En la azotea comestible de Joan Carulla
El veterano ecologista, que ha cumplido 99 a?os, cuida de un exhuberante huerto dentro de su piso de Barcelona
Vuelvo al huerto de Joan Carulla por su 99 aniversario. A su edad, se ha convertido en el gran maestro de la permacultura urbana, siempre dispuesto a ense?arnos los secretos de la naturaleza encorsetada, la que hacemos crecer entre el asfalto. La diferencia es que ¨¦l lleva m¨¢s de 50 a?os haci¨¦ndolo de forma intuitiva, aplicando en su quinto piso urbano lo que aprendi¨® de sus abuelos en el campo de Juneda, en Lleida.
Cada vez que lo visito me regala un nuevo secreto hort¨ªcola. Esta vez, hemos recordado a los cl¨¢sicos como Hip¨®crates: ¡°Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento¡±. Aunque ahora en este tiempo tiene m¨¢s sentido afirmar: ¡°Que lo que cultivas sea tu alimento¡¡± Eso significa que lo que comes proviene de las vitaminas en forma de semilla que t¨² misma has decidido plantar, has regado, has abonado con compost y, finalmente, has cosechado. El m¨¦rito llega cuando todo esto lo realizas bajo presi¨®n urbana, en la jungla de asfalto.
La Associaci¨® Replantem reuni¨® hace pocos d¨ªas a Joan Carulla y a otros horticultores urbanos en el espacio ConnectHOrt para entregar al veterano ecologista una peque?a pala de horticultura en madera y cobre, s¨ªmbolo del trabajo en cualquier huerto de ciudad.
Este a?o, el de la azotea de Joan Carulla vuelve a tener una gran extensi¨®n de uvas que pronto madurar¨¢n. Cada temporada recoge unos 100 kilos de esa fruta, a pesar de las palomas que aprenden r¨¢pido c¨®mo sortear los impedimentos pl¨¢sticos que ingenia Joan para que no piquen el racimo. La higuera ya tiene frutos, los n¨ªsperos ya se han recogido, las patatas est¨¢n en flor y las tomateras van por la quinta hoja, pronto se ver¨¢ el primer tomate.
El huerto de Carulla no solo es un espacio de biodiversidad en medio del cemento; su misi¨®n es tambi¨¦n enfriar la ciudad, ahora que las temperaturas en verano ya no bajan de un term¨®metro peligrosamente alto. A¨ªsla el edificio en el que vive reduciendo el consumo energ¨¦tico de manera natural. Recupera el agua de lluvia a trav¨¦s de un ingenioso sistema de acumulaci¨®n en bidones de 500 litros y as¨ª tan solo necesita conectar el grifo en pleno verano, lo que significa ¨²nicamente una aportaci¨®n del 10% de agua sobre el total almacenado durante todo el a?o.
La tierra en el huerto de Joan Carulla huele a tierra. Os parecer¨¢ extra?o que lo diga as¨ª, pero ahora es muy dif¨ªcil descubrir ese aroma en suelo urbano. Lo consigue gracias a compostar, primero, con los restos que quedaban del supermercado que ¨¦l regentaba en la misma calle. A la tierra fueron todo tipo de alimentos caducados en sus latas, buena parte de las facturas en papel recibidas en su larga vida y, ahora, los restos de fruta y verdura que le ceden los actuales gestores del s¨²per, que sigue activo.
Vuelvo a la azotea de Joan Carulla porque necesito saber que hay personas que nos gu¨ªan en ese camino de recuperar y regenerar la tierra para ayudar a la subsistencia de los que vienen tras nuestros pasos
A Carulla le gusta comentar la competencia entre plantas bajo el suelo. Los tomates compiten con las ra¨ªces de la higuera para localizar el agua, la vid prefiere espacio para ella sola y luego se emparra por los postes sabiamente colocados en un lado y otro del jard¨ªn. Las patatas buscan los trozos de madera de un mueble viejo que tambi¨¦n composta... La vida en la azotea comestible de Joan Carulla palpita con intensidad.
Esta semana lo acompa?¨¦ mientras ¨¦l se dedicaba a ¡°esberlar¡±, algo as¨ª como cortar con la mano las hojas no productivas de la vid. De ese modo, la uva crece m¨¢s fuerte, m¨¢s sana y el racimo se hace m¨¢s grande. Si alguno de sus ¨¢rboles sufre el ataque de alguna plaga, recurre a las otras plantas para encontrar un remedio.
El jab¨®n pot¨¢sico es otra opci¨®n. Se lo traen amigos de siempre cuando le visitan, todos conectados a la lucha por renaturalizar nuestras vidas, atendiendo a conceptos naturistas que nacieron hace mucho de mentes claras en esta parte de mundo. Una de esas es la de Carulla que ahora est¨¢ escribiendo sus memorias porque no quiere que se pierda su conocimiento natural, que ¨¦l define como la ¡°anticipaci¨®n social¡±: el sentido universal de la econom¨ªa y del bien.
Vuelvo a la azotea de Joan Carulla, como hago cada a?o, para encontrar de nuevo la armon¨ªa entre el caos urbano, en ese para¨ªso encaramado en un quinto piso, porque necesito saber que hay personas que nos gu¨ªan en ese camino de recuperar y regenerar la tierra para ayudar a la subsistencia de los que vienen tras nuestros pasos.
En mi pr¨®xima visita, Joan tendr¨¢ 100 a?os y lo encontrar¨¦ de nuevo agarrado a uno de los tutores de sus tomateras, vigilando las palomas y luego mirando a la tierra para comprobar de nuevo la riqueza que cada d¨ªa ayuda a mejorar. Tengo suerte de haberme cruzado con ¨¦l y su experiencia en el camino. Es un faro, yo lo sigo.
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