Las ¡®yayes daara¡¯, las madres senegalesas que amparan a los ni?os ¡®talib¨¦s¡¯ de las escuelas cor¨¢nicas
En este pa¨ªs africano hay madres de familia que se hacen cargo de manera espont¨¢nea de un peque?o sin familia cercana ni recursos, tejiendo un v¨ªnculo que dura toda la vida. Es un acto de generosidad que salva vidas y merece la atenci¨®n de investigadores y activistas
En Senegal se las llama yayes daara, que en idioma wolof significa las madres de las escuelas cor¨¢nicas, aunque son mujeres que no tienen ning¨²n tipo de funci¨®n religiosa. Las daaras son peque?as instituciones educativas donde cientos de miles de ni?os estudian el Cor¨¢n en Senegal. En estos centros los peque?os viven hacinados, sin unas m¨ªnimas condiciones de higiene y en medio de una gran pobreza, lo que les obliga a la mendicidad. Estos ni?os, llamados talib¨¦s, encuentran un gran apoyo en las yayes daara, un contrapunto especial dentro del marasmo del desamparo en que se encuentran.
En las grandes ciudades de Senegal, la gente con pocas posibilidades econ¨®micas vive en la casa familiar, en donde suelen habitar una media de 10 personas. Esta casa suele estar dirigida por una mujer de mediana edad que es la que organiza todo el funcionamiento y gestiona los recursos. Se les suele denominar con el apelativo tomado del franc¨¦s m¨¨re (madre) y son estas mujeres las que toman a su cargo a un ni?o talib¨¦ o a varios. El peque?o sigue viviendo en la daara con su marab¨² o tutor religioso y una veintena de talib¨¦s, pero la yaye daara se termina comprometiendo con el ni?o que va mendigando por la calle y ha tocado a su puerta m¨¢s de una vez. El peque?o tendr¨¢ su porci¨®n de comida diaria asegurada y la mujer le buscar¨¢ ropa y se las arreglar¨¢ para que sea atendido cuando est¨¢ enfermo. Espont¨¢neamente, este fen¨®meno ha proliferado en todas las grandes ciudades y pr¨¢cticamente los 250 ni?os que recibimos en nuestro centro de d¨ªa de atenci¨®n a talib¨¦s El Reino de los Ni?os, proyecto de la asociaci¨®n Ni?os de la Lata, tienen su yaye daara.
Nuestro educador, Pape Diop, me recuerda que en su infancia ¨¦l ten¨ªa que compartir con otros cinco peque?os lo poco que ten¨ªan, ya que su madre hac¨ªa de yaye daara. Cuando pusimos en marcha nuestro centro hace cinco a?os, ten¨ªamos alojado a un ni?o de unos 12 a?os que sufr¨ªa grandes dolores de cabeza. Apareci¨® una mujer en la puerta de la oficina y hablaba con las monitoras de nuestro proyecto en wolof, que yo entonces no entend¨ªa en absoluto. A los pocos minutos, la mujer acompa?ada de su hijo biol¨®gico, estaba sentada en la oficina llorando desconsoladamente. Era la yaye daara del ni?o convaleciente, desolada por las dolencias que aquejaban al ni?o.
Mientras otros pueblos enarbolan victorias b¨¦licas u otras gestas ¨¦picas para ensalzar su ego nacional, el pueblo senegal¨¦s se enorgullece de ser el pa¨ªs de la teranga, palabra wolof que significa ¡°hospitalidad¡±
Ibrahima, antiguo talib¨¦ y hoy monitor del centro de acogida de ni?os, sigue en contacto con Aby, su yaye daara. La visita cada domingo y la mujer es un referente para ¨¦l y los otros chicos a los que tambi¨¦n ampar¨® cuando llegaron a Dakar siendo a¨²n muy peque?os, desde sus pueblos de origen del interior de Senegal.
En las casas de las yaye daara los chicos no solo encuentran alimento, ropa o atenci¨®n sanitaria, sino tambi¨¦n un lugar donde divertirse. En Senegal la pasi¨®n por el f¨²tbol se comparte con la de la lucha tradicional, acontecimiento de obligado seguimiento por la gran mayor¨ªa de ciudadanos. Cuando les preguntamos a los beneficiarios de nuestro proyecto d¨®nde ver¨¢n la competici¨®n, contestan mayoritariamente que en casa de su yaye daara. Con estos ejemplos, pretendo ilustrar que estas mujeres no hacen un acto de caridad puntual. En este fen¨®meno tan extendido hoy en las grandes ciudades de Senegal, la yaye daara crea un v¨ªnculo con el ni?o para los cuidados pr¨¢cticos, pero tambi¨¦n para los emocionales, llegando a una relaci¨®n de tintes filiales.
Mientras otros pueblos enarbolan victorias b¨¦licas u otras gestas ¨¦picas para ensalzar su identidad nacional, el pueblo senegal¨¦s se enorgullece de ser el pa¨ªs de la teranga, palabra wolof que traducir¨ªamos por ¡°hospitalidad¡±. El antrop¨®logo e historiador senegal¨¦s Abdourahmane Seck la define como ¡°el intento de construcci¨®n pol¨ªtica de un v¨ªnculo que nos supera, que es m¨¢s fuerte que nosotros¡±. ¡°Todo hombre de este planeta tiene la obligaci¨®n de responder por m¨ª y yo respondo por cada hombre, sea cual sea el lugar que ocupe en el mundo. Eso quiere decir que hay en la civilizaci¨®n una garant¨ªa universal de seguridad social; todo comienza ah¨ª. Desde que se levanta hasta que se acuesta, cada hombre debe responder por todos los dem¨¢s y todos los dem¨¢s, deben responder por ¨¦l¡±, explica Seck.
En este sentido que apunta Seck creo que se enmarca la respuesta de la yaye daara hacia su hermana, la madre biol¨®gica del talib¨¦. Creo que es momento ya de hacer un reconocimiento p¨²blico y de que los investigadores y activistas sociales nos pongamos a trabajar con este fen¨®meno social que podr¨ªa ser muy interesante extrapolar a muchas experiencias sociales y pol¨ªticas.
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