Roja casi es inexistente desde hace tres meses. Lo que tenemos de la Media Luna Roja no cubre ni un mes¡±, advierte. Ya no queda aceite. ¡°Cero¡±, sentencia tajante. Tampoco hay casi harina, que representa el 50% de la canasta. ¡°Les dan un kilo menos de harina de soja al mes por persona en la familia; es un producto muy rico en hierro y sirve para combatir la desnutrici¨®n, pero es el m¨¢s caro¡±, precisa. Disponen de cebada, arroz y lentejas para distribuir hasta junio, nada m¨¢s.
El a?o pasado se evit¨® una cat¨¢strofe porque algunos donantes habituales, entre ellos Espa?a, realizaron aportaciones complementarias que amortiguaron el golpe de la inflaci¨®n. ¡°Este a?o no hay esas contribuciones adicionales de ECHO [oficiante de ayuda humanitaria de la UE] o la ONU. De Espa?a, s¨ª¡±, subraya Yahia. ¡°Hay un d¨¦ficit de siete millones para dar la misma canasta b¨¢sica de 2023, que ya estaba recortada¡±, apunta. ¡°El PMA est¨¢ comprando alimentos¡±, intenta tranquilizar, ¡°pero la situaci¨®n es alarmante¡±. Para atender las necesidades m¨¢s b¨¢sicas en 2024 y 2025, los organismos involucrados en la respuesta humanitaria calculan que hacen falta unos 200 millones de euros, de los que 92,2 se requieren para este a?o y apenas tienen asegurados el 31%.
Los fondos no llegan ni para mantener adecuadamente los veh¨ªculos para el transporte de agua. La flota de 28 camiones cisternas, que gestiona la Asociaci¨®n de Trabajadores y T¨¦cnicos sin Fronteras (ATTSF), ya no se renueva. ¡°No tenemos casi presupuesto para las labores de mantenimiento, compra de repuestos o combustible¡±, enfatiza Jaime Fern¨¢ndez, delegado de la ONG en los campamentos. ¡°Este a?o disponenos de 80.000 euros menos de Acnur y nos han comunicado que va a bajar m¨¢s. Ya no podremos siquiera realizar algunas reparaciones¡±, a?ade.
Mucho calor y poca agua
¡°Como dan menos comida, vamos justos¡±, reconoce Fatimetou Mohamed Salem, que vive con 13 personas: sus padres, hermanas, sobrinas y sus dos hijos. ¡°Cuando tenemos algo de dinero compramos pescado. Tambi¨¦n algo de pollo. Tenemos dos cabras, consumimos su leche, criamos y, cuando est¨¢n grandes, las vendemos¡±, explica. A ella le dan una ayuda de 2.500 dinares (17 euros) mensuales por un programa para reducir la anemia en embarazadas y lactantes, para que pueda adquirir productos frescos y nutritivos. ¡°Compro para toda la familia, no solo para m¨ª¡±, confiesa, mientras da el pecho a su beb¨¦ resguardada en la jaima familiar, donde se van cogregando los dem¨¢s en torno al hornillo del t¨¦.
¡°M¨¢s que comida, necesitamos aire acondicionado. No podemos soportar el calor¡±, dice Muniha Embarek Omar, de 19 a?os, sobrina de Fatimetou Mohamed, preocupada por las temperaturas que aguantan sus abuelos, Salek Mohamed Salem, de 82 a?os, y Ala Rabub Handy, de 70. Pero si no disponen de dinero para carne o pescado, mucho menos para cubrir los 300 euros que cuesta el aparato. Una de las t¨ªas es la ¨²nica que trabaja en la casa, limpiando las instalaciones de la administraci¨®n de la wilaya. Cada tres meses gana algo m¨¢s de 2.000 dinares (14 euros). ¡°Pero la carne cuesta 1.000 dinares el kilo. Antes, por eso, te daban dos kilos¡±, asegura Fatimetou Mohamed Salem.
La dependencia de la ayuda exterior es total. Y la escasez empuja a la poblaci¨®n a adoptar estrategias de supervivencia perniciosas como mermar las raciones de comida, vender su ganado, recortar el gasto sanitario o, como en el caso de Salem, compartir las ayudas que deber¨ªa destinar a s¨ª misma para evitar engrosar las estad¨ªsticas de an¨¦micas, y su beb¨¦, la de desnutridos.
Los refugiados saharauis viven con 17 litros de agua por persona al d¨ªa, una cantidad muy por debajo del m¨ªnimo que se recomienda en una emergencia, que es de entre 22 y 25 litros
Incluso si se aumentan las actividades de autosuficiencia, ¡°la ayuda internacional seguir¨¢ siendo indispensable¡±, anotan los autores del Plan de Respuesta 2024-2025. En Auserd, un invernadero abandonado y degradado, con los pl¨¢sticos hechos girones y la zona de plantaci¨®n cubierta de polvo, sin un solo brote verde, es la prueba de la dificultad de mantener los proyectos de horticultura de subsistencia en un ambiente cada vez m¨¢s caluroso, con sirocos m¨¢s frecuentes y recursos h¨ªdricos escasos.
El agua subterr¨¢nea es extra¨ªda de pozos excavados en la hamada y posteriormente desalinizada y mineralizada en Rabuni, desde donde se distribuye a las wilayas. El 60% se abastece por un sistema de tuber¨ªas recientemente instalado y el 40% todav¨ªa se suministra en camiones. De los dep¨®sitos en cada comunidad, se dispensa a cada hogar la cantidad que le corresponde: 17 litros de agua por persona al d¨ªa, muy por debajo de los 50-100 litros que recomienda la Organizaci¨®n Mundial de la Salud para cubrir las necesidades b¨¢sicas y evitar la mayor parte de los problemas de salud, y tambi¨¦n inferior al m¨ªnimo de 20-25 litros por persona al d¨ªa en situaci¨®n de emergencia.
La harina de trigo es el producto m¨¢s abundante y el que los saharauis utilizan para comerciar y obtener ingresos extra con los que comprar otros alimentos. Se lo venden a panader¨ªas, pizzer¨ªas o a otras familias para cebar animales. Pero lo que les pagan cada vez les da para menos por el alza de los precios de alimentos como el pollo, que ha duplicado su valor. ¡°No comemos carne ni pescado¡±, afirma Mahfud. La ¨²ltima vez que comi¨® pescado fue antes del Ramad¨¢n, cuando la caravana distribuy¨® una lata de at¨²n para cuatro personas. ¡°Como somos tres, nos dieron una porque ?c¨®mo vas a quitar un cuarto del contenido para repartirlo?¡±, comenta con iron¨ªa.
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