¡®Afropeidad¡¯: el heterog¨¦neo movimiento negro reclama su lugar en Europa
Los j¨®venes afrodescendientes, cuyos antepasados no llegaron en los mismos barcos, ni al mismo puerto, ni en la misma ¨¦poca, se expresan para formar parte de la cultura contempor¨¢nea del continente
¡°Dejar de trasladar el esp¨ªritu de la esclavitud al presente¡±, tal es la reivindicaci¨®n del periodista Abuy Nfubea, autor de Afrofeminismo. 50 a?os de lucha y activismo de mujeres negras en Espa?a (1968-2018), pronunci¨¢ndose con contundencia en el documental Gurumb¨¦, Canciones de tu memoria negra (2016) de Miguel ?ngel Rosales, sobre el legado cultural negro en Espa?a. ?Qu¨¦ lazos hay entre la herencia de aquel mestizaje y este presente de afropeos, europeos y descendientes de africanos, con unas preguntas renovadas sobre la negritud? Esta es la cuesti¨®n para la que se formulan indicios de respuestas y acercamientos originales por parte de una poblaci¨®n afro europea joven.
Para el registro f¨ªlmico sobre las ra¨ªces africanas del flamenco, lo que Rosales recoge son los testimonios de historiadores y etnomusic¨®logos que aseguran que Espa?a y Portugal ¨Co Sevilla y Lisboa¨C fueron los primeros territorios europeos con fuerte presencia de poblaci¨®n afrodescendiente estable durante los siglos XV y XVI. Ya en el XVII, el 5% de la poblaci¨®n de Espa?a era negra o mestiza, seg¨²n el antrop¨®logo Isidoro Moreno.
¡°La presencia de los afrodescendientes en Europa se suele escribir principalmente bajo el prisma del esclavismo y la colonizaci¨®n, ocultando una historia mucho m¨¢s antigua¡±Olivette Otele, catedr¨¢tica de origen camerun¨¦s en la Universidad de Bristol (Reino Unido)
Hay quienes, sin embargo, hablan de una Europa negra muy anterior, que se remonta incluso al Imperio Romano. Entre estos historiadores est¨¢ Olivette Otele, catedr¨¢tica de origen camerun¨¦s que ense?a en la Universidad de Bristol (Reino Unido), y que tambi¨¦n reclama que hay que despegar lo afro del pasado esclavista: ¡°La presencia de los afrodescendientes en Europa se suele escribir principalmente bajo el prisma del esclavismo y la colonizaci¨®n, ocultando una historia mucho m¨¢s antigua. De ah¨ª que durante siglos se les haya designado pura y simplemente con el t¨¦rmino de ¡®africanos¡¯, omitiendo as¨ª su conexi¨®n con Europa y deneg¨¢ndoles la posibilidad de que reivindiquen su identidad europea¡±. La cita cierra, precisamente, un libro llamado Afropean. Notas sobre la Europa negra (Capit¨¢n Swing), del periodista ingl¨¦s Johny Pitts, publicado recientemente en castellano.
El concepto de afropeidad al que se refiere Pitts (Sheffield, Reino Unido, 1987) nace de un deseo personal por indagar en aquello que pueden compartir los millones de ciudadanos europeos negros que, a diferencia de los afroamericanos, no tienen el pasado com¨²n de unos ancestros llegados, a la fuerza, en un mismo barco esclavista que cruz¨® el Atl¨¢ntico una y otra vez. En su recorrido por algunas ciudades de Europa, el creador del diario digital Afropean llega a la conclusi¨®n de que el paternalismo colonial y el racismo estructural son dos nociones que se discernieren con claridad en algunos acontecimientos mayores de la historia contempor¨¢nea del continente, y gracias a los relatos que hemos formado. Sin ir m¨¢s lejos, Pitts narra el fin de la Segunda Guerra Mundial, a la luz de las experiencias del escritor antillano Frantz Fanon y de otros ciudadanos de las colonias francesas que lucharon en el frente por la liberaci¨®n de Francia, pero que se sintieron discriminados en las celebraciones junto a las poblaciones locales (por ejemplo, cuando las mujeres blancas prefer¨ªan bailar con los prisioneros fascistas italianos antes que con los soldados negros) y que ni siquiera pudieron dejarse ver por Par¨ªs el D¨ªa de la Victoria.
Aquellos batallones franceses, poblados de gente reclutada en las colonias o en los territorios de ultramar, fueron objeto, en palabras de Pitts, de un indisimulado ¡°blanqueamiento¡± a la hora de los festejos: ¡°En un documento confidencial enviado al general De Gaulle, datado el 28 de enero de 1944, Walter Bedell Smith ¨Cjefe de gabinete de Eisenhower¨C escribi¨®: ¡®Ser¨ªa muy deseable que la divisi¨®n mencionada est¨¦ integrada por personal de raza blanca¡¯¡±. Esto lo recoge el autor ¨Cen la estela de The european tribe (La tribu europea, 1987) de Caryl Phillips¨C desde la incredulidad de un brit¨¢nico nacido de padre afroamericano y madre inglesa que repasa, con sensibilidad europea y rasgos afro, las verg¨¹enzas del pasado propio, poblados de iconos del entretenimiento y la propaganda colonial. Como el personaje de Tint¨ªn, el explorador del Congo, cuyo perro Mil¨² da ¨®rdenes a los congole?os en un c¨®mic de los a?os treinta.
La ventaja de conocer al otro
El escritor brit¨¢nico sue?a con que en Europa se comprenda aquello que el activista norteamericano James Baldwin intentaba en su propio pa¨ªs: ¡°No hab¨ªa esperanza para el sue?o americano, a menos de que en ¨¦l estuvieran incluidos, en efecto, todos los americanos¡±, se lee en Afropean. El propio Baldwin escribi¨® a sus compatriotas blancos con af¨¢n de construir una naci¨®n com¨²n: ¡°Vosotros no ten¨ªais que mirarme nunca. Yo ten¨ªa que miraros a vosotros. Yo s¨¦ m¨¢s de vosotros que lo que vosotros sab¨¦is de m¨ª. No podemos cambiar todas las cosas a las que nos enfrentamos, pero no podemos cambiar nada de aquello a lo que no nos enfrentemos¡±.
Vivir en una ¡°mentira edulcorada¡±, como la menciona Pitts, nunca fue la opci¨®n. Tampoco en Espa?a, donde negar lo negro equivale a eludir la responsabilidad en la trata de personas, que durante siglos fue una industria demasiado rentable, seg¨²n se recoge en el documental Gurumb¨¦.
Hoy el pigmento puede convertirse en moda, otro producto m¨¢s para la sociedad de consumo de experiencias y cuerpos
En efecto, m¨¢s all¨¢ de las m¨²ltiples diferencias que se dan entre las comunidades negras de diferentes pa¨ªses y ciudades europeas (y aunque la discriminaci¨®n del siglo XX no qued¨® atr¨¢s), hoy se constata que el pigmento puede convertirse en moda, otro producto m¨¢s para la sociedad de consumo de experiencias y cuerpos. Esto lo relata Pitts en el caso de las sociedades escandinavas ricas, donde ser un joven racializado vestido alla italiana puede estar bien visto en ciertos ambientes laborales cool de las grandes ciudades. Sin lugar a dudas, la publicidad se ha poblado de nuevas tendencias en materia de diversidad, que tambi¨¦n se monetarizan y calan en nuestra vida cotidiana. De estas cosas suele hablar, con mucho humor, el comediante e influencer espa?ol Lamine Thior, quien lamenta que alguna chica se le acerque en una discoteca a decirle cu¨¢nto la erotizan ¡°los africanos¡± o que esta sea la segunda frase de un intercambio en Twitter.
Sobre la representaci¨®n de los cuerpos, el artista Rom¨¦o Mivekannin (Benin, 1984) cre¨® una serie llamada Las almas del pueblo negro, dedicada a los seres invisibilizados en la historia del arte y de la cual dimos cuenta en este espacio. Con su trabajo interviene las grandes obras de arte europeas, incluida Las Meninas de Vel¨¢zquez, colocando su propio rostro en el centro de la escena. En esas piezas homenajea a los esclavos que ayudaban a aquellos artistas, como Juan de Pareja?(1610-1670), un afrodescendiente nacido en Antequera que asisti¨® a Vel¨¢zquez y que practicaba la pintura en secreto.
Negritud en el siglo XXI
En el siglo XXI, con estas nuevas voces procurando establecer una agenda actualizada para pensar la negritud, por fin llegan tambi¨¦n los espa?oles y espa?olas que buscan dirimir qu¨¦ es lo pol¨ªtico, pero deslind¨¢ndolo de lo folcl¨®rico o lo maquillado (Pitts menciona en su libro, por ejemplo, los tours parisinos en los que se habla acerca de la abuela esclava de Alejandro Dumas, Marie-Cessette, ¡°emancipada por su belleza f¨ªsica¡±). En este sentido, el p¨®dcast No hay negros en el T¨ªbet, conducido por el rapero Frank T, la actriz Asaari Bibang y Lamine Thior, resulta una entretenida aproximaci¨®n a las m¨²ltiples aristas que podr¨ªan definir el movimiento negro actual en Espa?a. En cada cap¨ªtulo van destapando las trampas en las que los propios afrodescendientes caen cuando miran desde la perspectiva exclusiva del poder blanco. Tres espa?oles de diferentes or¨ªgenes (Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Guinea Ecuatorial y Senegal) abordan con humor sus traumas (como el disgusto que una bolsa de Conguitos causa en Frank T), aprendizajes y alegr¨ªas a lo largo de estas ¨²ltimas d¨¦cadas en distintas ciudades de la pen¨ªnsula ib¨¦rica.
Espacios como Conciencia afro, Black Barcelona Encuentro o la librer¨ªa especializada United Minds, en Valencia (cofundada por Deborah Ekoka). Creadores como el fot¨®grafo Rub¨¦n H. Berm¨²dez o los escritores Moha Gerehou y Luc¨ªa Asu¨¦ Mbom¨ªo Rubio, as¨ª como el actor Thimbo Samb y los raperos Ergo Pro, Afrojuice, Delarue, Nickzzy o Lil Viic (Blokecon) ¨Cestos dos ¨²ltimos de origen dominicano¨C. Todos ellos desbrozan estos caminos posibles, en un campo que apenas comienza a ser explorado en Espa?a (aunque algunos de sus v¨ªdeos tienen millones de visualizaciones).
Desde la indagaci¨®n m¨¢s acad¨¦mica, la periodista Tania Adam ha lanzado recientemente una convocatoria a contribuciones para Espa?a Negra, una investigaci¨®n propuesta desde?Di¨¢spora LAB?de Radio Africa Magazine ¡°en un momento de despertar de la negritud espa?ola, en el que impera la necesidad de incorporar nuevas historias y discursos en la esfera p¨²blica¡±. En su web aclaran que el t¨ªtulo Espa?a Negra es una provocaci¨®n que toma como referencia el libro Espa?a Pagana, que el afroamericano Richard Wright public¨® en los a?os cincuenta. Los investigadores se proponen, hasta 2024, rastrear experiencias y archivos que conformar¨¢n un renovado corpus que abarcar¨¢ el legado afroespa?ol, el v¨ªnculo caribe?o y las migraciones contempor¨¢neas.
Entretanto, en medios y redes siguen sucedi¨¦ndose pol¨¦micas sobre el derecho de gente como el rapero Morad a considerarse barcelon¨¦s (de Hospitalet de Llobregat) y, al mismo tiempo, marroqu¨ª. A prop¨®sito, en el libro Afropean se cita al ¨ªdolo futbol¨ªstico Zinedine Zidane: ¡°Pienso todos los d¨ªas en los sitios de los que provengo y sigo estando muy orgulloso de todas mis identidades: primero, cabile?o del barrio de La Castellane; despu¨¦s, argelino de Marsella y, por fin, franc¨¦s¡±. En todo caso, son pol¨¦micas que a poco de andar se revelan infructuosas, a la luz de lo aprendido con pensadores como Amin Maalouf (Identidades asesinas) acerca de la trampa de las identidades.
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