Los largos tent¨¢culos del Apartheid
La escritora mozambique?a L¨ªia Mompl¨¦ desgrana en su novela ¡®Neighbours¡¯ la acidez de los sistemas racistas y el miedo de quienes los imponen
Mujeres que est¨¢n solas, aunque se encuentren rodeadas de muchas personas. Vulnerables. Mujeres que fueron hermosas y que los a?os, el sufrimiento y el desamor ha ido deteriorando. Luchan por mantenerse en pie, sue?an con escapar de la jaula en la que viven. Resilientes, que quieren romper tradiciones. Mujeres que se aferran a ellas mismas, que luchan por sus familias, que toman decisiones y cambian el curso de sus historias.
Es una constelaci¨®n de mujeres la que satura las p¨¢ginas de Neighbours, la novela de la mozambique?a L¨ªlia Mompl¨¦ que acaba de ser publicada por Libros de las Malas Compa?¨ªas dentro de su Colecci¨®n Libros del Baobab, que traduce literaturas africanas al castellano.
Pero tambi¨¦n de hombres. Hombres que abandonan a sus familias. De mirada lasciva. Cargados de celos. Que maltratan, que odian, que empu?an armas. Hombres que, por miedo, deciden el destino de otros seres humanos. Pero tambi¨¦n de hombres que aman, que comparten el esfuerzo de sus mujeres, que se sacrifican para modificar la miseria que les rodea, que se entusiasman con los peque?os cambios que logran, que huyen de la violencia. Pero estos hombres siempre se convierten en v¨ªctimas. Nunca consiguen que sus sue?os y sus peque?as revoluciones triunfen frente al poder de la violencia.
No hubo ninguna colonizaci¨®n buena. Todas causaron dolor, sufrimiento, humillaci¨®n, muerte y rapi?a
El miedo y el odio crearon el Apartheid. Un t¨¦rmino que nos remite a Sud¨¢frica, pero que, sin embargo, como muestra Mompl¨¦, traspasaba fronteras. Los tent¨¢culos del supremacismo blanco no consent¨ªan que en pa¨ªses vecinos, como Mozambique, decidieran su propia forma de gobierno. Por eso los saboteaban. Este es el punto de partida de Neighbours, donde racismo, odio, miedo y colonizaci¨®n se entre trenzan para generar un halo de misterio que roza el g¨¦nero de la novela negra.
No hubo ninguna colonizaci¨®n buena. Todas causaron dolor, sufrimiento, humillaci¨®n, muerte y rapi?a. La portuguesa en Mozambique tambi¨¦n. Y la guerra de liberaci¨®n fue una consecuencia l¨®gica ante la terquedad de la metr¨®polis para no conceder la independencia. Los colonos no quer¨ªan renunciar a sus privilegios. En ella, como en todas las guerras, ambos bandos cometieron todo tipo de atrocidades contra la poblaci¨®n civil, que es quien m¨¢s pierde siempre.
Las diferentes historias que tejen la urdimbre de esta obra confluyen en una larga noche de mayo sin luna. Cada hogar tiene sus propios afanes. En el de Narguiss se a¨²nan la ausencia del esposo y padre que no va a celebrar la fiesta del Aid con su familia, el tormento por unas hijas que no ¡°pillan marido¡±, y la excitaci¨®n de la prima por su pronta partida hacia Portugal. En el de Leia, Junu¨¢rio y su peque?a hija Iris, se respira la satisfacci¨®n por haber, por fin, conseguido alquilar un apartamento que es una exhibici¨®n de su miseria. En el de Mena se transpira el miedo que provocan los hombres que conspiran junto a su marido, Dupont. Los ya conocidos de reuniones anteriores y los que van a llegar desde Sud¨¢frica. Entre ellos un ¡°sudafricano de verdad¡±, el ¨²nico personaje del que no conocemos el nombre y que se traga su asco por compartir unas horas con negros y mestizos porque no tiene otra salida si quiere cumplir con su misi¨®n.
Mompl¨¦ sabe de lo que habla. Ha vivido mucho de lo que narra en su novela. La colonizaci¨®n portuguesa, el racismo por ser negra, la lucha por la independencia o las esperanzas y desilusiones tras conseguirla. Fue una de las primeras mujeres mozambique?as en cursar educaci¨®n secundaria. Para ello tuvo que abandonar su provincia natal, donde no exist¨ªa un solo instituto, y trasladarse a Louren?o Marques (la actual Maputo). All¨ª, no le dejaban hablar la lengua en la que su abuela le contaba los cuentos, como confiesa en una entrevista publicada por Afribuku. Y supo integrar todo eso para convertirse en una de las escritoras pioneras de su pa¨ªs. Ahora, a sus 87 a?os, se encuentra inmersa en la terminaci¨®n de una nueva novela, Os fantoches de A?o (Los fantoches de acero).
Al ver la maravillosa portada del libro en la que se plasma un cuadro del pintor mozambique?o Malangatana, surge la pregunta de por qu¨¦ el t¨ªtulo est¨¢ en ingl¨¦s. La autora lo explica antes de adentrarse en la historia. Para saberlo, hay que leerlo.
A pesar de su complejidad, Neighbours es una obra f¨¢cil de leer, que emociona y provoca rabia. Que mantiene al lector enganchado hasta la ¨²ltima frase. Que destripa las injusticias del orden colonial, de la guerra, de los sistemas injustos, de los que se arrogan el privilegio de decidir sobre la vida de los dem¨¢s en aras de sus perjuicios y temores. Un libro fascinante que no puede pasar desapercibido y que cuenta con una impoluta traducci¨®n de Alejandro de los Santos que facilita el poder sumergirse en ella.
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