Masacre en Melilla: la peligrosa decisi¨®n de socialistas y populares
Tras los sucesos del 24J, el mensaje que ha recibido la sociedad espa?ola es doble: por un lado, la frontera es un territorio de impunidad; por el otro, los muertos negros son menos muertos
La defensa m¨¢s dif¨ªcil del Estado de derecho se produce en sus m¨¢rgenes. Una democracia demuestra su verdadera solidez cuando es capaz de garantizar los derechos y libertades de quienes no pueden defenderlos por s¨ª mismos. Por eso resulta alarmante el modo en que los grupos parlamentarios del PSOE y del Partido Popular, entre otros, han decidido tratar los graves sucesos que se produjeron en Melilla el pasado 24 de junio. En pleno ocaso de las democracias liberales (Applebaum), los partidos espa?oles de gobierno caminan en una peligros¨ªsima direcci¨®n.
Las denuncias de lo que ocurri¨® en Melilla son conocidas y no provienen de una oscura ONG antisistema. En octubre de este a?o, la Defensor¨ªa del Pueblo emiti¨® un informe en el que cuestionaba la versi¨®n del Ministerio del Interior y se?alaba la posible violaci¨®n de derechos fundamentales, como el del asilo y refugio. Organizaciones de derechos humanos y medios de comunicaci¨®n nacionales e internacionales confirman estas denuncias, que incluyen cerca de medio millar de devoluciones en caliente, la intervenci¨®n de la polic¨ªa marroqu¨ª en suelo espa?ol, la ocultaci¨®n de pruebas y, lo m¨¢s importante de todo, una respuesta cruel e incompetente que dej¨® a los migrantes atrapados en una ratonera. 23 seres humanos murieron oficialmente por asfixia o aplastamiento, pero la cifra real probablemente sea m¨¢s alta.
Frente a esta acumulaci¨®n de pruebas, la respuesta de Interior ha sido mentir primero, y manipular y arrastrar los pies despu¨¦s, como sugiere la contundente respuesta del Defensor del Pueblo a aspectos claves de la informaci¨®n proporcionada por la Secretar¨ªa de Estado de Seguridad: la coordinaci¨®n con Marruecos, el riesgo para los migrantes o las ¡°entregas expeditivas¡± de potenciales solicitantes de asilo. Incluso han logrado poner de acuerdo a conservadores y anticapitalistas en la Comisi¨®n de Interior del Parlamento Europeo, que ha pedido una investigaci¨®n independiente sobre el asunto.
En cualquier democracia que valga ese nombre, el ministro del Interior estar¨ªa ya en la calle y a la b¨²squeda de un buen consejo en el que envejecer.
No en la democracia espa?ola, lamentablemente. Porque Fernando Grande-Marlaska ha sido blindado, hasta ahora, por su Gobierno y por su partido. Cuando, en un primer momento, Pedro S¨¢nchez declar¨® que el asunto de Melilla hab¨ªa estado ¡°bien resuelto¡±, el presidente no comet¨ªa un desliz, sino que marcaba una estrategia. El pen¨²ltimo movimiento del PSOE ha sido bloquear en el Congreso una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre este asunto. Antes se hab¨ªan cuidado de dejar el protagonismo de la delegaci¨®n parlamentaria que se desplaz¨® a Melilla en manos de Bildu, ERC y el PCE, para disgusto del Savater y quienes anteponen ¨¢rbol a bosque.
Me cuesta pensar que haya muchos militantes y cuadros socialistas que se sientan c¨®modos con este juego, por no hablar de sus votantes.
El pen¨²ltimo movimiento del PSOE ha sido bloquear en el Congreso una comisi¨®n de investigaci¨®n
El Partido Popular y Ciudadanos no son muy diferentes. Su prop¨®sito no es proteger a Marlaska, sino todo lo contrario. Pero el camino que han elegido para ello es parad¨®jicamente similar al del PSOE: alejar la atenci¨®n de la frontera y de sus v¨ªctimas, y diluir este asunto en el lodazal en el que se ha convertido el pleno del Congreso. Solo Vox demuestra estar a la altura de su propia ret¨®rica nauseabunda.
El mensaje que ha recibido la sociedad espa?ola es doble. Por un lado, la frontera es un territorio de impunidad; por otro, los muertos negros son menos muertos. Lo que nos devuelve a las tesis de Applebaum, de Snyder y de tantos otros que alertan sobre nuestro problema existencial: los movimientos nacionalpopulistas no est¨¢n conquistando el mundo a base de ganar elecciones, sino a base de contaminar a los partidos que lo hacen, desplazando con ello las l¨ªneas rojas. Lo que antes era inaceptable para socialdem¨®cratas, liberales y dem¨®crata-cristianos ¡ªcomo rechazar a palos y gases a quienes huyen de la guerra¡ª hoy forma parte de la caja de herramientas de muchos gobiernos europeos. Pero, como en aquel poema tan manoseado del pastor Niem?ller, si hoy son ellos, ma?ana podr¨ªamos ser nosotros. Y entonces ser¨¢ tarde para lamentarlo.
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