Y la presencia de las mujeres migrantes y racializadas en la educaci¨®n, ?d¨®nde queda?
La universidad en Espa?a continuar¨¢ siendo un espacio racista, machista y clasista hasta que no se consiga una inclusi¨®n real tanto en el profesorado como en el alumnado
Vivimos en un sistema que asigna las etiquetas de resignaci¨®n e indefensi¨®n a ciertos grupos de personas como si de algo intr¨ªnseco se tratara, como un factor sociocultural e inamovible. Sin embargo, la asfixia que supone no tener papeles en un mundo donde a¨²n existe el concepto de ¡°personas ilegales¡± y el peligro de no tener v¨ªas seguras para moverse libremente (cayendo en muchos casos en la explotaci¨®n laboral y sexual) no ha evitado que las personas migrantes en Espa?a busquen alternativas, como lo son la lucha a trav¨¦s de movimientos antirracistas y la movilizaci¨®n y activismo en calles, instituciones y redes sociales.
Aquellos que est¨¢ en la c¨²spide de la pir¨¢mide han tenido m¨¢s oportunidades y libertades dentro de un sistema que directamente criminaliza a personas en situaci¨®n de vulnerabilidad, especialmente cuando deciden sobreponerse a esa subordinaci¨®n y dependencia dadas y cuando piden inclusi¨®n e igualdad reales.
No es f¨¢cil analizar los problemas relacionados con la migraci¨®n, la xenofobia y el racismo, y menos desde una perspectiva nacional, algo que acaba siendo insuficiente cuando se trata de buscar soluciones en un mundo tan globalizado. Pero sin duda, debemos pensar en los recursos que se pueden mejorar y c¨®mo podemos llegar lo m¨¢s pronto posible a un alto porcentaje de inclusi¨®n en Espa?a. Aparte de dejar a un lado las pol¨ªticas de contenci¨®n y evitaci¨®n, y de reconocer que vivimos en un pa¨ªs de migraci¨®n, cualquier cambio comienza por lo mismo: la educaci¨®n.
Algunos partidos intentan no solo prohibir y rehuir cualquier avance, sino derogar leyes y pol¨ªticas activas que mejoran la vida de muchas personas. Una educaci¨®n en igualdad y derechos, antirracista, LGTBIQ y feminista es ahora m¨¢s necesaria que nunca, pero siempre debe ser desde una perspectiva interseccional. Teniendo presente esto ¨²ltimo, incluso quienes nos encontramos muchas veces en espacios de reflexi¨®n desde diversas organizaciones sociales, no lo estamos haciendo del todo bien. Algo falla.
?Qui¨¦n educa y qui¨¦n recibe esta educaci¨®n?
No puedo sino mencionar a la recientemente fallecida bell hooks, gran pensadora pol¨ªtica y cr¨ªtica cultural postmoderna, aparte de maestra y educadora. Su libro Ense?ar a transgredir, en el que cuenta su experiencia como profesora negra en cursos de educaci¨®n b¨¢sica y obligatoria y tambi¨¦n universitaria durante los a?os setenta, me hace pensar en la importancia de los ambientes educativos, las escuelas, los institutos, las universidades, y en c¨®mo debe ser obligatorio convertirlos en espacios seguros, abiertos, de respeto y, por supuesto, de motivaci¨®n, pues esto ¨²ltimo es lo que ha sido para muchas, a¨²n lidiando con la hostilidad todav¨ªa existente hacia las mujeres. Pero tambi¨¦n en ambientes diversos, donde la multiculturalidad se acoja desde el antirracismo y la igualdad de oportunidades. La educaci¨®n no podr¨¢ ser una pr¨¢ctica de libertad a menos que haya primero una igualdad en todos los sentidos.
?Qu¨¦ ocurre en Espa?a con los espacios de educaci¨®n superior y formaciones t¨¦cnicas? ?D¨®nde est¨¢ la perspectiva interseccional de la que tanto se habla? Aunque se ofrezcan aprendizajes transversales en cualquier tipo de estudios sobre los derechos de las personas y del planeta, no podemos crear este tipo de espacios sin contar con quienes realmente han sido vetadas en los mismos durante demasiado tiempo.
Por ejemplo, hay formaciones relacionadas con migraci¨®n, g¨¦nero y trata donde de forma te¨®rica se promueve el feminismo interseccional con profesoras expertas y defensoras activas de los derechos humanos, as¨ª como con pr¨¢cticas en organizaciones, pero debemos cuestionarnos: si casi todo el alumnado que asiste a estas formaciones son personas blancas y ninguna del colectivo que ha vivido la migraci¨®n hostil o ha sufrido la trata, ?se puede llevar a cabo un cambio sustancial?
Si el acceso solo es factible para personas nacionales blancas con un nivel socioecon¨®mico m¨¢s bien medio-alto, pero inaccesible para mujeres migrantes negras por claros motivos socioecon¨®micos, desigualdad de oportunidades, falta de programas de inclusi¨®n, segregaci¨®n por barrios y en los propios colegios, y por exigencias rid¨ªculas de meritocracia y de t¨ªtulos (que en muchos casos acaban siendo obsoletos), ?qu¨¦ impacto se crear¨¢? Ninguno, pues continuamos perpetuando el mismo sistema jerarquizado y discriminatorio con el que se supone queremos acabar.
Ya van m¨¢s de dos generaciones de personas migrantes en nuestro pa¨ªs y seguimos pregunt¨¢ndonos d¨®nde est¨¢n los programas de fomento para la convivencia entre culturas
Si tener un t¨ªtulo es determinante para conseguir un trabajo, y desde lo p¨²blico no se promueve ni se facilita que estas mujeres puedan liderar su propia lucha formando y form¨¢ndose, ?qu¨¦ equipos seguiremos generando en las organizaciones e instituciones? Tenemos claro para qui¨¦n se trabaja, pero no desde qu¨¦ posici¨®n se quiere trabajar.
Si no hay interseccionalidad, la universidad en Espa?a continuar¨¢ siendo un espacio racista, machista y clasista hasta que no consigamos una inclusi¨®n real tanto en el profesorado como en el alumnado, y la realidad es que para eso se necesitan entre otras medidas, m¨¢s becas y reducir costes. Ya van m¨¢s de dos generaciones de personas migrantes en nuestro pa¨ªs y seguimos pregunt¨¢ndonos d¨®nde est¨¢n los programas de fomento para la convivencia entre culturas, y cu¨¢ndo se acabar¨¢ esta tendencia a la segregaci¨®n obligada por sistema. La convivencia tambi¨¦n est¨¢ en los espacios educativos.
No es suficiente que haya una o dos mujeres migrantes y/o racializadas en equipos de trabajo para as¨ª sentirnos un poco mejor porque se promueve su autonom¨ªa econ¨®mica y porque ¡°est¨¢n siendo integradas¡±. El problema es que se sigue viendo a estas mujeres, incluso dentro de estas organizaciones desde el prisma de ¡°salvadoras blancas¡±.
Dec¨ªa Helena Maleno en un espacio de trabajo sobre violencia de g¨¦nero y trata por el 25N, que las experiencias de estas mujeres ¡°son saberes¡±, y es que esa es la realidad, pero se demandan sus experiencias como testimonios y no como conocimientos, ense?anzas y aprendizajes, manteniendo de este modo el paternalismo y el utilitarismo. ?Queremos pol¨ªticas migratorias que no deshumanicen a las personas? ?Queremos abolir la Ley de Extranjer¨ªa? ?Queremos promover programas y pol¨ªticas de inclusi¨®n a nivel nacional? Pues habr¨¢ que invertir los porcentajes en los espacios de formaci¨®n, discusi¨®n y trabajo.
Ha llegado el momento en que las organizaciones tenemos que cuestionarnos a nosotras mismas incluso sobre los recursos que se ofrecen a mujeres en situaci¨®n de vulnerabilidad
Ha llegado el momento en que las organizaciones tenemos que cuestionarnos a nosotras mismas incluso sobre los recursos que se ofrecen a mujeres en situaci¨®n de vulnerabilidad. ?Desde qu¨¦ posici¨®n se trabaja para ellas? ?Por qu¨¦ se deciden las fases por las que tienen que pasar obligatoriamente de forma tan limitante? Siendo conscientes de que la situaci¨®n de irregularidad es incapacitante en muchos casos, deben tener la mayor libertad y autonom¨ªa posibles dentro de un sistema que no quiere permit¨ªrselo. Aqu¨ª el Estado poco aporta, ya que no hay recursos de larga estancia financiados con dinero p¨²blico, y la protecci¨®n a la infancia en muchos casos brilla por su ausencia. No se tiene en cuenta el factor generacional, lo que quiere decir que volvemos a la desigualdad de oportunidades para los hijos e hijas de estas mujeres, que vuelven a empezar casi de cero. Por ello, es tan importante su inclusi¨®n en todos los espacios posibles de trabajo y de debate si se quiere cambiar algo de verdad.
El hecho de que una persona haya vivido una situaci¨®n extrema no quiere decir que cuando est¨¢ en proceso de recuperar su vida tenga que conformarse con algo con lo que muchas no nos conformar¨ªamos. La re-victimizaci¨®n es injusta y el paternalismo cada vez duele m¨¢s en un mundo y en un tiempo donde se es consciente de que las violencias sufridas vienen dadas por el propio sistema y quienes lo dirigen, y de que la indefensi¨®n, en muchos casos, es aprendida y obligada por las mismas instituciones. Por lo tanto, esta discriminaci¨®n no puede continuar en espacios que luchan por una justicia social y menos cuando, paralelamente, hay que plantar cara a movimientos reaccionarios que quieren tumbar cualquier atisbo de igualdad.
Debemos cuestionarnos absolutamente todo y reconocer que mucho de lo que conoc¨ªamos, incluso lo que nos resulta familiar, para algunas ha sido opresi¨®n. Hay que leer libros como Ser mujer negra en Espa?a, donde Desir¨¦e Bela-Lobedde cuenta los prejuicios que se viven en el d¨ªa a d¨ªa en un pa¨ªs con un racismo social e institucional a¨²n fuertemente instalado, pero tambi¨¦n manteniendo la esperanza sobre c¨®mo podemos salir de esto. Como dec¨ªa bell hooks: ¡°¡ Apertura de mente y de coraz¨®n que nos permita afrontar la realidad, a la par que imaginarnos colectivamente c¨®mo traspasar fronteras, c¨®mo transgredir¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.