Una deslumbrante aventura art¨ªstica narra los nuevos imaginarios de la negritud y el mestizaje
¡®Black ancient futures¡¯ re¨²ne en el MAAT de Lisboa las obras de una decena de artistas visuales procedentes de pa¨ªses africanos o de las di¨¢sporas de Brasil, las Antillas y Europa
A veces, una deslumbrante aventura art¨ªstica se funda en la imposibilidad de concretar una idea anterior. As¨ª lo confiesa Jo?o Pinharanda (Mozambique, 1957), director del Museo de Arte, Arquitectura y Tecnolog¨ªa (MAAT) de Portugal, cuando evoca la semilla de la nueva exposici¨®n sobre las di¨¢sporas africanas llamada Black ancient futures (antiguos futuros negros). Bajo su gesti¨®n, quer¨ªan llevar a Lisboa la instalaci¨®n Chain reaction (reacci¨®n en cadena), del artista norteamericano Nick Cave (Missouri, 1959), que habla de la desesperaci¨®n de una comunidad, con la reproducci¨®n de la cabeza de George Floyd, asesinado por un agente en un acto de brutalidad policial en 2020, pero desistieron por los costes. Renunciar a los consagrados de la contestaci¨®n negra internacional les llev¨® a apostar por otra generaci¨®n de artistas¡ Y descubrir diferentes respuestas creativas a la actualidad que se proyecta, con la fluidez como sello del presente.
Comisariada por Camila Maissune y el propio Pinharanda, la colectiva Black ancient futures ¡ªque se inaugur¨® el 19 de septiembre en el MAAT de Lisboa¡ª se erige, pues, sobre las manifestaciones de una decena de artistas visuales procedentes de pa¨ªses africanos o de las di¨¢sporas de Brasil, las Antillas y Europa, que nacieron mayoritariamente en las d¨¦cadas de los ochenta y los noventa, y narran nuevos imaginarios de la negritud y la continuidad del mestizaje, a la sombra de las largas experiencias de emigraci¨®n, exilio o esclavitud de sus antepasados.
Entre todas las intersecciones subjetivas, creativas y sociales que confluyen en esta generaci¨®n, destaca la fluidez de g¨¦neros e identidades, entre las biograf¨ªas propias y las vivencias ancestrales. As¨ª, Jota Momba?a (Natal, Brasil, 1991), Jeannette Ehlers (Trinidad y Tobago, 1973), Evan Ifekoya (Nigeria, 1988), Sandra Mujinga (Goma, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, RDC, 1989), April Bey (Bahamas, 1987), Gabriel Massan (R¨ªo de Janeiro, Brasil, 1996), Baloji (Lubumbashi, RDC, 1978), Kiluanji Kia Henda (Angola, 1979), Nolan Oswald Dennis (Zambia, 1988), Tabita Rezaire (Par¨ªs, Francia, 1989) y Lungiswa Gqunta (Gqeberha, Sud¨¢frica, 1990) se expanden por las salas del remodelado edificio de la vieja central el¨¦ctrica, con menos discursos expl¨ªcitos y sin tantos bordes divisorios, en obras interdisciplinares, algunas destacadas en grandes exhibiciones mundiales, y otras creadas espec¨ªficamente para el espacio lisboeta.
Para la direcci¨®n de un gran espacio de arte contempor¨¢neo como el MAAT, ubicado en la confluencia originaria (geogr¨¢fica e hist¨®rica) de buena parte de las expediciones coloniales y que sostuvieron la industria del esclavismo, acercarse al colectivo afrodescendiente conlleva, adem¨¢s del debido reconocimiento, un cambio en la composici¨®n del p¨²blico del museo, como se?ala Pinharanda.
¡°La idea era no olvidar la herida hist¨®rica que siempre estuvo ah¨ª¡±, sostiene Maissune. Lo explica como una manera de acceder a parte del ¡°conocimiento y la espiritualidad¡± con los que ?frica puede contribuir a ¡°sanar¡± (no solo a trav¨¦s de mitolog¨ªas, sino tambi¨¦n con trabajos de ciencia ficci¨®n y afrofuturismo) y dejar de pensar en ese continente como ¡°exploradores¡±, o en t¨¦rminos de ¡°lo que falta¡±.
?Fuimos los mismos antes del Atl¨¢ntico?
El recorrido de la muestra ¡ªque estar¨¢ abierta al p¨²blico hasta el 17 de marzo de 2025¡ª puede empezar, justamente, con The welcome, parte de Resonant Frequences, una de las obras de Evan Ifekoya (una artista no binaria presente este a?o en la Bienal de Venecia), hablando del agua, espec¨ªficamente de la abundancia del oc¨¦ano Atl¨¢ntico, con toda la riqueza y bienestar que este recurso aporta y, parad¨®jicamente, con las sombras simb¨®licas de quienes fueron forzados a cruzarlo, por la ambici¨®n sin escr¨²pulos de otros. ¡°?Qui¨¦nes ¨¦ramos antes de esta ruptura?¡±, se pregunta.
Frente a una de sus instalaciones en esta exposici¨®n, hecha de un gran recipiente octogonal que contiene agua (nada menos que ¡°la limpieza y el dejar ir¡±), Ifekoya dice ¡°mirar atr¨¢s para pensar el futuro¡±. En esta obra, ha dibujado el espacio sobre los patrones geom¨¦tricos de la naturaleza y la sabidur¨ªa de sus antepasados, en ambientes que pueden aludir a rituales yoruba, por ejemplo, pero que tambi¨¦n hablan de ¡°la proyecci¨®n o aquello en lo que podr¨ªamos llegar a convertirnos¡±. La autora Octavia Butler resuena entre las voces que le ayudan a imaginar otros mundos.
Acercarse al colectivo afrodescendiente conlleva, adem¨¢s del debido reconocimiento, un cambio en la composici¨®n del p¨²blico del museo¡±Jo?o Pinharanda, director del MAAT Lisboa
Hay tambi¨¦n fluidez, en este caso, entre el juego y la reflexi¨®n pol¨ªtica, en Gabriel Massan, otro artista queer que pone a prueba al espectador adulto en una sala en la que hay que descalzarse para vivir dentro de una fantas¨ªa multimedia de esculturas de peluche ¡ªllenos de ojos, esporas o heridas¡ª y dispositivos para jugar en remoto, pero que se toma muy en serio la desigualdad en Am¨¦rica Latina y la responsabilidad que cada persona debe asumir en las decisiones acerca de su h¨¢bitat. Las pantallas de Third world: the bottom dimension, creadas por un equipo de programaci¨®n mayoritariamente brasile?o, reproducen r¨ªos digitales, con cascadas por donde todo se desliza, dentro de un mundo que a ratos es lila, y a ratos, tierra devastada.
En cada capa del juego interactivo ¡ªun encargo de la Serpentine Gallery de Londres¡ª las dificultades pueden acrecentarse, como sucede con los niveles de toxicidad (prejuicio y violencia) de los predadores cotidianos, mientras eres ¡°consciente de que est¨¢s siendo observado¡±, en palabras de Massan, que cita como inspiraci¨®n la perspectiva feminista, negra y anticolonial de la fil¨®fosa Denise Ferreira Da Silva.
La noci¨®n de continuidad entre la tierra y el propio cuerpo tambi¨¦n est¨¢ presente en Seu Sangue ? Terra que Ningu¨¦m Pisa de Jota Momba?a, una creadora trans brasile?a que ha registrado sus enterramientos como rituales po¨¦ticos que le permiten ¡°volver a casa¡±, tras la emigraci¨®n: ¡°Estamos hechos de los mismos materiales¡± del suelo, explica. Momba?a manifiesta: ¡°Europa se vuelve cada vez m¨¢s dura con los inmigrantes, pero tambi¨¦n nuestros territorios de origen practican esa violencia colonial¡±; de ah¨ª que ella procurara ¡°imaginar una forma de retorno que no fuera a un Estado naci¨®n, sino m¨¢s bien volver a la tierra y tratar de relacionarse con ella¡±.
En su pieza de videoarte, encuentra algo nutricio en el hecho de enterrarse, a la vez que denuncia las expulsiones de los pueblos originarios y detalla sus exploraciones de diferentes continuidades que trascienden lo mundano y lo humano, porque ¡°la tierra no me preguntar¨¢ cu¨¢l es mi g¨¦nero¡±, zanja.
Pol¨ªticas del pelo y alambre de p¨²as
La continuidad de los cuerpos tambi¨¦n se hace patente en el trabajo de Sandra Mujinga, en su serie And my body carried all of you, con esculturas hechas de grandes carcasas de metal y textil, que podr¨ªan ser esqueletos y piel desgarrada de algo que quiz¨¢ respire. Un concepto presente tambi¨¦n en las reflexiones acerca de la herencia en los rasgos f¨ªsicos y las pol¨ªticas sobre el pelo afro, seg¨²n Jeannete Ehlers. Esta artista afropea propone una obra dentro de MAAT Central y una perfomance en vivo, We¡¯re magic, we¡¯re real, en los muros exteriores del museo, con la coreograf¨ªa de tres personas unidas (o atrapadas) por sus trenzas al mism¨ªsimo edificio, que destacan el cruce del linaje con las nuevas identidades y demandas.
¡°Otras maneras de aprender de los ancestros¡± y de ir ¡°con ellos¡± est¨¢n plasmadas en la imponente instalaci¨®n Sleep in Witness, de Lingiswa Gqunta, en la que destaca la fluidez entre lo on¨ªrico y la vigilia, ya que ella es un ¡°testigo durmiente¡± de un sue?o en el que vivos y muertos ocupan el mismo tiempo y espacio. Mesetas de arcilla sobre las que se levantan, como olas azules, metros de alambres de espino enroscados y forrados, pero que no dejan de ser filosos, como los de las c¨¢rceles, las fronteras o los cercos de los barrios temerosos de sus vecinos.
Europa se vuelve cada vez m¨¢s dura con los inmigrantes, pero tambi¨¦n nuestros territorios de origen practican esa violencia colonia¡±Jota Momba?a, creadora trans brasile?a
Sin embargo, aqu¨ª y all¨¢ hay objetos tranquilizadores como unas piedras cristalinas (recuerdan a alg¨²n relato de Ursula K. Le Guin) o las viejas fotos familiares en una playa sudafricana, cuyo contexto sociopol¨ªtico no se intuye en la alegr¨ªa de los retratados junto al oc¨¦ano. Los antepasados de los sue?os quiz¨¢ compartan ese deseo de que ¡°nuestros sistemas del saber¡± existan m¨¢s all¨¢ de las galer¨ªas y los espacios acad¨¦micos institucionales, de los que habla Gqunta. ¡°Tengo una historia oral y unas referencias hechas de historias y canciones que son tan importantes como citar a alguien¡±, seg¨²n un ¡°m¨¦todo europeo occidental de producci¨®n de conocimiento¡±, indica la artista.
Por ¨²ltimo, probablemente lo m¨¢s disfrutable y reflexivo a la vez de la gran exposici¨®n resultan las piezas audiovisuales del multifac¨¦tico artista congole?o Baloji. ?l habla del amor y sus espejismos en Altar/Peu de chagrin (Altar/ un poco de pena), pero tambi¨¦n de las ansiedades contempor¨¢neas ligadas a la tecnolog¨ªa digital, mientras traza un sarc¨¢stico retrato de los protagonistas de las desigualdades neocoloniales en el continente, en Bleu de Nuit (azul de noche).
Personajes zancudos y m¨¢scaras tradicionales emergen entre coronas de flores, hojas de plataneros y omnipresentes envases pl¨¢sticos llegados del Norte: todo se aprovecha en el estilismo de sus piezas audiovisuales de un modo absolutamente cautivante e innovador. El artista congole?o nos invita a bailar con muy buena m¨²sica ¡ªtambi¨¦n compuesta por ¨¦l¡ª en un universo de afrofantas¨ªa conceptual, a la vez glamurosa y realista, con el paisaje de fondo de cualquier calle de tierra y sembrada de basuras de Kinshasa.
En fin, nuevas generaciones de artistas maquetan puentes entre mitolog¨ªa y ecolog¨ªa, saber positivista y espiritualidad ancestral, arte tradicional y narrativas futuristas, con vistas al desconocido continente contempor¨¢neo que es, en realidad, ?frica. Contra los prejuicios.
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